Liberato Pérez | Escritor

“Cuando conocí a mi mujer decidí crear un pasado ficcionado entre ella y yo”

  • El filólogo granadino, que se estrenó en el relato corto a partir del año 2012 cuando conoció a su esposa, queda finalista del premio Nadal con su primera novela, titulada 'Erres' 

El autor granadino ha sido uno de los finalistas del Premio Nadal este año.

El autor granadino ha sido uno de los finalistas del Premio Nadal este año. / Álex Cámara

El nombre de Liberato Pérez Martín es prácticamente nuevo hasta la fecha en el mundo de las letras granadinas. Aunque en su faceta docente este licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada sí era conocido por varias generaciones de alumnos de en los colegios del Grupo Attendis, de ESNA o de ESCO, a partir de ahora empezará a sonar en su faceta creativa porque es uno de los los finalistas del Premio Nadal de 2019. “Según las bases del propio premio, la novela está cautiva durante tres meses. Mi mujer hablará con la editorial la semana que viene a ver qué hacemos”, cuenta el autor que habla en plural porque comenzó a escribir y a mandar relatos cuando la conoció a ella, hace sólo poco más de un lustro.

-Su esposa, además de su musa, ¿será su agente editorial?

–Sí, mi mujer va a empezar a ser mi agente (risas). Ella conoce bien el mundo editorial porque es ilustradora de cuentos infantiles, aunque no exactamente en el sentido que se plasma en la novela porque se ha vinculado durante mucho tiempo a la parte de ilustración textil. También es hija de unos empresarios de Bilbao muy relacionados con el mundo editorial y de la imprenta. 

–¿Cómo se enteró que su novela Erres era una de las finalistas?

–Ellos lo comunican con la nota de prensa y yo me enteré por la información de agencias. Los finalistas que no vamos nunca a la ceremonia porque sólo convocan al ganador. En el mundillo este, si no te han llamado para ir a Barcelona, es que no eres ganador.

–La novela narra el viaje iniciático de una pareja.

–La obra cuenta la historia del héroe que busca su camino. La protagonista es una ilustradora y el viaje arranca precisamente en su infancia. Esta niña tiene problemas de pronunciación y sufre acoso en el colegio. Un compañero recién llegado la defiende y a partir de ahí se crea una amistad entre ambos, desde los 6 o 7 años, que sigue hasta el final de la obra.

–¿Qué le sucede a esa ilustradora a lo largo de esa vida conjunta?

–Ella se enfrenta con la muerte de su abuela y de su hermana, pero todo de forma muy metafórica. Por ejemplo, la de la abuela sucede paralela a la muerte de un canario que sale volando por la ventana. Y la de la hermana se describe desde la propia perspectiva del que se está muriendo: en el sueño del coma en el que entra, la joven llama a su madre y le pide que le salve del cocodrilo de cristal y las flores con dientes que intentan morderla. Es un lenguaje muy metafórico porque busca llegar al alma de la gente. También hay episodios mucho más cercanos que yo he sacado de mi experiencia dando clases de latín.

–Además de que la protagonista es ilustradora, como su mujer, también está ambientada en Bilbao (su tierra natal) y los años de plomo.

–Sí pero no he querido hacer como Aramburu y otros escritores que tienen su propia experiencia allí. Mi mujer me ha contado que vivió los años duros pero que ella estaba en su mundo. A pesar del ambiente tan duro, no quería centrar el relato en muertes, bombas y demás. Aunque sí hay, por ejemplo, manifestaciones que rompen el ambiente de dos adolescentes.

–Además de acoso escolar hay violencia hacia a las mujeres, porque la protagonista sufre un intento de violación.

–Ella se sobrepone a todo y sigue para adelante hasta que decide ser ilustradora de cuentos infantiles. Pasa por la universidad y llega el momento en el rompe con todo para seguir hacia adelante. El final se queda abierto: comienza el resto de su vida con él, que también rompe con todo lo anterior. Los dos deciden marcharse de allí.

–También hay juegos metaliterarios en el final de la obra.

–Él relata lo que está ocurriendo y hace que la propia ficción se meta dentro de la ficción: el narrador es el amigo que lo cuenta desde fuera.

–A pesar de todos esas temas tan de actualidad, ¿puede considerarse una novela a contracorriente?

"No he querido hacer como Arambu y otros escritores que tienen su propia experiencia en Bilbao”

–A mí siempre me ha gustado la intrahistoria. Me interesan las historias de los que pisan el suelo: los que pagan todos los días las facturas son verdaderos héroes. Esa heroicidad tiene su poesía y es la que intento transmitir con ese lenguaje metafórico. No tiene nada que ver con la historia del ganador del premio, que es más detectivesca. En el fondo el día a día también tiene una gran épica.

–¿Cómo dio el paso de escribir relatos cortos, con los quedó finalista de varios premios, a la novela?

–Yo conocí a mi mujer en 2012 y tuve esa sensación, de repente, de... ¿dónde has estado hasta ahora? Dejé mi trabajo en ESCO y me tomé un par de años sabáticos para crear un pasado ficcionado entre mi mujer y yo. De hecho ella es la protagonista y yo soy el coprotagonista, aunque nada es exacto porque me he alejado bastante de su realidad.

–¿Puede considerarse una novela de amor?

–Sí, por supuesto, con el mensaje central de que el amor te ayuda a superar todo siempre que estés con la persona adecuada. A partir de conocerla tomé la decisión de escribir ese pasado que no existía. Por eso el estilo del principio es ingenuo, casi infantil y, a la vez que van creciendo los personajes, va avanzando hasta que llegan al momento en el que empiezan a trabajar y a independizarse de la familia y adquieren un lenguaje más adulto. La novela termina cuando tienen unos 28 años y es el principio del resto de sus vidas.

–Todo eso en cuanto al estilo y, ¿qué destacaría de la narración?

–Es un narrador omnisciente en todo momento hasta que llega a ese final en el que se descubre que es el propio coprotagonista. No quería hacer demasiados experimentos con la perspectiva sino más bien con el lenguaje porque todo está basado en el estilo y la forma.

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