La esquina
José Aguilar
Solipsismo en palacio
El arte para él es un ritual. Por eso Guillermo Pérez Villalta ha dicho alguna vez que se siente más sacerdote que productor de arte. Lo que él hace es ponerle en bandeja al espectador la belleza misma. La diosa de su propia mitología. Sin invención, intencionalidad y reflexión no hay cuadro. Puede sorprender que el artista acepte encargos para ilustrar historias inventadas por otros pero sólo lo hace cuando esa historia posee motivos, personajes o cualidades que se cruzan con la suya. Aunque menos conocida, la faceta de ilustrador de textos del gaditano se ajusta a su personalidad. Ha dibujado clásicos como Faetón y La Odisea. Sólo elige la literatura con la que se siente identificado. En La Madraza expone estos días un centenar de dibujos que hizo en 2005 para Galaxia Gutenberg de los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. La comisaria de la muestra, Inmaculada López Vílchez, cuenta que en apariencia "es un libro infantil y con una narración propia de un cuento repleto de anécdotas pero en realidad Swift realiza a través del viajero una crítica social bastante voraz". Gulliver siendo gigante en Liliput, un ser altivo rodeado de hombrecitos; Gulliver enano y ridiculizado en Brobdingnag; Gulliver entre humanos más tontos y deformes que los animales más raros del mundo... y lo peor, entre animales más listos, mucho más, que los humanos.
Es justo ahí, en ese punto feroz, donde Pérez Villalta se encuentra con Swift. Si al escritor le servía para alcanzar la brillantez literaria, al artista le vale para brillar, de nuevo, en sus dibujos. Pérez Villalta inventa los propios mundos de su propio Gulliver. "A través de esa manera casi cómica e inocente" -explica López Vílchez- "llega a unas profundidades que chocan con lo que es la sociedad contemporánea, que puede ser un discurso más profundo". El catálogo de la muestra recoge una cita que habla de ese especial carácter del artista y su arte. "Es posible encontrarse con un feliz sentido del humor, terminado en una obra maestra de implacable seriedad. Sobre todo requiere desde luego una gran capacidad para la fantasía (...) La búsqueda del sentido del humor por el camino de lo chocante". Llama la atención que este texto lo escribiera Juan Antonio Aguirre para el primer catálogo de la exposición que hizo Pérez Villalta. Justo ahora que se cumplen 40 años de su trayectoria artística -después de una Medalla de Oro de las Bellas Artes y un Premio Nacional de las Artes Plásticas- llama la atención que siga fiel a los mismos planteamientos, con la misma maestría.
"Guillermo en su obra es una persona muy crítica pero utiliza una mirada muy amable, la ironía, una pintura que es muy agradable a los sentidos, muy placentera, pero que siempre está buscando, interrogándose, poniendo en tela de juicio lo anterior, abriendo nuevos caminos...". Para la comisaria de la exposición, sus cuadros siempre "esconden una serie de contrastes muy fuertes: en la propia representación del espacio, cómo interpreta la figura, los temas y las composiciones. Tiene un estudio de profundidad muy interesante".
López Vílchez le define como un artista camaleónico. Es conocida su curiosidad intelectual, "es un lector ávido. No para de leer, de investigar, de preguntar... Cualquier elemento de interés, no importa de qué estilo, le puede ser útil". En los Viajes de Gulliver "intenta seguir fielmente el texto, que las ilustraciones sean su reflejo, pero no faltan una serie de guiños donde él selecciona el motivo, los personajes y los puntos de vista". Nos sitúa a veces viendo a Gulliver y otras tantas mirando a través de sus ojos. La vuelta a casa del marinero con tazas de té. Los mapas. La arquitectura de esas extrañas tierras. Las capitulares. Los caballos...
