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Historias venidas del Norte

El festival monográfico Música para la escena que este año la Orquesta Ciudad de Granada ha incluido en su programación tocó a su fin con la puesta en escena de la música que Edvard Grieg escribiera para la pieza teatral de Henrik Johan Ibsen Peer Gynt. Esta música, que ha sido bien difundida en su versión reducida de dos suites orquestales, fue escrita para el estreno de la obra de teatro de Ibsen, y desde entonces gozó de gran popularidad, tanta como el texto del dramaturgo. Es infrecuente el poder disfrutar en escena de ambas joyas artísticas, razón por la cual resultó más interesante el montaje de la OCG. Respetando la estructura musical de la obra de Grieg, se insertaron fragmentos narrativos en castellano, que hilaron cada escena y contaron las rocambolescas aventuras de Peer Gynt.

Para poner en atriles esta obra se contó con un amplio elenco de artistas. En primer lugar, la poderosa voz de Simón Andreu marcó una pauta de calidad, al modular el texto narrativo con gran riqueza de caracteres. En lo musical, el trío de solistas vocales resultó igualmente acertado; tres voces de enorme belleza y gran calidad que glosaron los sentimientos de los personajes de Ibsen. También hay que destacar la versatilidad y riqueza tímbrica de la OCG, y el buen hacer y la enorme capacidad expresiva del Coro de la OCG, que hizo de cada una de sus intervenciones un momento singular. Con toda esta materia prima el resultado no podía ser malo; sin embargo, en esta ocasión hemos de reconocer el mérito más a los músicos que al director, el francés Philippe Bender, que se mostró desafortunado en algunas de las elecciones realizadas. Suprimió algunas partes corales, ralentizó en ocasiones los tempi y no supo calibrar los efectivos orquestales, que adolecieron una vez más de mesura en lo que a las trompetas y trombones se refiere.

Peer Gynt, obra en cinco actos, está compuesta por una serie de episodios en los que su protagonista encuentra aventuras, peligros y amores fugaces, aunque hace desgraciados a varios personajes. Asse, su madre, muere de pena, momento magistralmente reflejado en el preludio del tercer acto, una de las piezas orquestales de Grieg más conmovedoras y profundas. Igualmente, conquista a la bella Anitra, una bailarina que interpreta una sensual danza para él; la deliciosa voz de Helena Gjerris se llenó de exotismo para escenificarla. Por último, Solveig canta en la lejanía su amor por Peer. Este canto es mundialmente famoso, por lo que enfrentarse a él no resulta tarea fácil; a ello se le une la complicada línea melódica que describió Grieg, con saltos y varias notas agudas tenidas en dinámicas suaves. Magistral fue, en este sentido, la versión de Inger Dam-Jensen, que puso al servicio de tan bello lamento su magnífica técnica vocal y su riqueza tímbrica.

En una de las escenas Peer encuentra a tres pastoras, que fueron interpretadas por las solistas del Coro de la OCG Elvira López, Verónica Plata y Anni Runnio; perfectas en su papel, sus voces se proyectaron claras y con potencia sobre el entramado orquestal. Igualmente eficiente fue la participación de los bajos Adolfo Palomares y Fernando Ruiz. Estas intervenciones puntuales, unidas a las partes para todo el coro, demuestran la buena salud artística del Coro de la OCG, que cerró el concierto con un coral sobrecogedor que le sirvió para expresar una vez más su ductilidad y su buena sintonía con la OCG.

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