García Calvo renuncia al futuro para rebelarse contra el poder

El filósofo y escritor, que participó el viernes en el homenaje a José Luis García Rúa, llamó ayer a la rebelión y al pensamiento libre en la sede de CNT

García Calvo, ayer, en un momento de su charla.
G. Cappa/ Granada

23 de octubre 2011 - 05:00

Entra en la sala con unos llamativos zapatos amarillos y el pelo largo sujeto con un coletero del mismo color violeta que la camisa, una de las cuatro que lleva superpuestas. "Voy a tratar de discutir con vosotros sobre el orden y sobre el poder, dos cosas que son inseparables", comienza el inclasificable Agustín García Calvo (Zamora, 1926) en la sede de CNT en Granada. El único superviviente de los expulsados de la Universidad española en 1965 -junto a Enrique Tierno Galván, José Luis López-Aranguren y Santiago Montero Díaz -, llegó el viernes a Granada para participar en el homenaje a José Luis García Rúa y ayer se fue tras poner patas arriba los conceptos de los asistentes. García Calvo comienza azuzando al auditorio para que no permitan que les llamen ácratas o anarcos. "Todos somos súbditos de un estado, somos clientes del capital porque estamos dentro del régimen del dinero que se estableció en los 60, lo que hoy se conoce como estado del bienestar", explica el incansable autor y Premio Nacional de Literatura Dramática que, pese a todo, pide que no se confunda la lengua con la escritura: "Son cosas totalmente contrarias", afirma. "La lengua común y de la calle no es de nadie, no cuesta dinero, nadie manda en ella y es un instrumento de liberación, mientras que la escritura existe desde que hay un rey de la tribu y un sacerdote al lado, hay caciques que intervienen y la escritura es la cultura y cuesta y produce dinero", continuó García Calvo para apostillar con un mazazo oral: "La escritura y sus normas son una traición al pueblo". Por eso pidió a los presentes que no utilicen "los términos cultos que usa el poder" como democracia, mercado de valores... "Si creéis que la convivencia entre personas debe estar regulada mal andamos", prosigue el autor del anti-himno de la Comunidad de Madrid, encargo de Joaquín Leguina, que García Calvo aceptó a cambio de una peseta: "Madrid, uno, libre, redondo/ autónomo, entero./Mire el sujeto/ las vueltas que da el mundo/para estarse quieto (...) ¡Viva mi dueño!/que, sólo por ser algo/soy madrileño!".

Después de recordar que una persona normal pasa la mitad de su vida dedicado a cumplir con la ordenación de la burocracia, García Calvo aboga por ajusticiar al futuro. "Hay que renunciar a él porque pertenece al poder", dice mirando al público, calibrando el efecto de sus palabras en el auditorio. "Quien se rebele contra el poder tiene que renunciar al futuro, en caso contrario lo único que se hace es colaborar al cambio para que todo siga igual". continúa. Y después de reconocer que es necesario ayudar sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha, lanza su último dardo del día: "La solidaridad de hoy es como la caridad cristiana del Antiguo Régimen".

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último