Pérez Villalta no sólo "se fija" en los grandes estilos artísticos sino que mira también hacia las mal llamadas "artes menores", su principal fuente en la ornamentación y decoración. Incluso lo que resulta hortera o extraño. La comisaria destaca que el artista no es una persona de "fácil etiqueta": posee influencias surrealistas, barrocas, rococó pero también provocadoras, escandalosas o kitsch. "Tiene un estilo, una manera de dibujar y componer, muy particular" pero ante todo Pérez Villalta es una persona absolutamente "disciplinada, exigente y crítica". No obstante, si hay algo que caracteriza su obra es que disfruta creando. "Si no hay un goce profundo de los sentidos no le motiva crear. Siempre cuando existe una motivación, una curiosidad o algún aspecto que quiere resolver, va evolucionando a través de la pintura".
Al artista se le ha clasificado muchas veces dentro de la nueva figuración, "pero eso fue en la época que coincide con lo que luego sería la movida madrileña, sus inicios en Madrid". Luego ha ido nutriéndose y confiesa que en su obra hay "un eclecticismo de todos los movimientos, sobre todo de los colaterales o los que han sido más denostados o maltratados por la Historia del Arte". Dice la comisaria que le interesa sobre todo el manierismo, "un arte que se considera decadente" o el rococó, "esa exageración de lo recargado y lo hortera".
En las ilustraciones para el libro de Swift integra todo ese tipo de influencias que dan como resultado una obra "que está alimentándose del pasado pero que es completamente nueva y comprometida con el presente. Es una persona que bebe y se nutre de las fuentes del pasado pero que las convierte en algo tan nuevo y moderno que lo que genera es completamente inédito".
Esa investigación continua sobre la representación aparece en toda su obra: "el juego de la geometría, la ambigüedad espacial, el engaño de los sentidos...". Juega con la paradoja de la realidad y lo representado. ¿Podría ser nuestro Escher? "Realmente están en el mismo punto de partida con ese choque. Cuando el cerebro percibe un elemento geométricamente incorrecto, si está bien coloreado, sombreado e iluminado lo considera como algo creíble". Altera todos los sistemas de representación, el concepto de espacio tradicional y lo reconvierte "creando espacios imposibles geométricamente hablando pero pictóricamente armoniosos".
En la exposición de La Madraza se pueden ver además dos obras de la colección de Pérez Villalta, Artista viendo un libro de arte y Hombre dibujando, que dicen mucho del artista. Especialmente la primera. "Son muy especiales porque son como las joyas de su colección particular", subraya López Vílchez. Artista viendo un libro de arte nos descubre esa parte de sacerdote de la que habla el gaditano: "Él la describe como una anunciación. La obra es la revelación del artista ante la creación y ante la obra de arte, cuando aprecia la belleza del arte como si fuera una anunciación religiosa. Ese momento sublime que es difícil describir con palabras pero que se puede establecer visualmente".
En el cuadro están sus inquietudes, su paisaje, sus gustos y todo el saber acumulado. Están Oriente y Occidente. Lo analiza José Ibáñez. La figura central del cuadro, un artista, mira en un libro de arte dos láminas: el descendimiento de Giotto, donde considera se inicia el arte en Occidente apartándose del bizantino, y un paisaje de ruinas clásicas de Poussin, "donde se representa tanto el clasicismo como la ensoñación de su pérdida. La última, apenas visible, es el pie del gran desnudo de espaldas de Ingres, donde, de nuevo, Occidente mira a Oriente".
Es el homenaje a la tradición clásica, explica López Vílchez, pero todo alrededor del cuadro "son pequeños homenajes a distintos estilos. El bodegón del florero, las alfombras, la parte superior... y lo que aparece en los ventanales es la rejilla que él utiliza compositivamente en todos sus cuadros, una composición muy rígida a base de cuadros y diagonales". Todos sus dibujos, incluso los de Gulliver, tienen esa trama que divide la composición. "Es muy pulcro, muy metódico y sus dibujos preparatorios, sus bocetos, definen perfectamente todos los detalles que luego llevará el cuadro".
Especialmente conocido en Granada por el conjunto ecuestre del Ayuntamiento que inventó, Pérez Villalta es mucho más. Sacerdote, si él quiere. "Cursi" como ha llegado a decir. Provocador, inteligente y sincero. Un Gulliver que ha pisado ya muchos mundos.
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