Lapido llena el teatro de sueños

José Ignacio Lapido, durante la actuación.
José Ignacio Lapido, durante la actuación.
Paco Salas

19 de diciembre 2010 - 05:00

José Ignacio Lapido. Lugar: Teatro CajaGranada. Fecha: viernes 17 de diciembre de 2010. Aforo: Lleno.

Lleno a rebosar en el Teatro CajaGranada para ver a José Ignacio Lapido y los suyos presentar su nuevo disco, De sombras y sueños (Pentatonia Records, 2010). Como no podía ser de otra manera.

Muchos no entendieron la noche del viernes el por qué del escenario escogido para la ocasión. Gran parte de los fans se quedaron sin entrada, y es que escuchar rock and roll sentado se hace siempre más raro, pero todo tenía su razón de ser...

Gran expectación, prisas por ocupar los asientos y gente desolada en la puerta por no poder disfrutar de una de las citas musicales más esperadas del año y donde, si el patio de butacas se quedó pequeño, el escenario parecía hecho a medida para la banda, que salió a las tablas con semblante serio y consciente de que afuera le esperaba el público más exigente, el de casa. Una vez ocupadas sus posiciones, comenzaron a sonar unas notas no muy comunes para abrir un concierto de presentación, las de la última canción del último disco. El piano de un Raúl Bernal que transmite todo lo que disfruta en su oficio dio paso a la voz de José Ignacio, haciendo de las de allí unas Paredes invisibles. Fue momento entonces para hacer un repaso a toda la discografía del que fuera líder de 091 en solitario, que sirvieron de calentamiento para banda y público. Una docena de canciones y los dedos ya humeantes sirvieron de preámbulo para que 'el jefe' llamase a filas a un soldado de la vieja guardia, un brillante Quini Almendros, que acompañó a la banda con su pedal steel durante un par de temas, el segundo de ellos tocado con la rabia de saber que va directo a la memoria del recientemente desaparecido Alfonso Conejo 'Fonfi', técnico de sonido de 091. La canción del espantapájaros no sólo fue un guiño esta vez...

Lapido, que dijo del escenario que era de los pocos que le quedaban por pisar, ha llegado junto a Bernal, Sánchez, González y Solana, a un grado de compenetración propio de quienes llevan ya tiempo tocando juntos. Tanto es así que cuando un estribillo va a comenzar y la voz principal parece estar al límite, cuatro voces perfectamente coordinadas acuden al rescate de la melodía para darle la fuerza justa.

Un par de temas más, y con gritos de "maestro" dieron lugar a que Lapido convocase al escenario a "uno que dice que se va a retirar", y es que cuando Miguel Ríos subió al escenario, el respetable no sabía de qué lado de la butaca ponerse. Los dos máximos exponentes del rock granadino cantaron a medias la intensa En el ángulo muerto, como ya hicieran en el concierto Bye bye Ríos; y posteriormente La antesala del dolor como homenaje al maestro Morente, que ha dejado ya un hueco enorme en el mundo del arte. Con una estruendosa ovación para despedir a Ríos, el final de concierto regaló dos tandas de bises entre los que no podían faltar alguna canción como Esta noche y Zapatos de piel de caimán. Un final hecho a medida de su público más fiel. Dos horas de actuación que siempre saben a poco.

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