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"Granada goza de muy buena salud en lo referente al mundo de la poesía"

  • El autor publica 'De bares y de tumbas', un libro con el que homenajea a sus amigos muertos y donde hace un repaso por sus recuerdos en los locales de copas

El tributo al recuerdo de los bares, de cualquier tipo de bar, y el recuerdo a los amigos muertos presiden las páginas de De bares y de tumbas, el último libro de poemas del granadino Manuel García (Huéscar, 1966), poeta, escritor, editor y músico residente en Sevilla. García, un autor que prefiere mantenerse al margen de tendencias poéticas y de grupos enfrentados unos a otros, hace un repaso por todas sus referencias sentimentales y musicales, que van desde Raimon hasta Tom Waits pasando por los músicos de los siglos XVII y XVIII. "A veces, los bares son para nosotros el sitio de la verdadera intimidad, más que nuestras casas", dice.

-¿Cómo surgió este libro?

-Surgió con la idea de cerrar un ciclo que comenzó con el libro Poemas para perros. Tenía la idea de mezclar el asunto de los bares al tiempo que quería hacer un homenaje a algunos amigos muertos. El título es un poco irónico. El libro está dividido en dos capítulos: el primero se centra en una especie de cosa mundana, más hedonista. El segundo capítulo tiene una fuerte inspiración musical. También es una elegía a los muertos vivos.

-¿Muertos vivos?

-Sí, los muertos recientes, amigos de hoy que han fallecido. Empiezo a estar en una edad en la que la muerte está cada vez más presente. Recuerdo a algunos de esos amigos, como Claudio Sánchez Muros, que colaboraba conmigo en mi trabajo de editor, o a Suzanne Bégin, que falleció de cáncer. También rindo homenaje a algunos muertos literarios, a personajes de otros autores que murieron, como el niño muerto de Luces de Bohemia, de Valle-Inclán.

-En su libro habla de toda clase de bares, bares de pueblo, bares de ciudad, bares de estación, locales de copas...

-Lo hago porque los bares pasan por nosotros a lo largo de toda nuestra vida. De hecho, la vida es una memoria de los bares, desde aquellas bodegas a las que nos llevaban nuestros abuelos en la infancia hasta un local nocturno.

-En los bares siempre existe mucha creatividad para los artistas, según parece...

-Una de las ideas que sugiere el libro es que en los bares encontramos nuestra propia intimidad, en donde tenemos momentos de inspiración. A veces, los bares son para nosotros el sitio de la verdadera intimidad, más que nuestras casas.

-¿Y lo de las tumbas?

-Eso está basado en un género musical de los siglos XVII y XVIII. Yo llevo varios años aprendiendo a tocar la viola de gamba y me gusta mucho un tipo de composición llamado tombeau, una obra breve que interpretaban los laudistas y los violistas de gamba franceses e ingleses y que se hacían como homenaje a un amigo muerto o a un muerto ilustre. De cualquier modo, en el libro hay presencia de todas las músicas que han pasado por mi vida, y que van desde Raimon hasta Tom Waits.

-¿Es un libro autobiográfico?

-Sí, es un libro muy autobiográfico. Los muertos de los que hablo son muy recientes y todos los bares que menciono son reales.

-¿Cuánto tiempo se ha dedicado a su escritura?

-Llevo trabajando con él desde los últimos tres años, no de modo total, porque yo me dedico al trabajo de edición, pero sí lo he estando trabajando mucho en el último año.

-Por su estilo, parece que usted no está inscrito a ninguna corriente poética ni tampoco parece que pertenezca a ningún grupo poético...

-Yo no estoy en ningún bando y, desde luego, no me interesa nada estarlo. Prefiero buscarme la vida por mi cuenta. Hasta tal punto, que tengo una editorial en la que publicamos el trabajo de los poetas más dispares. El mundo de la poesía es tan raro, tan subvencionado, que tomar partido por alguien es una torpeza. De todas formas, creo que las guerras entre diferentes tendencias son un poco ficticias.

-¿Por qué se hace tanta poesía en Granada?

-Porque hay una tradición desde hace mucho tiempo. Granada tiene una escuela poética que viene desde Soto de Rojas. Luego también está la Universidad, que hace una labor muy potente en ese sentido y que es, junto con las de Santiago de Compostela y Salamanca, una de las más fuertes. Y hay poetas muy jóvenes y muy buenos. Granada es una ciudad capaz de sacar hornadas poéticas y crear polémicas internas que luego se extienden a todo el país. Eso es señal de que goza de muy buena salud.

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