Fútbol, Italia, corrupción
Giorgio Faletti. Trad. Juan Manuel Salmerón. Anagrama. Barcelona, 2014. 152 páginas. 14,90 euros
A Giorgio Faletti (Asti, 1950) se le considera uno de los escritores europeos que mejor ha trabajado el género negro, sobre todo a raíz de su obra anterior, Apuntes de un vendedor de mujeres. Ahora, en apenas 150 páginas, construye un personaje entrañable que retrata con su mirada de perdedor la realidad de Italia y de su fútbol. Ambos conceptos, Italia y fútbol, están unidos por otra palabra: corrupción.
El protagonista de Tres actos y dos partes es Silver, un ex boxeador que pasó una temporada en prisión y que se buscó un trabajo limpio cuando salió del talego. Desde entonces, lleva la tira de años siendo el utillero de un modesto equipo de fútbol de una anónima de ciudad de provincias de la que apenas se da referencias. El equipo está punto de subir a la Primera División y la estrella es su hijo, un jugador que fue llamado a ser la eterna promesa del fútbol italiano y que no triunfó en ninguno de los grandes para quedarse anclado en el equipo de su ciudad natal.
El utillero lleva una vida anodina, casi monacal, su mujer murió hace unos años y él pasa los días solo y centrado en su trabajo, viendo cómo pasan jóvenes talentos que dan el salto a equipos más grandes o simplemente no son capaces de triunfar en el nada noble deporte del balompié.
Es él quien, en primera persona, describe esos entresijos de un club modesto de la Segunda División italiana, quien hace un lúcido retrato de la corrupción en el mundo del fútbol, de los millonarios que lo rodean y se sirven de él para su ascenso en la escala social. Él, un tipo salido de los barrios bajos de una pequeña ciudad italiana de la que poco más se informa, un perdedor que a su vejez quiere solamente ser digno y renunciar a todos aquellos placeres materiales que pueda depararle el dinero fácil.
Para mantenerse en esa dignidad, tendrá que enfrentarse a una situación imprevista. El partido en el que su equipo se juega el ascenso está amañado y hay que hacer lo que sea para desmontar la trampa. Podrá ser ficción, pero la realidad la supera y no precisamente desde hace poco. Paolo Rossi llegó al Mundial de España tras años de sanción por un escándalo en las apuestas, Maradona era amigo de los capos de la camorra, Luciano Moggi compraba a los árbitros, el capitán del Bari admitió haber cobrado por marcarse un gol en un derbi contra el Lecce...
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