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Un Hiperión "sereno y contundente"

  • La granadina Paula Bozalongo se alza con el prestigioso premio de poesía con su primer libro, 'Diciembre y nos besamos', una obra de búsqueda de lo desconocido y de interrogantes

El aprendizaje vital de los escritores consiste, en primer lugar, en leer a los grandes y después, con suerte, llegar a conocerlos, momento que en muchas ocasiones sirve para derribar el mito construido en noches de insomnio, tirarlo del pedestal con la determinación de los ciudadanos de Bagdad cuando arrasaron con la estatua de Sadam Husein. Pero Paula Bozalongo (Granada, 1991), que acaba de ganar el Premio Hiperión de Poesía por Diciembre y después me besas, jugó en primer lugar en los brazos de los poetas que luego, con los años, comenzó a leer. "He conocido a la gente de la poesía antes que sus poemas, cuando suele ser al contrario, pero yo empecé a conocerlos sin saber muy bien qué escribían, y ahora me toca entenderlos", explica la joven autora, que es hija del responsable de la editorial Valparaíso. "Mis escritores favoritos no se pueden caer del altar, porque ya estaban ahí antes de haberlos leído", resume la estudiante de Arquitectura que ha comenzado su carrera literaria con un premio de prestigio.

Paula Bozalongo escribía casi de forma natural, igual que los niños echan a andar un buen día. Sus conocidos sabían algo de su pasión por la escritura, había publicado algún poema en revistas, pero poco más. Para encontrase con la poesía sólo tuvo que alzar la vista hacia las estanterías de su domicilio. "Vas investigando y, muchas veces, me hablan de un libro y aunque no lo haya leído sé cómo es el lomo y la portada que tiene, porque están en la biblioteca de mi casa", explica la autora sobre su acceso a la isla del tesoro de los libros.

Y eso que leer novelas que se suponen son para personas de más edad es un arma de doble filo, porque se encuentran con páginas que no acaban de descifrar del todo, pero que los sumergen en la incertidumbre y los dejan abrazados a una duda. "Hay libros que a veces te sorprenden y otros que no tanto, me pasó con El hereje, que comencé a leer con 14 años y me descolocó porque no era el momento de leerlo", señala. En esos años ya estaba involucrada en el Festival Internacional de Poesía de Granada, donde conoció a muchos premios Nobel con la naturalidad de quien tiene el futuro en sus manos.

Y decidió enviar Diciembre y después me besas a un galardón que llevaba nueve años sin premiar a una mujer. El jurado, compuesto por Francisco Castaño, Luis García Montero, Jesús Munárriz, Benjamín Prado y Raquel Lanseros, eligió por unanimidad el libro de esta joven de sólo 22 años por "los hallazgos expresivos y la serena y contundente belleza de su escritura, más destacable por su juventud".

Diciembre y nos besamos es un mes posterior en el calendario poético al Noviembre de Luis García Montero. Pero "es algo casual", dice descartando que se trate de un homenaje. "Los poemas son una búsqueda, una inseguridad asumida, estoy en el momento de buscar y es algo que se corresponde con mi edad y con mi trayectoria vital", explica la estudiante de Arquitectura que también probó suerte en la Facultad de Filosofía y Letras. "Es una búsqueda aunque también se trata de disfrutar del momento, no sé nada, busco algo que no conozco", dice dando una vuelta de tuerca a la máxima de que lo importante es lo que sucede en el camino, no es destino final.

Ahora, cuando se hace una búsqueda en Google sobre el premio Hiperión, aparece el nombre de Paula Bozalongo compartiendo página junto a Benjamín Prado o Andrés Neuman. Otros poetas de prestigio, como Luis Muñoz, tuvieron que conformarse con el accésit. "El premio es una guía para saber qué publica alguien que empieza a publicar", comenta la autora a sabiendas de que en estos primeros libros es dónde mejor se comprenden a los autores consolidados de hoy. Aunque haya escritores como el propio Benjamín Prado que, cuando se topa en una librería con su primer poemario, lo compra sin dudarlo con la intención 'homicida' de hacerlo desaparecer. "No creo que me pase a mí, es un trabajo hecho a conciencia, no he tenido prisa por publicar hasta estar convencida del todo", concluye Bozalongo, hija de su tiempo y enemiga de las tendencias paternalistas en la poesía. "El compromiso social es algo lógico para un poeta, que es un observador crítico de la realidad, pero no me gusta la poesía que da consejos", concluye la arquitecta de Diciembre y nos besamos.

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