Coger el brazo, colocar la aguja sobre el vinilo y comenzar a disfrutar. Nociones básicas para algo tan simple y a la vez tan especial como escuchar música, un acto capaz de trasladarte a lugares remotos, hacer aflorar sensaciones desconocidas y sentir que alguien te comprende a través de las notas y letras.

Granada es una ciudad que rebosa música. Sus calles, bares y salas de conciertos siempre están dispuestas a ofrecer artistas de todos los géneros para que el público elija cuál será la banda sonora del día. Muestra del gran aprecio al mundo musical es la cantidad de locales dedicados a la venta de discos, algunos de ellos en exclusiva y otros combinándolos con otros elementos culturales como libros, camisetas de bandas, chapas e incluso cómics.

Los surcos del vinilo mantienen su encanto especial frente a la limpieza sonora del cedé

La música acepta siempre compañía cuando de arte se trata, por ello las tiendas de discos siempre tienen ese toque mágico que rezuman los lugares donde todo es posible. "El cedé se escucha muy bien, pero nunca te llegará igual que el sonido de un vinilo", afirma Gonzalo Tafalla, uno de los propietarios de Discos Bora Bora. Todos coinciden en lo mismo, el sonido digital nunca podrá ofrecer las sensaciones que los surcos del vinilo provocan en los sentidos. "Es mucho más cálido, más amplio, frente al cedé donde todo es perfecto y frío", explica Paco Cano, sueño de Subterránea.

Lo que algunos llaman "la muerte del compact disc" para otros tan solo se trata de temas prácticos: "la gente decide a comprar vinilos porque hoy día todo está en la red a través de las distintas plataformas: Youtube, Spotify y las redes sociales ofrecen una versión digital por lo que el público ha pasado a comprar este nuevo formato, ya que se considera algo mucho más preciado", explica Natalia Muñoz, dependienta de Discos Marcapasos.

El hecho de que algunos de los discos se hayan convertido con el paso del tiempo en toda una joya para los amantes de la música ha creado toda una red de compradores que día a día ven como su repertorio de 'tesoros' aumenta a pasos agigantados, muchos de ellos en busca de las primeras ediciones. "A quien solo le gusta el formato y el sonido en sí adquiere reediciones como la de Alaska y Dinarama, pero también el último disco de Iván Ferreiro, por ejemplo. Sin embargo el coleccionista nunca muere, siempre va buscando la edición original", concluye Gonzalo Tafalla.

Un público muy variado acude día a día a estos puntos de venta, no existe un perfil claro para el consumidor de vinilos. Según Tafalla, "a veces aparece un chaval de 17 años y otras viene un señor de 82. Heavys, punkies, pijos, indies... Es lo bueno que tiene la música, reúne a la gente independientemente de su pensamiento y se unen por las sensaciones que transmite".

En cuanto a las ventas, los grupos extranjeros siguen teniendo ventajas frente a los álbumes de bandas nacionales. "El 70% de las ventas de la tienda son vinilos y la mayoría de grupos internacionales", declara Natalia Muñoz. Monstruos de la historia de la música como David Bowie, The Beach Boys o los Beatles comparten vitrina con otros artistas nacionales como Guadalupe Plata, Camarón o lo último de Los Planetas.

Como solución a la caída en picado de la venta del cedé muchas bandas han elaborado una edición que ofrece el disco dentro del vinilo, dando lugar a la adquisición de ambos formatos para poder reproducirlos según el momento. "Aunque el sonido del vinilo siempre será muy superior, el Compact Disc es mucho más cómodo a la hora de poner música en el coche o pinchar en alguna fiesta", afirma el propietario de Bora Bora.

Discos Bora Bora, Reciclaje, Discos Marcapasos o Subterránea son algunos de los lugares que aún tienen entre sus estanterías este formato. Sea por moda, calidad o incluso por simple gusto de coleccionarlos, la vuelta del vinilo es más que evidente. Día a día los propietarios de las distintas tiendas de música granadinas presencian como este elemento, que en algún momento de los años ochenta se vio estancado recupera aún con más fuerza su lugar dentro de los hogares de los melómanos de la ciudad.