LETRAS La viuda del autor de 'El Aleph' visita Granada

Kodama: "Borges era terrible, sentía todo lo que yo sentía"

  • La viuda del escritor argentino recordó ayer su visita a la Alhambra en 1976 en el marco del ciclo 'Lecciones de cultura visual' de la Diputación y la UGR

Lo primero que llama la atención al escuchar a María Kodama es que, cuando habla de Jorge Luis Borges, le trata de usted. La viuda del autor de El Aleph estuvo ayer en Granada para recordar una visita a la Alhambra junto a su marido en 1976. Borges ya había visitado con su familia el monumento cuando tenía veinte años, antes de perder la vista. Y deseaba compartir con su compañera aquel lugar, que aún mantenía vivo en la memoria. Y Kodama se topó con el verso más granadino posible y se lo susurró al oído: "Que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada". Apenas pronunciado, Kodama se sintió mal y el escritor trató de consolarla diciéndole que ella sería sus ojos ese día. "Borges era terrible porque sentía lo que yo sentía, era una persona hipersensible", explica Kodama antes de participar junto al artista Sergio Vega en el ciclo Lecciones de cultura visual que organiza el Centro José Guerrero de la Diputación y el departamento de Historia del Arte de la UGR. En otra ocasión, Borges le insistía en que la notaba cansada. Y ella decía una y otra vez que no. "Sí, porque cuando usted está cansada se equivoca en dos preposiciones", concluyó el autor que, antes de morir, se despidió de los libros que no iba a poder releer.

Respecto a la relación de Borges con España, Kodama recuerda que él venía de un lugar menos comunicativo, como es Suiza, y al llegar a España se encontró con otra historia. "Aunque es verdad que, al llegar a Madrid, él se quejaba con tristeza de que las chicas en Suiza eran más libres y podían salir solas con chicos. En cambio ,en España, cuando él llegó, las chicas tenían que salir con una dueña y eso parece que no le gustaba nada", resalta con humor su viuda. "Supongo que él, al venir a Andalucía, encontró una vida más suelta porque, por ejemplo, le gustaba mucho la música de esta tierra, lo jondo".

Pero no dudó en calificar a García Lorca como un "andaluz profesional". "Yo no pongo en boca de Borges nada, pero supongo que a no le gustaba la inclinación de Lorca y eso lo llevaba al rechazo", responde Kodama con total sinceridad.

Pero, ¿cómo se pudo describir con palabras el mundo a un escritor que era dueño del idioma? Kodama recuerda que conoció a Borges cuando tenía 16 años. "Era una chica y yo sabía que escribía muy bien, había leído cosas de él con 10 años sin entender nada, claro, pero me había fascinado". Para una chica de esa edad "Borges no era un genio", por lo que se estableció una relación "sin prejuicios y sin el deseo de seducir a ese ser al que era imposible de seducir si no era a través de la sensibilidad y la inteligencia". Por eso llegaron tan lejos. "Yo creo que fue el destino, que es quien arma o desarma las cosas", reflexiona.

Presidenta de la Fundación Borges, aconseja a su 'homóloga' Pilar del Río mucha "paciencia" con la Fundación Saramago. "Es muy duro, está toda la gente que sin haberlo conocido trata de saber más de él que la gente que ha estado toda una vida a su lado, lo que provoca mucha envida y mucho resentimiento". En su opinión, "hay un deseo de apoderarse de un nombre y de una fama de gente que ni le conoció". Pero, ¿era Jorge Luis Borges un genio las 24 horas del día? "Nadie puede ser un genio todo el tiempo, sería un plomo, igual que es un plomo estar idiotizado las 24 horas del día", responde su mujer riendo con ganas.

Su rostro se torna más serio cuando la política entra sin aviso en el encuentro. "Él ya dijo todo lo que tenía que decir", dice. ¿Estaría en contra de la dictadura de los mercados?, insisten. "Es muy peligoso porque habría que saber qué posición adoptaría ahora", responde finalmente. "Lo que tuvo que decir contra todas las dictaduras que oprimen la libertad del hombre lo dijo contra viento y marea", continúa.

En este momento de la conversación aparece la figura de Francisco Ayala, a quien Borges conoció durante el periplo argentino del autor de Muertes de perro. "Era una persona muy inteligente y sensible", recuerda sobre un escritor que, desde fuera, parece compartir con Borges una forma de estar en el mundo, la elegancia frente a las penurias. "Yo creo que sí", dice. "Desgraciadamente creo que ya no quedan hombres así", lamenta.

Y no le falta razón. En una ocasión, en Venecia, Kodama se fue a un concierto y Borges insistió en acompañarla. Al final cayó en la cuenta de que se había olvidado de su marido y le preguntó si le había gustado el concierto. "No sé si la música me gustó, pero para mí el concierto fue lo que usted me transmitió mientras escuchaba, y eso fue la gloria".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios