En los márgenes

El Gran Capitán y María Manrique

Detalle de la obra 'Asalto a Montefrío'.

Detalle de la obra 'Asalto a Montefrío'. / José de Madrazo

Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar (Montilla 1453 – Granada 1515), como hijo segundón, su futuro estaba en la iglesia o la carrera militar dado que solo heredaba el primogénito varón.

De niño fue paje del príncipe Alfonso de Castilla, hermano de la futura Isabel I de Castilla. A la muerte de este entró al servicio de la reina. Destacó en la batalla de Albuera en 1479, en la guerra de sucesión castellana contra Juana de Castilla “La Beltraneja”. Contrajo matrimonio con su prima Isabel de Montemayor, que moriría pronto al dar a luz por primera vez.

En la guerra de Granada (1482-1492) se hizo famoso en el sitio de Tájara (en Huetor Tájar), en la conquista de Íllora, Montefrío y Loja, en donde hizo prisionero a Boabdil. En 1486 fue nombrado alcaide de Íllora. Se casó con María Manrique de Lara y Espinosa, dama de la reina Isabel. María era hija de Fadrique Manrique, a su vez hijo bastardo de Enrique II de Castilla y Beatriz de Figueroa, dama de la nobleza castellana. En 1491 se va a produjo un incendio en el campamento de Santa Fe, en la alcoba de la reina. Pérez del Pulgar nos cuenta que se quemó toda la tapicería y ropas del rey y la reina. María Manrique le mandó sus ropas a la reina, ajuar y joyas, para ayudarle en esas circunstancias. Con María tuvo dos hijas, Beatriz y Elvira.

Poco antes de la conquista de Granada, en una escaramuza estuvo a punto de perder la vida al caer de su caballo, lo salvó un fiel servidor montándolo en el suyo. Participó en las negociaciones para las capitulaciones de Granada, incluso acompañó a Boabdil camino de su exilio en Fez, con quien había hecho amistad. Recibió la encomienda de la Orden de Santiago, el señorío de Órgiva y rentas sobre la seda granadina.

En las guerras de Italia (1495-1504) forjará su gran fama contra el ejercito francés. Remodeló el arte de la guerra. Los franceses se basaban en la caballería pesada y él dio más importancia a la caballería ligera “a la morisca” y a la infantería, organizándola como en el imperio romano.

Fue nombrado Virrey de Nápoles (1504-1507) y recibió territorios estratégicos en Sessa y Terranova. Es la etapa en la que recibe el nombre de Gran Capitán.

En 1504 muere la reina Isabel la Católica, su protectora, y sus enemigos comienzan una campaña de críticas a su gestión económica. Acusaciones de despilfarro, enriquecimiento personal, descontrol… Fernando el Católico se había casado con la joven Germana de Foix. Corrían malos tiempos para el Gran Capitán. Fernando le pide las cuentas y Gonzalo se las manda, pero suscitan muchas dudas y vuelve a pedirle explicaciones. Indignado le responde en forma satírica lo que las convirtieron en las famosas cuentas del Gran Capitán. “Cien millones de ducados en picos, palas y azadones para enterrar a nuestros enemigos. Ciento cincuenta mil ducados en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por las almas de los soldados del rey caídos en combate […] Finalmente, por la paciencia al haber escuchado estas pequeñeces al rey, que pide cuentas a quién le ha regalado un reino, cien millones de ducados.”

Protegió a los judeo-conversos y a los moriscos. En 1507 es destituido como virrey y regresa a España en 1508 a su “destierro” en Loja, en donde creó una verdadera corte renacentista. En 1515 su salud empeora, se trasladó a Granada y muere.

María Manrique, mujer culta de gran preparación, que había colaborado con la administración de las posesiones familiares y en su relación con la reina Isabel, desde que quedó viuda su papel se va a hacer mucho más visible como mujer renacentista, duquesa de Sessa, Terranova y Santángelo, entre otros títulos, acusada por sus enemigos de demasiado liberal y que representaba el poder femenino de la nobleza castellana entre la Edad Media y la Edad Moderna, como la define Nuria Martínez Jiménez. En primer lugar su objetivo es devolver el buen nombre al Gran Capitán, para lo que encargó a historiadores que escribieran las victorias y hazañas de su marido. Hernán Pérez del Pulgar realizó una biografía del Gran Capitán, o Diego de Salazar en su Tratado sobre ciencia militar recuerda las virtudes de Gonzalo Fernández de Córdoba. Por otra parte quiere que Gonzalo tenga una sepultura digna. En 1522 encargó a Jacobo Florentino las obras del Monasterio de San Jerónimo, pero Florentino falleció en 1526. En ese año Isabel de Portugal y Carlos V llegaron a Granada a celebrar su luna de miel, estableciéndose en la Alhambra. Unos terremotos hacen que la emperatriz se aloje algunas semanas en las habitaciones del monasterio de San Jerónimo entablando amistad con María. Carlos V apoyó que se retomaran las obras. En 1527 María redactó su testamento. Después de la muerte de María se nombra como maestro mayor de las obras del monasterio a Diego de Siloé que estará en este cargo de 1528 a 1548, realizando el ciclo iconográfico. Problemas económicos con el nieto de la duquesa dejaron sin realizar los sepulcros.

El mecenazgo de María ha quedado reflejado en el Monasterio de San Jerónimo de Granada pero también en Íllora, Ecija, incluso en Nápoles, donde fundó la capellanía en Santa María la Nova.

María Manrique Monasterio de San Jerónimo María Manrique Monasterio de San Jerónimo

María Manrique Monasterio de San Jerónimo / R. F.

Sobre el Gran Capitán se ha escrito mucho, incluso Cervantes en El Quijote, dentro del cuento de la discreta Dorotea habla de La Crónica del Gran Capitán. Baltasar Gracián pone en El discreto como modelo al Gran Capitán. Lope de Vega tiene una comedia: Las cuentas del Gran Capitán. A finales del siglo XVIII tenemos la novela del sobrino de Voltaire, Jean-Pierre Claris de Florian (1791): Gonzalve de Cordove, orientalizante que tuvo un gran éxito e imitadores.

Actualmente han escrito sobre este personaje Juan Granados (2006), José Enrique Ruiz Doménec (2015), Fernando Martínez Lainez y José María Sánchez Toca (2015, 2021), Antonio Luis Castellón Peláez (2016), la novela histórica de José Calvo Poyato (1018, 2023) y Francisco Sánchez-Montes González (2022).

En el V centenario del Monasterio de San Jerónimo se publicó un libro con este título (2022) coordinado por Hugo Vázquez Bravo, Joaquín Martínez González y Ramón Vega Piniella, en el que colaboraron un nutrido grupo de investigadores y que se puede consultar de forma gratuita en el repositorio de investigación de la Universidad de Granada, Digibug. Por su parte, la revista Alhóndiga dedicó su número 30 (2022) a este conjunto monumental.

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