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El Guggenheim despide a su director financiero por desfalco

  • Roberto Cearsolo remitió al director del museo una carta en la que confesaba la estafa porque "no podía aguantar más"

El Museo Guggenheim-Bilbao ha despedido y denunciado judicialmente a su director financiero, Roberto Cearsolo Barretxea, por un presunto desfalco de casi medio millón de euros a dos sociedades que gestionan el centro de arte. Tras descubrirse a primeros de este mes de abril la presunta apropiación indebida de 486.979,38 euros, el director financiero devolvió voluntariamente al museo 287.900 euros, ofreció reintegrar el resto en tres meses y colaborar para esclarecer el asunto.

El director del museo, Juan Ignacio Vidarte, explicó ayer en una comparecencia ante los medios a la que asistió el resto de su equipo directivo y gran parte de la plantilla del museo, que la presunta estafa ha consistido en la supuesta apropiación de distintas cantidades de dinero, fundamentalmente propiedad de la Sociedad Tenedora del Museo, encargada de la adquisición de las obras de arte de la colección propia, durante, según las primeras investigaciones, 1998, 1999, 2000, 2004 y, sobre todo, 2005.

El presunto fraude a las arcas de esta sociedad, que el museo cha calificado en su denuncia al Juzgado de "distracción continuada de fondos", ha sido descubierto, según reveló Vidarte, a raíz de la investigación que el Tribunal Vasco de Cuentas ha abierto sobre el quebranto patrimonial de 6 millones de euros que supuso para la Tenedora del Museo la compra, en 2005, de dólares con vistas a la posterior adquisición de nuevas obras de arte para la colección propia.

Este Tribunal requirió el pasado 3 de abril el envío de información sobre este asunto al museo y el encargado de proporcionársela hubiese sido el director financiero, pero el hecho de encontrarse de baja desde el día anterior, 2 de abril, hizo que fuese el subdirector del departamento el encargado de recopilarla. Ese fue el momento, según Vidarte, en que se descubrieron las presuntas irregularidades.

Puesto el hecho en conocimiento de Vidarte, quien por esas fechas se encontraba de viaje profesional en Nueva York, el máximo responsable del museo ordenó la inmediata apertura de una investigación. Una semana más tarde, el afectado remitió una carta a Vidarte en la que voluntariamente reconoció los hechos, informó detalladamente de la cantidad presuntamente sustraída, se ofreció para colaborar en el esclarecimiento del asunto y devolvió una primera cantidad de 251.900 euros, ofreciéndose a reintegrar el resto en un plazo no superior a tres meses.

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