Entrevista Ignatius Farray | Cómico

"Una persona aburrida es una persona peligrosa porque está fuera del sistema"

  • El humorista canario publica unas divertidas memorias donde reflexiona sobre el hombre tímido y tierno nacido en Granadilla de Abona y el personaje salvaje que interpreta encima del escenario

Juan Ignacio Delgado Alemany (Tenerife, 1973), alias Ignatius Farray, en una imagen

Juan Ignacio Delgado Alemany (Tenerife, 1973), alias Ignatius Farray, en una imagen / Patricia J. Garcinuno

¿Recuerdan al Loco de Las Coles de La hora chanante? La primera vez que Juan Ignacio Delgado Alemany (Granadilla de Abona, Tenerife, 1973) interpretó a este personaje le pudo la histeria. Producto de esa ansiedad sufrida durante el rodaje nació el característico grito sordo, una definición de Freud sobre la angustia desde el lenguaje corporal. Hasta ser Ignatius Farray, su álter ego artístico, pasarían varios años más, numerosas actuaciones en circuitos underground y hasta se grabaría una serie sobre su vida (El fin de la comedia), nominada a los Premios Emmy en 2018.

El monologuista canario publica ahora unas divertidas memorias donde reflexiona sobre el hombre tímido y tierno nacido en un pueblo canario y el personaje salvaje que interpreta encima del escenario ("su peor enemigo", dice en el libro). En Vive como un mendigo baila como un rey (Temas de hoy), el colaborador de La vida moderna cuenta su particular manera de entender el mundo y la comedia; airea sus inseguridades con valentía y revela los delirios que pasan por su cabeza al ejercer esta profesión. Muchas de estas cosas las contará este sábado en el Palacio de Congresos donde presentará el espectáculo La comedia salvó mi vida.

-¿Después de escribir este libro sabe diferenciar entre Juan Ignacio e Ignatius Farray?

-El libro es una especie de investigación para resolver este dilema: dónde está esa fina línea entre Juan Ignacio e Ignatius Farray. Hay una frase de Nietzsche que me inspiró para el título: "El artista es el que baila internado" (ríe). Me hizo gracia. Lo de vivir como un mendigo lo interpreto como ser muy consciente de donde están tus límites, saber hasta dónde puedo llegar. Aún sabiendo donde están tus límites poderte apañar para sobrepasar esa línea, poder expresarte, bailar a tus anchas. Hay una especie de confrontación entre hasta dónde llega Juan Ignacio y dónde llega Ignatius. Yo soy una persona muy cobarde. Nunca pensé que me pudiera subir a un escenario. Por otro lado está Ignatius. Refugiándome un poco en él pude ganar ese terreno de subirme a un escenario. El precio a pagar ha sido muy alto. Ignatius es mi manera de estar en el escenario. En el fondo a él le puede la ansiedad y la histeria.

Otra fotografía reciente de Ignatius Otra fotografía reciente de Ignatius

Otra fotografía reciente de Ignatius / Patricia J. Garcinuno

-¿El miedo puede ser un buen motor de inspiración o acción?

-Pienso que lo contrario de la risa no es el llanto. Lo contrario de la risa, la comedia, es el miedo. La comedia aspira a conseguir esa sensación de libertad. Aunque sólo sea en el momento de la actuación. Es un espejismo, un fantasma de libertad. Luego en la vida real no puedes comportarte de esa forma. Pero ahí en ese momento sí que existe ese sensación de libertad. En cambio, el miedo es justo lo contrario: te paraliza y te deja maniatado.

-¿Cómo se plantea hacer ese tipo de humor salvaje e irreverente en un momento de corrección política?

-Hay que ser conscientes de dónde están los límites. Es muy difícil. Yo prefiero que haya límites del humor. Existe toda esa corrección política y por parte de la izquierda toda esa conciencia de que algunos grupos sociales son sagrados. Es necesario y fundamental tener respeto por los grupos sociales más desfavorecidos, pero no hay que confundir una cosa con la otra. Que tú hagas comedia sobre un tema determinado no significa que estés menospreciando ese tema. Significa que lo quieres transcender, que quieres hablar a otro nivel de este tema controvertido.

-Por lo menos lo está nombrando. No es un asunto invisible.

-Exacto. No te quedas con la boca cerrada. A veces hay que saber cuándo cerrar la boca. Eso también es útil. La libertad de expresión no significa obligación de expresión. Entiendo el tema de los límites porque a mí me muestra dónde está la raya. Hay que bailar sobre esa raya. Para mí es un estímulo saber que puedo poner el pie más allá de esa línea. A veces puedo derrapar y que la cosa salga mal. Eso no me va a impedir volver a intentarlo, y que en alguna ocasión con un poco de suerte pueda hablar sobre un tema controvertido (eutanasia, feminismo, aborto) y lo consiga con la complicidad de la gente. Se puede hacer comedia sobre temas controvertidos y que no pase nada grave.

-¿El humor debe aspirar a incomodar pero nunca ofender?

