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Imágenes nómadas

  • La Facultad de Bellas Artes abre, dentro de la Bienal de Fotografía, 'Wide open eyes' del fotógrafo israelí Ilan Wolff, donde muestra las fotografías de su cámara oscura

Ilan Wolff (Israel, 1955) es capaz de practicar la trahsumancia fotográfica sin ningún tipo de arraigo a la era digital. Cuando lo que se lleva es la fotografía contemporánea, él acude a la fotografía a secas, a la fotografía en paños menores, desnuda de todo tipo de usurpación por cable, obra o manipulación. Podría decirse que en su hipotético mundo realista-fantástico Wolff es algo así como un nómada fotografiando en el desierto. Sólo que su desierto tiene un montón de edificios. Y sus edificios, muchas más historias.

Si alguien no lo conoce, el israelí es un fotógrafo que aún utiliza la cámara oscura. En su caso, una furgoneta forrada de negro en su interior y que al ser perforada permite el paso de la luz y la impresión de una imagen. Lleva 30 años utilizándola: "Cuando descubrí la cámara oscura supe que ese era mi camino". Estaba en clase de Fotografía. Mucho después, cuando consiguió un estudio de 40 metros cuadrados en pleno centro de París y con seis ventanas que le dejaban ver las maravillosas vistas, Ilan Wolff quiso ir más allá. "Quise saber cómo se formaba la imagen en la cámara. Quise estar dentro y observar el mundo exterior desde el interior". Forró el estudio de plástico negro e hizo varios agujeros. Después vino la furgoneta y sus conocidas imágenes. Asombra la de la Torre Eiffel queriendo separarse de la tierra.

La Facultad de Bellas Artes inauguró ayer a las 20 horas Wide open eyes. En el centro de la sala de exposiciones, rodeada de paredes y las fotografías de Wolff, una escultura rara domina el eje central. Se trata de una sola de sus posibles cámaras: una lata de aluminio sobre un trípode de madera. "Al ser redonda, las imágenes que se obtienen con ellas están deformes".

Lo suyo tiene más que ver con aquellos colores sepias en cuyo fondo imaginamos a autores como Aristóteles y Da Vinci que con los histriónicos mundos de algunos fotógrafos de ahora. Él considera que, más bien, es un puente entre ambos. Su filosofía es mostrar a la joven generación la técnica antigua, "sin máquinas". Lo suyo es volver al origen de la fotografía congelando, sin embargo, el presente.

Una de las obras más impresionantes de la exposición es Café París, donde Wolff superpone a la imagen de la cafetería otra de las típicas botellas y tazas que se pueden encontrar en ella -éstas puestas directamente sobre el papel dentro de su cámara-.

Wide open eyes ofrece al espectador una retrospectiva de todo su trabajo hasta ahora: desde la cámara oscura a los fotogramas que trabaja con calor o con la luz de la luna (lunagramas). En ella, edificios reales pero fabulosos (la Fábrica de Asturias o el Museo Guggenheim de Nueva York), paisajes mágicos (Árbol muerto cerca de Jerusalén o Paisaje del sur de Francia), personajes misteriosos (Nicolás II, Músicos en Ámsterdam) se abren paso en una suerte de cuento fantástico.

Wolff prepara una exposición dedicada a Andalucía y que espera tener lista para el año que viene. Tanto le gusta esta tierra que se ha mudado al Cabo de Gata en Almería.

Ilan Wolff Facultad de Bellas Artes

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