Lope(z) de Vega y Cervantes: la verdad de una disputa

Un congreso debate sobre la polémica entre ambos escritores citados por el juez Torres en el juicio a Luis García Montero

Redacción / Agencias/ Granada

16 de noviembre 2008 - 05:00

Quizás el congreso llega tarde para el juez Torres, que en el jucio entre los profesores de la UGR Luis García Montero y José Antonio Fortes comparó sus desavenencias a las de Góngora y Quevedo y López (sic) de Vega con Cervantes. "Fue una cuestión literaria, pero también política e ideológica" según se puso de manifiesto en el VI Congreso Internacional Lope de Vega.

En el Congreso, que tiene lugar en Barcelona, participan más de setenta hispanistas de todo el mundo, que analizan las polémicas surgidas a raíz de sus obras literarias en el siglo XVI y XVII, y su relación con escritores de la época. José Lara Garrido, de la Universidad de Málaga, señaló que "Lope aspiraba a convertirse en el poeta áureo de la Casa del Conde-Duque de Olivares" y "su gran deseo era figurar como el gran poeta español, a la misma altura que Ariosto o Tasio en Italia".

Según explicó el filólogo de la Autónoma de Barcelona y coordinador del simposio, Guillermo Serés, "Lope pretendía vivir en la Corte de Felipe III, que había invitado a literatos y artistas". Lope de Vega representa, comentó Serés, "un nacionalismo cultural castellano frente a un Góngora más europeísta, que recoge los modelos estéticos de fuera", pero además el autor de La Dorotea "rechaza los modelos clásicos y, junto con Quevedo, más joven que él, se erige en representante de una literatura más castiza y española".

En una época en que no había revistas del corazón, ni televisión ni cine, las diferencias se dirimían a través de la literatura: frente a dos de las grandes obras de Góngora, Polifemo ySoledades, Lope lanza sin éxito un contraataque con sus obras mitológicas La Filomena y La Circe. Aunque Cervantes envidiaba el éxito del teatro lopista, esa admiración no es mutua, pues el dramaturgo no puede soportar el éxito de El Quijote. La suerte para Lope es que Cervantes no tuvo seguidores, mientras que Góngora, el "tordo" que Lope le cuelga en uno de sus fábulas frente al "ruiseñor" con que se identifica él mismo, sí tuvo una pléyade de discípulos, entre ellos Pellicer, que continuaron las querellas contra Lope tras la muerte de su maestro en 1627. Peor destino no podía esperar a Lope, subrayó Serés, al contemplar cómo estos jóvenes gongorinos le arrebataban los principales cargos en la Corte, mientras que él se veía apartado "por su disoluta vida, llena de amantes y casas", e incluso se veía rebasado por la siguiente generación de dramaturgos, con Calderón de la Barca y Tirso de Molina a la cabeza. En las jornadas, Charlotte Huizink, de la Universidad de Groningen (Holanda), subrayó "el papel de Lope en favor de la primacía de la monarquía absoluta y del papel que tenía que representar en el Nuevo Mundo". A través de su teatro, Lope se cree en la obligación de actuar como "propagandista" de los Austrias, lo cual, añadió Serés, "no menoscaba la calidad de sus obras".

En el teatro, Lope de Vega, como resumió Serés, no tiene rival: "Su teatro es revolucionario, rompe con la unidad de acción y tiempo de los clásicos, y con la tradicional división entre tragedia y comedia, escribe un verso popular del gusto del gran público, combinado en momentos con un soneto erudito que supieran agradecer los más entendidos".

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