Historia hecha a medida

La catedrática de la UGR Margarita Orfila repasa las grandes falsificaciones de la ciudad, y destaca la rocambolesca historia del 'pícaro' Juan de Flores

Los 'Libros plúmbeos' del Sacromonte.
Los 'Libros plúmbeos' del Sacromonte.
G. Cappa Granada

25 de mayo 2016 - 05:00

Según Thomas Hoving, historiador y exdirector del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, el 40% del mercado del arte se compone de falsificaciones. También la historia, que escriben con puño firme los vencedores, es pasto del fraude. En Granada hay tres casos concretos que han intentado crear una Historia paralela, pasados gloriosos pero tan falsos como un billete de 30 euros. La catedrática de Arqueología Margarita Orfila Pons señala como los grandes hitos de la historia de la suplantación histórica los hallazgos en la Torre Turpiana, los Libros plúmbeos del Sacromonte y la rocambolesca historia de Juan de Flores, ya en el siglo XVIII. Orfila, que ofreció una conferencia esta semana dentro del ciclo La falsificación de bienes culturales, que organiza la Real Academia de Bellas Artes, la Facultad de Derecho y la Fiscalía Superior de Andalucía, subraya que las falsificaciones siempre están relacionadas con el triunfo de los Reyes Católicos sobre el Reino Nazarí y el proceso de cristianización de la sociedad granadina.

A finales del siglo XVI, en 1588, se llevó a cabo la demolición de la Torre Turpiana, el antiguo alminar de la Mezquita Mayor. Apareció una caja de plomo con huesos, una imagen de la virgen, un pergamino con la firma de San Cecilio y una serie de profecías... Es el inicio de la falsa historia de Granada. "Los moriscos cristianizados siempre estaban en tela de juicio por la sinceridad de su conversión, siempre pesaba la sospecha de que era un paripé y que en privado seguían profesando su religión, en contraposición a los cristianos viejos llegados con la Conquista de Granada. Los moriscos tenían en este contexto la necesidad a comienzos de la Edad Moderna de mostrar que tenían un origen cristiano en su pasado, para evidenciar que no sólo se habían convertido, sino que antes de la llegada de los musulmanes tenían un pasado cristiano glorioso", subraya la historiadora. Los moriscos se acogen a un escrito real, el Concilio de Elvira, del siglo IV, el más antiguo documentado de la cristiandad. En base a esto se hace la falsificación de la Torre Turpiana. Al poco, en 1595, comienzan a aparecer los famosos Libros plúmbeos en la colina de Valparaíso, en el actual Sacromonte, con referencias al martirio de San Cecilio, discípulo de Santiago. Al final se demuestra su falsedad, "aunque todo engaño tiene una realidad detrás, porque es una recreación de la historia de Granada antes de la llegada de los musulmanes para demostrar que son aún más cristianos que los castellanos viejos". Hasta Inocencio XI no se produce una condena de los restos aparecidos , lo que dio tiempo a crear en Valparaíso una Abadía "que se convirtió en un centro de estudio de referencia a nivel europeo".

Así hasta que, a mediados del siglo XVIII, se decide en Madrid orquestar una serie de campañas arqueológicas a nivel nacional para sacar a la luz la historia patria, en el espíritu de la época de bucear en las glorias del pasado. Y aparece la figura de Juan de Flores, un experto en antigüedades al que se le fue la mano glorificando el pasado romano del Albaicín. Comienza a excavar en 1754, en un lugar en el que años antes habían aparecido diversas inscripciones de época romana. Durante un mes trabaja correctamente y descubre elementos auténticos como parte del enlosado del foro de la ciudad de Granada. Pero rápidamente aparece la idea de volver a insistir en el pasado memorable de la ciudad. Y es la razón de ser de las intervenciones de Juan de Flores entre 1754 y 1767. "Al poco tiempo comenzó a inventarse una historia que llega a ser divertida por los objetos que hace recrear con un equipo de falsificadores que crea a su alrededor. Él se inventaba descubrimientos con un guión que se marcó previamente, porque tenía dinero para este trabajo en el que acabó tan entusiasmado recreando inscripciones y objetos", recuerda Orfila. Pero la gente comenzó a sospechar cuando fue sacando de la nada un templo tras otro y hasta en los diarios italianos se comenzó a hablar de Granada como la nueva Pompeya. Al final acabó siendo denunciando y salió a la luz el monumental engaño de Juan de Flores, que se rodeó de un equipo de eficientes falsificadores que dibujaba las piezas que, a continuación, se cincelaban para que apareciesen de la nada en el yacimiento.

Al final, además de pagar las costas del juicio, tuvo que destruir o enterrar lo que su febril imaginación le dictó, un material que a día de hoy, siglos después, sería pieza de museo. Encontró retos de templos dedicados a Apolo o Marte y tenía una "obsesión" por la defensa de la Inmaculada Concepción, por lo que fue creando diversos elementos para justificar esta teoría. "Tenía su punto de gracia, eran inscripciones muy raras con alfabetos que ellos mismos se inventaban y que posteriormente adivinaban", señala Orfila para recomendar a continuación la lectura del libro Don Juan de Flores y Oddouz, pícaro y mártir. Cultura y picaresca en la Granada de la ilustración, de Manuel Sotomayor Con todo, su febril imaginación tuvo repercusiones de cara a la historia de Granada, ya que "siempre se ha puesto en tela de juicio la realidad del periodo romano en Granada", señala la investigadora que, en este contexto, cita recientes hallazgos como las dos inscripciones romanas encontradas en el Albaicín en 2003. Y estas, además de otras treinta, sí eran auténticas...

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