La semana de cine negro de Salobreña vivió ayer un momento mágico con la presencia del director de cine José Luis Garci. Con exquisita puntualidad llegó a la plaza de la Villa, con la seguridad que da una dilatada y laureada carrera cinametográfica, pero al mismo tiempo (y ahí está la magia) con la curiosidad de un niño que quiere aprender más y más. Ya con el director de la muestra, Juan Madrid, en el interior del teatro, no le quedó rincón por observar, demostrando interés por los carteles de las películas y los libros expuestos. "¡Pero si los tengo todos!", comentó con una sonrisa.
Un distendido Garci confesó su sorpresa por el Auditorio Martín Recuerda: "Es maravilloso, magnífico, 300 y pico localidades, parece uno de esos teatros de Nueva York, tipo Lincoln Center, es preciosa la arquitectura y yo no creo que lo tengan más de 2 o 3 capitales de provincia. Entonces hay que sacarle jugo y hacer la semana de cine negro y la del cine blanco, y teatro, porque esto puede ser un foco cultural importante".
En la tarde gris de ayer se rindió homenaje a su querido Alfredo Landa con la proyección de la película El Crack II. Se le iluminaba la mirada cuando hablaba del actor navarro: "Hemos hecho 7 películas, pero han sido 40 años de amistad y hemos estado más tiempo hablando de fútbol o de lo que fuera que de cine. Yo he tenido la suerte de trabajar con los mejores, pero es que Landa era amigo, teníamos una relación de compartir películas y la vida al mismo compás, no había viernes que no cenáramos juntos y nos unía que tomábamos muchos martinis".
En su libro de cócteles Beber de cine demuestra que ha recorrido "algunos bares por todo el mundo" y "nadie los hacia como Alfredo Landa, tenía ese don, no sólo era un golpe de muñeca, era un golpe de corazón y alma".
En una rueda de prensa en la que se prestó a hablar de todo, cuando se le preguntó por el reciente documental de Jordi Évole sobre el 23-F Operación Palace, comentó desde la humildad que ese programa "no es que lo haya hecho yo, lo ha hecho Évole, yo he hecho un papel de actor, como Gabilondo u Ónega, es una buena película, he participado pero los méritos son para otros".
De lo más reciente a lo más alejado en el tiempo, mira el pasado con "una nostalgia jubilosa". Este genio del séptimo arte que ya no volverá a dirigir películas recuerda que "antes el cine era el cine, de esas grandes salas que había en la Gran Vía de Madrid o Barcelona, que tenían algo misterioso como todas las catedrales, donde te iban a contar una vida de repuesto para que pudieras ir para adelante. Pero no sé que va a ser del cine, y tampoco me importa mucho, porque ya no es mi pelea; son otros los que tienen que luchar por él".
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