-No es mi manera de entender la comedia. Mucha gente me dice que yo puedo llegar a ser posesivo e incómodo, pero cuando resulta así (puede ser en muchas ocasiones) lo vivo como un fracaso y siento muchos remordimientos. La comedia debe ser conciliadora. Dos personas que, aunque piensen de una manera muy distinta, se ríen juntas en un momento dado crean un vínculo de confianza indestructible. La comedia debería aspirar a eso y no a la incomodidad. Si yo consigo incomodar es en todo caso por mis carencias como cómico. Ojalá yo algún día lo pueda hacer mejor. Los lazos que establecen la comedia son de complicidad y de confianza entre dos personas.

Portada del libro 'Vive como un mendigo baila como un rey' Portada del libro 'Vive como un mendigo baila como un rey'

Portada del libro 'Vive como un mendigo baila como un rey' / G. H.

-Esa conciliación de la que habla se podría trasladar a la clase política. ¿Es más probable que dos políticos se rían de un mismo chiste a que se pongan de acuerdo en algo?

-Ya (ríe). La situación política actual es vergonzosa. Ahora parece increíble que dos políticos en vez de radicalizarse y darse la espalda el uno al otro lleguen a una especie de pacto o entendimiento. Reírse juntos sería un primer paso muy bueno. La risa está más allá del bien y del mal. La política ahora se mueve a un nivel muy rastrero y la comedia sublima eso. Hay un problema absoluto de confianza de la gente respecto a los políticos y de los políticos entre sí. La risa es una manera de establecer confianza con cualquier persona.

-"Nunca hubiera tenido la oportunidad de conocerme a mí mismo si no existiera esta forma de hacer comedia". ¿Qué sería de su vida si hubiera cogido un vuelo a Granadina de Abona en el momento equivocado?

-No me imagino haciendo otra cosa. No soy capaz de visualizarlo. La comedia me ha dado una manera de conocerme a mí mismo. Gracias a la oportunidad que te da la gente de comportarte de esa forma. Tú en ese momento, arriba en el escenario, lo que sientes es soledad. A mí me gusta esa soledad. El público te acompaña y te arropa. A mí me sirve como una especie de espejo donde mirarme. Es como una experiencia vital muy básica y a la vez muy extrema. Eso ha existido desde el principio de los tiempos. Alguien en el centro de un círculo rodeada por gente que te mira desde la penumbra. Antropológicamente hablando ahí sucede algo chamánico. Es pura magia. Es una experiencia humana muy básica que te revela muchas cosas.

-La comedia pone al público a veces frente a un espejo que no quiere mirar.

-En el mundo real, las personas no muchas veces se dicen la verdad a la cara. Eso también es útil y tiene una función social. En el escenario la gente te da la oportunidad de decir esas verdades a veces incómodas. Por eso hablo de un espacio de libertad. Nos podemos quitar las máscaras aunque sea en esas circunstancias. Los cómicos estamos jugando con fuego porque expresarnos con nuestra crudeza no es lo habitual. Tú ahí representas lo que piensa todo el mundo. En ese sentido, la incomodidad existe porque son cosas que en la vida real no son tan fáciles de decir. La mejor comedia debería aspirar a que la gente se sienta representada por el cómico en algún sentido.

-En el libro hace un elogio del aburrimiento. ¿Por qué la gente prefiere consumir y hacer planes continuamente a aburrirse? ¿A qué tienen miedo?

Primer plano del cómico Primer plano del cómico

Primer plano del cómico / Patricia J. Garcinuno

-El aburrimiento es un tema tabú en nuestra sociedad. Incluso ocurre con los niños. Los padres cuando ven a sus hijos aburridos se sienten mal. Esto también funciona con los adultos. Lo de aburrirse lo vemos como un fracaso cuando es algo muy humano y extraordinariamente inspirador. En ese hueco de tiempo sin rellenar pueden surgir muchas cosas, ideas inesperadas, conociéndote a ti mismo. Una persona aburrida también es una persona peligrosa porque está fuera del sistema y se crea sus propias normas. Es increíblemente creativo aburrirse. Hay una frase que escuché durante el confinamiento: "Decimos que hay que hacerse un hueco en el mundo". Quizá en el confinamiento pensamos que hay que hacerse un mundo en el hueco. Me parece una frase muy inspiradora. 

-Los cómicos canarios y murcianos está arrasando en el país. ¿A qué se debe?

-Hay una ola de cómicos canarios. Son compañeros míos. Es un orgullo. Murcia siempre fue de los sitios de cuando yo empecé a actuar en 2001 donde más llamaban a cómicos. Recuerdo actuar en Murcia capital y en sus pueblos: Cieza, Torre Pacheco. Murcia era mi segunda patria. Desde aquello noté esa complicidad. Allí la gente tiene una habilidad especial para reírse de sí mismo. Son muy abiertos. Soy un admirador del carácter murciano.

-¿Qué cree que es peor: quedarse sin ideas o sin trabajo?

-(Ríe). Hombre, la verdad es que poder ganarse la vida profesionalmente con algo ayuda bastante. A nivel espiritual, uno puede pasar por muchas inconveniencias en su vida. Te vaya mejor o peor a nivel profesional uno como persona tiene que luchar por tener ese mundo propio. Tu manera de ver el mundo, tus ideas. Eso no te lo puedo quitar nadie. Tu vida personal es lo más valioso.

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