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Granada, el epicentro

  • La historia del rock granadino es una imagen de marca que imprime carácter a los grupos

Se ha hablado del embrujo que ejerce sobre los espíritus de sus habitantes la ciudad con nombre de bomba, de los poderes milagrosos del agua de sus fuentes y aljibes, del magnetismo de sus corrientes subterráneas o de los nutrientes de su fértil vega… Algunos han dado explicaciones esotéricas y los más racionalistas han buscado los motivos en la situación económica y social de los jóvenes granadinos, secularmente precaria. Sea como sea, lo que nadie pone en cuestión es la fecundidad de una escena, la del pop y el rock de Granada, que se ha convertido en legendaria y reconocida en todo el país y más allá, hasta emerger como una imagen de marca que imprime carácter a los muchos grupos y solistas que han surgido en sus sótanos y en sus garajes.

Mucho que ver tuvo sin ninguna duda el empeño de un joven de voz privilegiada criado en el barrio de Cartuja, al que le picó el gusanillo del incipiente y por entonces exótico sonido del rockandroll. Miguel Ríos fue el primero en atreverse y desde que con apenas 16 años tuviera la audacia de hacer el atillo y trasladarse a probar fortuna a la capital y alcanzar el éxito, ha sido un referente para todos los músicos granadinos que han venido después. Su labor como faro y pionero del rock español ha sido reconocida en toda España pero su incidencia en Granada en particular es incalculable. Todavía en los sesenta y cuando el patrón dominante pasó, debido a la influencia de los Beatles, del solista al conjunto, como entonces se llamaba a los grupos, surgieron Los Ángeles, una formación fundamental en el pop granadino, en cuyos inicios también estuvo involucrada otra figura que paseó el nombre de la ciudad por el mundo: Julián Granados, que primero en Los Ángeles Azules, más tarde en Los Brisks y en Los Buenos, y finalmente como solista, triunfó a nivel internacional en el mundo de habla hispana. Con Los Ángeles se inauguró una tradición, la del pop de armonías vocales, cuyo testigo han heredado con orgullo los actuales Lori Meyers. La triunfal carrera de Los Ángeles se vio truncada, como es conocido, por un fatídico accidente de tráfico en 1976, pero afortunadamente, y gracias a la dedicación de Popi González, hijo del malogrado Poncho, que heredó el talento y el carisma de su padre, Los Ángeles continúan a día de hoy en activo con Carlos y Agustín como miembros originales de la formación de los sesenta.

Los setenta fueron en teoría la década menos fructífera para la música popular de Granada, pero proliferaron las orquestas de verbena y con su dedicación contribuyeron a generalizar el uso de los equipos e instrumental para el directo, y a que se diera un primer paso hacia la profesionalización del sector. Mención especial merece La Banda de los Hermanos Cruz, de la que saldrían algunos de los más destacados músicos de jazz de los años siguientes, Dofus, como los anteriores practicantes de rock progresivo con querencia por lo andaluz, y sobre todo los atarfeños Realidad, que aunque no alcanzaron el reconocimiento de Los Ángeles a nivel nacional, sí que gozaron de la admiración de sus paisanos y sirvieron de puente hacia la avalancha de grupos que vendrían con la década de los ochenta. Como muestra basta con decir que el recientemente desaparecido Fonfi, organista durante la última etapa de Realidad, fue durante muchos años el técnico de sonido de 091.

Todavía en los setenta el grupo Al-Dar, de breve trayectoria, fue el germen del que saldrían las primeras bandas de los coloristas ochenta: Magic y 091. Estos últimos marcarían toda una época en el rock granadino, liderando una corriente diversa en lo estilístico y en general marcada por el fenómeno del alter punk: TNT, con Jesús Arias a la cabeza y de donde provenía José Antonio García, a la postre cantante de 091, y KGB, donde destacaría un joven Eric Jiménez, fueron parte del rompedor fenómeno del punk hispano. Era una época efervescente en la que proliferaban los fanzines, las primeras salas de conciertos y toda una fauna de variopintos personajes que ayudaron a crear la primera escena granadina con denominación de origen, al modo de la movida madrileña. De ella surgirían infinidad de grupos, aunque los que acabarían por llevarse el gato al agua fueran La Guardia.

El ocaso de aquella primera oleada de rock granadino llegaría con el cambio de década. Coincidirían por entonces la primera escisión de los 091, la que liderada por Antonio Arias y Eric Jiménez dio origen a Lagartija Nick, la pérdida de presencia mediática de La Guardia, el surgimiento del Festival Espárrago Rock y finalmente, ya bien entrada la década, la lamentada disolución de 091. Afortunadamente, mientras esto sucedía en la superficie, las aguas subterráneas continuaban ejerciendo su influjo y así surgía un grupo, Los Subterráneos (más tarde obligados a cambiar su nombre por el de Los Planetas, debido a la coincidencia con el del entonces grupo de acompañamiento de Christina Rosenvinge), que acabaría liderando la generación indie a nivel nacional. En su estela el número de bandas que aparecían por la ciudad volvió a multiplicarse, y coincidiendo con ellos, otras de nuevos estilos, principalmente los asociados al mestizaje, también proliferarían primero con Tatamka y más tarde con Eskorzo, El Puchero del Hortelano y otros muchos. En otros géneros también surgieron grupos, algunos con prestigio internacional, como Al Supersonic & The Teenagers en el soul, o Los Granadians entre el ska y el rock sesentero, o P.P.M. manteniendo viva la llama del punk-rock.

Antes del cambio de siglo la escena granadina se mantenía en pleno vigor con nuevas propuestas que se incorporaban a la oferta, caso de Harry Up! Niños Mutantes o La Banda Ma' Baker, donde encontró cobijo el caronoventayuno Tacho González, y una vez iniciado el S. XXI de nuevo Granada volvería a aportar otra de las formaciones destinadas a liderar un movimiento. Lori Meyers procedían de Loja, ciudad que ya antes había dado muestras de su vigor musical con grupos como Del Ayo, del que saldría Víctor Sánchez, guitarrista de cabecera de la actual formación de José Ignacio Lapido. De esas mismas entrañas proceden Jean Paul, liderados por su teclista Raúl Bernal, y de igual modo otros grupos consagrados comenzaron a crear proyectos paralelos a modo de saga, caso del Grupo de Expertos Solynieve, con Jota Planetas y Manue Ferrón a la cabeza, Los Evangelistas, formado por miembros de Planetas y Lagartija Nick, o Los Pilotos, otro de los grupos satélites de Los Planetas.

Con la nueva década de los diez han aparecido nuevos talentos que vienen a prolongar la leyenda de Granada como ciudad musical. Los más reconocidos son seguramente Elastic Band, Napoleón Solo y, en un estilo radicalmente diferente, Guadalupe Plata, que aunque originarios de Úbeda, tienen su base de operaciones en Granada. Ayer mismo se conocía la noticia de que habían sido galardonados con el premio Impala al mejor álbum del año, concedido por la Asociación Europea de Sellos Independientes. Pero mientras esto sucede, la escena granadina ya parece tener lista la renovación generacional. Nuevos nombres como los de Pájaro Jack, Aurora o Trepàt, por citar unos pocos, garantizan que durante los próximos años la fama de Granada como inagotable cantera musical se mantenga vigorosa. Como quedó anoche demostrado, en Granada es posible.

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