Julio Juste. Por siempre y para siempre

La muestra, en la sala principal del Palacio de la Plaza de los Girones, nos sitúa en los amplios esquemas de un artista que tocó muchos palos, que se adentró por los nuevos espacios creativos

1, 2 y 3. En la muestra pueden encontarse las líneas definitorias del trabajo de Julio Juste, creaciones que insisten sobre todo en las posiciones de las nuevas tecnologías.
1, 2 y 3. En la muestra pueden encontarse las líneas definitorias del trabajo de Julio Juste, creaciones que insisten sobre todo en las posiciones de las nuevas tecnologías.
Bernardo Palomo

Granada, 29 de enero 2018 - 09:16

La ficha

'Conjeturas del corazón' Julio Juste. Palacio de los Condes de Gabia. Granada

Puede que sea bastante difícil, aun habiendo pasado varios meses, sustraerse a la terrible circunstancia que aconteció cuando la presente exposición iba a inaugurarse. La muerte del artista momentos antes abrir sus puertas la muestra en los Condes de Gabia alteró los pulsos de la Granada artística. Fue una pesadilla que iba a condicionar todo el desarrollo de la exposición de un artista que fue uno de los grandes en los tiempos en los que esta ciudad se liberaba definitivamente del pasado artístico y asumía los esquemas de la necesaria Modernidad.

Julio Juste fue uno de los varios artistas jiennenses -Ángeles Agrela, Paloma Gámez, Santiago Ydáñez, Juan Francisco Casas, Chico López, Manolo Vela, entre otros- que hicieron de Granada su espacio existencial y creativo. Fue durante mucho tiempo autor de referencia en el vasto horizonte artístico granadino y uno de los de mayor capacidad plástica, allá, cuando la Contemporaneidad iniciaba su camino de no retorno en un arte que, con él, tuvo su expansión y su desarrollo más apasionante. Desde aquellos años setenta, después de haber estudiado Historia del Arte, su nombre ha estado ligado a los mayores y a los mejores estamentos plásticos de la ciudad; siendo su obra y su discurso valorados y muy tenidos en cuenta; sobre todo, por los que, hoy, son protagonistas en muchos de los mejores catálogos artísticos de España, que lo consideraron modelo a seguir e ideal espejo donde mirar.

Conocimiento y sapiencia marcaban un trabajo lleno de sentido que generó nuevas fórmulas

El anuncio de una exposición de Julio Juste en el Palacio de los Condes de Gabia -donde ya había expuesto tres décadas- nos llenó de entusiasmo; hacía tiempo que sus comparecencias no eran tan habituales y se esperaba con expectación una muestra que recogiese el trabajo de los últimos años. No cabe la menor duda de que el autor de Beas de Segura era artista necesario y su presencia suscitaba interés. Lo que nadie se podía imaginar fue el trágico desenlace ocurrido pocas horas antes de la inauguración. La muerte de Julio Juste ha tenido para la exposición un desarrollo totalmente diferente al que hubiera sido el deseado. No obstante, la desaparición del artista no ha supuesto que su obra provoque aspectos donde la emotividad asuma un papel desmedido, sino que plantea toda la trascendencia creativa de un autor de suma importancia en el Arte de la ciudad.

La muestra en la sala principal del Palacio de la Plaza de los Girones nos sitúa en los amplios esquemas de un artista que tocó muchos palos, que se adentró por espacios creativos donde la plástica adoptó nuevas fórmulas, siempre asentadas desde un conocimiento y una sapiencia que marcaba un trabajo lleno de sentido y que generó las más variadas fórmulas para alcanzar los límites de un ejercicio artístico vivo pero que necesitaba mirar hacia nuevos horizontes. A lo largo de su carrera, Julio Juste centró su actividad en varias líneas creativas, siempre con una determinante decantación hacia los planteamientos más novedosos. Su trabajo -y eso lo hemos podido contemplar de primera mano en esta exposició- gusta de acentuar el carácter material del proceso, da pistas sobre los sucesivos momentos compositivos y presenta una obra donde la forma juega un papel preponderante para la consecución de un final feliz que se proyecta en un discurso abierto con las marcas arbitrarias de la sugerencia marcando bellas posiciones significativas.

En la muestra nos hemos encontrado las líneas definitorias de Julio Juste, esas que no se detienen en la mera posición de pintor, sino que abarcan prácticas más amplias. Trabajos que insisten, sobre todo, en las posiciones de las nuevas tecnologías, asunto éste que siempre motivó al artista y que abordó con rigor y solvencia.

Sin embargo, la pintura estuvo por encima de todas sus circunstancias creativas; aunque en los últimos tiempos, insufló a ésta un espíritu especial introduciendo en ella nuevos modos formales que potenciaran su realidad plástica y avanzaran en una argumentación más abierta y con infinitas posibilidades. Por eso, en la exposición, los novedosos recursos aparecen ampliamente, sobre todo aquellos que tienen que ver con el sonido y los leds; experimentando con ellos y abriendo la escena a inesperadas formas. Con la luz y el sonido la obra adopta una dimensión distinta y formula una realidad que sobrepasa los límites habituales para conformar un ejercicio procesual donde la objetualidad de la propia obra asume una nueva determinación, diferente y en abierta expansión, con el movimiento, la sonoridad y los efectos lumínicos desarrollando imprevisibles sensaciones de profunda significación artística y visual.

La obra de Julio Juste ha vuelto a llenar de intensidad creativa un espacio expositivo -ese que él tanto impulsó-, dejándonos el testimonio eterno de un artista que se fue cuando más falta nos hacía.

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