Cine

El Festival Jóvenes Realizadores proyecta una película de José Val del Omar perdida desde hace 60 años

Proyección de la película de José Val del Omar.

Proyección de la película de José Val del Omar. / Jesús Jiménez / Photographerssports

La 29 edición del FIJR se inauguraba este domingo con la proyección de una película del cineasta granadino Jósé Val del Omar que llevaba seis décadas oculta y que ha visto la luz después del verano gracias al trabajo de la Filmoteca Nacional. La cinta, que lleva por título Festival en las entrañas (1961), una obra del 'cinemista' granadino de la que se conocía sobradamente su existencia pero que no había podido verse porque la copia ha permanecido inédita desde hace sesenta años.

Se trata de encargo para la Exposición Universal de Nueva York de 1964 que oscila entre lo lírico y lo antropológico. Entre otras estampas, recoge una actuación de Antonio el Bailarín en las cuevas de Nerja. Filmoteca Española se encargó del delicado proceso de devolver a la vida esta copia restaurada que se presentó en el pasado Festival de San Sebastián. Este domingo el Teatro Isabel la Católica ha sido el  escenario para volver a disfrutar de una copia restaurada: un audiovisual de 25 minutos que forman ya parte de la historia del cine español. Como ya se ha convertido en seña de identidad del FIJR, la proyección ha contado con música en directo, en este caso a cargo de Aristocracia técnica, dúo formado por Migueline (Unidad y Armonía) y Banin (Los Planetas, Los Pilotos) y responsables de los sonidos inspirados por el sonido diafónico valdelomariano.

El autor

José Val del Omar (Granada, 1904 - Madrid, 1982) es un inclasificable artista, inventor, poeta de la cámara y místico granadino que está siendo objeto de un proceso de revalorización por parte de la crítica y artistas como Tangana o Rosalía han hablado de su influencia. Vinculado cronológicamente a la inquieta Generación del 27, como Luis Buñuel o Federico García Lorca. Heterodoxo en lo técnico, en lo artístico y en lo ideológico, su ansia de trascendencia y su lenguaje a veces hermético lo acercaban a las ambiciones de los alquimista en la era de la tecnología, de ahí que reivindicase para sí el apelativo de "cinemista". Con 20 años se compró una cámara y rodó su primera película, En un rincón de Andalucía, en la que ejerció de productor, guionista, director y cámara. Además, se convirtió en precursor de una vanguardia cinematográfica más singular. 

Figura irrepetible del cine mundial, ideó decenas de patentes, prototipos y equipos junto a una filmografía que lo convierte en el mayor poeta místico de la cultura audiovisual española. Extrajo su fuerza creativa de la introversión visionaria que le acarreó también su infortunio institucional por eso, como escribió su hija, murió durante cuarenta años "entre el polvo y el caos burocrático".

La obra

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