El Frankenstein de La Butaca Vacía regresó ayer al Teatro Isabel la Católica, tras su paso por el Teatro Nuevo Apolo de Madrid en la temporada estival. La adaptación musical de la novela escrita por Mary Shelley en 1818 volvió a contar con un elenco de más de 30 actores encargados de dar vida de nuevo a este mítico monstruo.

El montaje que ayer pudo volver a verse ayer se estrenó en mayo de 2012 en el Teatro Municipal de Armilla y en septiembre pasó por el Isabel la Católica. Tras las representaciones en julio y agosto en el Nuevo Apolo, la compañía emprendió una gira por varias localidades granadinas y por otras provincias andaluzas.

La formación granadina fue fundada hace siete años por Myriam Carrascosa. Se trata de un proyecto cultural y en muchos casos benéfico dedicado al teatro musical pero que abre sus puertas hacia otros géneros como el teatro de voz o las performances. Un camino a la profesionalización que está llegando de la mano de esta obra única.

Frankenstein recoge una profunda reflexión sobre el ser humano y su condición, que mezcla en el escenario lo gótico con lo puramente filosófico. La directora define esta obra como "una mezcla de muchas cosas que lo que pretenden es hacer un espectáculo que de mucha vida escénica pero que tenga una profundidad que lleve a reflexionar sobre la vida, la muerte o el sufrimiento humano". Este musical granadino pretende romper con el mito del monstruo de numerosas cicatrices y tornillos y llevar al espectador a ver la profundidad humana de Frankenstein , "una criatura creada por un hombre que le preocupaba mucho el sufrimiento que puede generar la muerte en las personas".

En cuanto a la puesta en escena, esta nueva adaptación, al igual que otros musicales, contiene muchos efectos y colores.

Además, el espectador puede conocer el fondo de la novela de primera mano. "Frankenstein es una historia con la que hemos intentado ser totalmente fieles a la novela y acompañarlo de toda una ambientación de tintes góticos y muy oscuros, que era lo que nos apetecía hacer en este montaje", según Carrascosa.

El siglo XVIII vuelve a los escenarios durante más de dos horas de espectáculo con un vestuario diseñado por José Antonio Riazo, que recrea y transporta al espectador a otra época en segundos.

Esta obra muestra una fusión cuidada al milímetro entre el libreto con el vestuario y la escenografía. Además, la ambientación clásica de tintes góticos y muy oscuros está acompañada a la perfección por la música, compuesta por Santiago Martín.