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La Granada 'barriera' se quita el sombrero ante el sastre de corazón

  • El Barrio llena el Palacio de Deportes para presentar su nuevo trabajo 'Las costuras del corazón'

  • Fular rojo al cuello, pisó la escena seductor con su público andaluz

Un jolgorio de corazones latiendo a golpe de sístole y diástole (aunque esta vez se les presupone dueño). Acto reflejo de supervivencia. El arte de amar pero sin los conceptos líquidos de Erich Fromm, más bien por los que trae en su vademécum particular un hombre enfundado en su sombrero. El Barrio es el paradigma vivo de que se puede atesorar fieles por todo un país cantando al amor y a cómo sobrevivir a él. En este caso, el gaditano se centra en lo segundo. El Palacio de Deportes lleno hasta los bordes esperaba el regreso de un mito para muchos desde hace casi veinte años. El concierto comenzó puntual y él, fular rojo al cuello, pisó la escena galán y seductor con su público andaluz, al que mima especialmente en sus encuentros.

"Vamos a llenar con hilos el Albaicín y la Torre de la Vela para crear un corazón para todos ustedes" dijo tras la segunda canción a la que siguió Si no te quieren, que volvió locos a todos los asistentes que con su sombrero calado dieron palmas hasta cuando no tocaba.

Seguía el jolgorio y las pantallas con lunares sobre varios colores acompañaban la fiesta cuando llegó otra grande de la noche, la que da título al disco, Las costuras del corazón. Algo más tranquila la escena con esta pero en la que la entrega se multiplicó notablemente con el estribillo y el solo de voces del público con el gaditano. Desenfreno absoluto cuando llego la versión de Tu frialdad (nanananana eeeh). Los clásicos son infalibles.

La Granada 'barriera' se caló su sombrero y se encaminó hacia el reencuentro con su gurú enmendador de corazones. Un taller abierto con una temática que sienta en la cátedra (Especie de púlpito con asiento, donde los catedráticos y maestros leen y explican las ciencias a sus discípulos, de ahí procede la expresión) al artista que más veces ha llenado el Palacio de Deportes de Madrid (17), ahora WiZink Center. Con el aforo lleno (más de cuatro mil personas) ocho mil pupilas, se enfocaron en el escenario donde El Barrio, cajón de sastre del pop 'aflamencado' y cañí, hizo su puesta en escena: grande (le acompañaban una decena de personas entre músicos y coristas) y muy flamenca.

Como ya dijera otra pluma, el artista que más Seat León amarillos congrega en el parking de los recintos, ayer volvió a reivindicarse como una de las voces más populares de las listas españolas. En este último álbum El Barrio se mete en la piel de un viejo sastre que pespuntea los males de amor. Dejando o no cicatriz en este remiendo, el cantautor gaditano sobrevoló la inquietud más común en el humano con canciones de tinte más lúgubre y apesadumbrado. Qué esperaban, si el tema de este disco son los corazones rotos, la noche tenía que seguir el guión de desgarro. Pero la vida siempre sigue "como siguen las cosas que no tienen mucho sentido" y ese fue otro de los mensajes que lanzó El Barrio anoche. A fin de cuentas no se ha repetido en vano en la historia de la música y hasta la saciedad eso de "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante" ni "otro amor vendrá". El gaditano frente a frente con sus fieles también tuvo un espacio especial para la esperanza y el renacer. Realmente el público atiende cuando este hombre lanza un dardo a la autoestima y no permitió a los granadinos lanzar el ánimo al foso con el ritmo de canciones como Las costuras del alma, Si no te quieren o Torpe corazón.

El feedback fue perpetuo, al final los tópicos se crean de algo real, el (muy) gaditano tiene gancho y saber recoger el sedal. La empatía sumada al ritmito flamenco y las subidas y bajadas medidas de sus canciones hace bastante inevitable un pequeño arranque traducido en espasmo de hombro y tres o cuatro palmadas al compás. Todo sigue el guión de fiesta barriera.

El que se fuera 'pa' Madrid sin remordimientos se volcó de lleno en los temas de su exitoso nuevo álbum dejando un espacio menor para temas antiguos, aunque igual de eficaces que hace una década. Puede que la crema de la intelectualidad no comulgue con este flamenco, diatribas y maniqueísmo a parte, los "yo no me enamoro más, yo me enamoro una vez" llegaron a miles de personas directamente y a quienes necesiten de un sastre del alma, quizás llegó con más certeza. Comprobado: los lugares comunes, la sincerad a la hora de limpiar el polvo de las esquinas funciona. "Si no te quieren no te preocupes sabes que al final quien a hierro mata a hierro muere", El Barrio dixit.

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