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Javier Krahe se estrena hoy en la sala El Tren

El cantautor satírico por excelencia, Javier Krahe, vuelve a Granada, esta vez a la sala El Tren, la tercera que pisa en dos años en nuestra ciudad. Krahe fue un asiduo de la desparecida sala El Secadero durante los muchos años en que tuvo que moverse por los subsuelos, prácticamente silenciado por la oficialidad desde que tuviera el atrevimiento de cuestionar desde el sarcasmo la moralidad de un presidente, Felipe González, en cuyos dominios no parecía haber sitio para cierta disidencia. Desde que una sentencia dejara huérfanos a los habituales de la sala de Alhendín, y entre ellos estaba el cantautor madrileño, este ha tenido que buscar acomodo en otros escenarios, y así ha pasado en los últimos años por el Teatro CajaGranada, y las salas BoogaClub y Planta Baja antes de estrenarse esta noche en El Tren, donde actuará a partir de las nueve de la noche.

La casualidad y las circunstancias han querido que ahora que muchos ven ciertas similitudes entra los años previos al ascenso del Partido Socialista y la ilusión que en muchos ciudadanos despierta la opción de Podemos, Javier Krahe haya vuelto a las portadas gracias a los coqueteos de Pablo Iglesias, que se ha atrevido a cantar junto al propio Krahe su controvertido Cuervo Ingenuo. Síntoma de la dura lluvia que va a caer o no, el caso es que después de tantos años en las catacumbas parece que algo de justicia poética ha hecho que su nombre vuelva a figurar, como siempre ha merecido, entre los de los cantautores de referencia de nuestro país. Mordaz, socarrón e irónico como letrista, autor de espíritu burlón e irreverente, sus canciones resultan inconfundibles por la facilidad para la rima clásica que tiene y que siempre imprime a sus temas. En ellos reflexiona con sentido del humor sobre las grandezas y las miserias de los sentimientos humanos, en crónicas de alcoba que salpica de melancolía, de picardía o de ambas cosas al mismo tiempo. Historias sobre el deseo, la fe o la ausencia de ella, el destino trágico, o tragicómico al que nos condena la vida y el poder, siempre usando con ingenio las esdrújulas, configuran el cancionero personal del eterno Javier Krahe.

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