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Un Macbeth desconcertante

  • Histrión Teatro lleva al Alhambra la adaptación de uno de los personajes más conocidos de Shakespeare, un ser entre temeroso y temible, fuerte o vulnerable

El Macbeth de Histrión Teatro se mueve sobre un suelo de charol negro, con la solemnidad del linaje propio de los personajes creados por Shakespeare y la humanidad que le aporta la adaptación contemporánea de la compañía granadina. Menos texto para un personaje que más que de ambición o crueldad sufre el miedo propio del ser humano. Histrión Teatro da vida de nuevo a uno de los personajes más trágicos del dramaturgo inglés este fin de semana en el Teatro Alhambra.

Dirigida por Juan Dolores Caballero e interpretada en los papeles principales por Constantino Renedo (Macbeth) y Gema Matarranz (Lady Macbeth), la vigencia de la obra sigue en la permanente dualidad de la naturaleza humana que se mueve entre la fuerza y la fragilidad. "Yo creo -explica Matarranz- que Shakespeare quiso expresar lo vulnerable que es el ser humano, nos pongamos donde nos pongamos, en la época que vivamos... qué fuertes y qué frágiles; qué valientes y qué vulnerables somos a la vez".

La historia de un hombre que ambiciona el trono por encima de cualquier cosa es contada por Caballero de una forma totalmente contemporánea. Aparece sobre el escenario un Macbeth nuevo. Un Macbeth inédito y desconcertante que más allá de la crueldad y extremada ambición por las que se mueve llega a ser comprendido hasta casi dar pena. A la vez temible y temeroso. "Todos somos capaces de llegar a unos límites insospechados en determinados momentos que ni te imaginas, que te sobrepasan y en los que llegan a apoyarte las personas que te quieren. Cuando no sabes hasta dónde puede llegar el dolor podemos hacer cosas impensables".

Entre el equilibrio y el caos, lo majestuoso y lo vagabundo, la solemnidad o el manicomio, la estética que utiliza la compañía en el montaje se corresponde en un perfecto paralelismo con la evolución mental que sufren los personajes. Al principio, el escenario es limpio, tranquilo. Sobre un suelo negro, una columna y cuatro sillas de madera los personajes van moviéndose hacia el caos y el desorden final. Se da la equivalencia entre composición y emoción; montaje e historia.

Como cuenta la actriz, "la esencia del Macbeth de Shakespeare se mantiene en la obra. Tanto el director como los actores quisimos respetarla en el trabajo de mesa que hicimos al principio". Sin embargo, dentro de todos los matices posibles del archiconocido personaje en el Macbeth de Histrión Teatro destaca por encima de todas las cosas el del "miedo humano. Su lado oscuro, cómo llega a él".

Precisamente el universo lleno de complejidad que se derrama por el perfil de Macbeth fue lo que atrajo a Matarranz en el que considera "uno de los textos más bellos que jamás he interpretado".

El personaje al que ella da vida también posee un nuevo impulso, una nueva lectura: la figura de Lady Macbeth "en el año en que fue escrita, en la época a la que se refiere la obra de Shakespeare, pasaba desapercibida. Siempre es la esposa de, la madre de. En la obra, a parte de ser la esposa, es una esposa enamorada que realmente conoce a su marido. Ella cree que si le ayuda a obtener lo que él quiere consigue a su marido y sus propios deseos. Lady Macbeth es absolutamente consciente de que sin ella su marido no realizaría ciertas cosas".

El hecho de interpretar un clásico de la envergadura de Macbeth supone a la vez una suerte y una dificultad. El principal escollo, explica Matarranz, es que la conoce todo el mundo. "Nosotros le hemos dado una pequeña vuelta. Cada uno tiene su propia visión de una obra tan conocida y de un autor tan representado como Shakespeare. Cada dramaturgo y cada actor tiene una idea de cómo la montaría y nunca se puede agradar a todo el mundo porque nunca lo vas a hacer como lo harían los demás".

De la adaptación que realiza Histrión Teatro se ha criticado, por ejemplo, la reducción del texto -también aparecen tan sólo siete personajes frente a los más de veinte que tiene el texto-. Una hora y pico sobre las más de tres horas del original de Shakespeare. "A unos les parecerá bien lo que se ha elegido y a otros no... Sin embargo, creo que los clásicos son tan contemporáneos que hay que hacerlos continuamente".

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