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Jubilación postergada

B.B. King + Scott McKeon + Blues Fever + Miss In Blues. Fecha: sábado 5 de junio. Vegas del Genil. Aforo: 4000 personas.

Como cada año cuando las temperaturas suben hasta convertir el aire en una masa espesa y difícilmente respirable, tocaba cita con el Tabaco Blues, un festival que sobrevive a pesar de mantener en su nombre un demonio tan mal visto hoy en día con la invasión de lo políticamente correcto. El día menos pensado le retiran todas las subvenciones por ser perjudicial para la salud. Mientras llega ese día, sus organizadores se han liado la manta a la cabeza y para la de 2010 han acondicionado un espacio de mayor capacidad que en ediciones anteriores y absolutamente al aire libre, despojado de la carpa en la que se venía celebrando últimamente. No era para menos, teniendo al rey del blues como cabeza de cartel. A sus 84 años, el incombustible B.B. King no es desde luego el que era, pero ningún aficionado al género de los doce compases pudo resistirse a acudir a la que seguramente sea su última llamada por estos lares. Desde su primera visita en los primeros 80 a la plaza de toros de Granada (algunos de los del sábado sí que éramos los mismos de entonces) ha llovido mucho y el vigor del viejo bluesman se ha visto algo resentido, pero la condescendencia es uno de los sentimientos que provoca la vejez y pocos fueron los que protestaron. Y los que lo hicieron, centraron su queja en un sonido algo deficiente y en unos servicios poco previsores, pues con unas 4.000 almas sedientas de blues no es de recibo agotar la cerveza antes incluso de que el nombre principal del cartel haya salido al escenario. Y es que su legendario nombre logró convocar prácticamente el doble de asistencia que en la edición del año pasado. La noche comenzó con unos Miss In Blues a los que nadie esperaba, pues su nombre no aparecía ni en las entradas, que sirvieron para ambientar la peregrinación del personal. El nivel subió unos peldaños con Scott McKeon. En formato de trío, el que fuera niño prodigio del blues ofreció una actuación más que correcta, con una base firme de bajo y batería bien engrasada para sus devaneos con la guitarra eléctrica. Con la ayuda de unos pedales creaba bucles de sonido sobre los que lucir su buen pulso y su impecable digitación. Tras él llegó el turno del esperado Blues Boy King. Antes de asomar su oronda figura por el escenario, dio tiempo a su veterana banda para calentar. Un mejunje apto para todos los públicos. Con camisa blanca y sin levantarse de la silla, el líder fue ovacionado por el respetable y demostró que aún tiene manejo con la guitarra de caja e incluso voz para atacar algunos clásicos. Aunque no lo fueran del blues, pues salvo con Rock me baby y alguna otra, su repertorio paseó por diversas músicas americanas del S. XX sin pararse demasiado tiempo en blues. Alguien comentó que aquello parecía Disneylandia (o Rock in Rio, por aquello del espectáculo para toda la familia). El caso es que entre boogie-woogie y rhythm&blues, pudimos escuchar desde You are my sunshine hasta When the saints go marching in. Con todo ello el bluesman feliz ejerció, como siempre le ha gustado, de showman y se despidió del público. Una parte pidió sin demasiada convicción algún bis, pero todos sabíamos que, una vez hubo salido del escenario B.B. King ya no volvería. Mientras gran parte desfilaba hacia el aparcamiento Blues Fever, con su irritante cantante al frente, se disponían a reproducir los clichés del género y a poner a bailar a los que no tenían prisa por irse. Al fin y al cabo, era sábado noche.

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