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El Goya más oscuro, en danza

  • El Festival de Música y Danza acogió anoche el espectacular estreno de 'Negro-Goya' a cargo del Ballet Nacional de España, un montaje basado en las pinturas negras del artista con música original de Enric Palomar

El Ballet Nacional de España estrenó anoche, en el marco de la 60ª edición del Festival de Música y Danza de Granada, Negro-Goya, un ballet completo sobre la última etapa vital y artística del genio de la pintura y, especialmente, sobre las conocidas pinturas negras de su Quinta del Sordo.

"Negro-Goya es, sobre todas las cosas, un pulso herido, un anhelo de país mejor...". Así define la pieza el autor de la música y del proyecto, el compositor catalán Enric Palomar. Fue él quien entusiasmó a José Antonio y juntos escribieron un guión en el que, junto a Goya y a Leocadia Zorrilla, aparecen personajes y símbolos de la España de la época -finales del siglo XVIII y principios del XIX- como el rey Fernando VII, la Inquisición o el Macho Cabrío que tanto protagonismo tuvo en sus pinturas sobre aquelarres y para cuyo papel se ha llamado a Miguel Ángel Espino, un bailarín que hasta anoche llevaba 22 años sin bailar en el BNE.

Ambos tenían muy claro que querían hacer el proyecto fuera como fuera, pero la suerte quiso que el coreógrafo, que agota los últimos meses de su segunda dirección en el Ballet Nacional de España -donde pronto será sustituido por Antonio Najarro-, haya podido contar con los magníficos bailarines y con los medios de lacompañía pública, así como con el interés y la ayuda de los festivales de Granada y de Santander, donde podrán ver el Ballet el próximo 5 de agosto.

Sobre la base de una partitura que todos califican de "extraordinaria", José Antonio ha realizado una obra de lenguaje homogéneo y muy coral, dividida en diez movimientos y en tres grandes bloques temáticos: Los Caprichos, con toda la parte onírica y fantasmal -El sueño de la razón produce monstruos-; Los desastres de la guerra, donde aparece el pueblo oprimido por el poder del Rey y de la Iglesia, y El aquelarre, introducido por el Macho Cabrío.

Sin duda uno de los grandes coreógrafos de nuestro país, como ha demostrado, entre otras cosas, en sus anteriores visitas al Generalife granadino con piezas como El sombrero de tres picos, El Café de Chinitas o con el exquisito espectáculo sobre la Escuela Bolera, José Antonio atraviesa una etapa de madurez que se demuestra en su capacidad para renunciar a lo que más domina, a lo que ya sabe, para emprender caminos más arriesgados e inciertos. "Lo que me sedujo del proyecto -confesó- amén de que Goya me parece un personaje fundamental de la cultura de su época que yo no había tocado nunca, y que la música de Palomar, aunque difícil, es maravillosa, fue precisamente que se apartaba del costumbrismo, de ese colorido de la época goyesca que tanto se ha utilizado en la danza española, para trasladar al escenario toda la tortura personal del pintor, sordo, aislado y atormentado por su condición física y por la presión de su entorno social. Para mí ha sido un reto encontrar la esencia de esa etapa negra a través de lo que sugerían sus pinturas, pero sin reproducir nada de la época, llevándolo a un ambiente casi intemporal".

El espectáculo, en el que a pesar de todo no faltó el color, ni las máscaras, ni algún que otro guiño a la danza bolera, ha contado con la colaboración del bailaor sevillano Fernando Romero para interpretar a Francisco de Goya así como con los dos magníficos solistas del Ballet, como son Elena Algado (Leocadia) y Miguel Ángel Corbacho (Rey). Además, anoche en el foso del Generalife estuvo la siempre brillante Orquesta Ciudad de Granada dirigida por Josep Caballé Domenech.

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