Nuevos datos sobre la gran pintora del Barroco

De clausura a palacio: la vida de novela de la pintora accitana Mariana de la Cueva

  • La profesora Ana María Gómez Román saca a la luz documentos inéditos sobre la biografía de Mariana de la Cueva, la artista de Guadix cuyas pinturas cuelgan en el Museo del Prado

  • El último número del Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez detalla las singulares circunstancias que acompañaron a esta accitana a lo largo de sus días

La profesora Ana María Gómez Román, encargada de la investigación sobre Mariana de la Cueva, frente a la antigua residencia de la pintora

La profesora Ana María Gómez Román, encargada de la investigación sobre Mariana de la Cueva, frente a la antigua residencia de la pintora / Toni Juárez (Granada)

En la oscuridad e intimidad de los archivos se esconde la verdadera historia. La que no aparece en los libros de texto, la que aguarda paciente entre los documentos, esperando a que un historiador revele lo que jamás nadie había contado antes. Una realidad que a veces parece ficción pero que para investigadores como Ana María Gómez Román forma parte su día a día y constituye, además, su más ardiente vocación. Así, entre olvidados legajos y papeles corroídos por el tiempo, esta profesora de Historia del Arte de la Universidad de Granada, tras años de investigación, dio con la pista de un personaje tan fascinante como desconocido: Mariana de la Cueva y Benavides, la gran pintora del Barroco granadino.

Gómez Román nos lleva Carrera del Darro arriba, serpenteando turistas junto al pretil del río quienes no para echarse fotos con el atardecer sobre este mágico paraje. Nos conduce hasta el lugar donde vivió esta artista accitana de acrisolado blasón, emparentada con algunos de los más importantes apellidos de la ciudad de Guadix, los Cueva-Benavides y los Pérez de Barradas. Nos detenemos en la Cuesta de Santa Inés, frente a la puerta de un palacio que hoy se dedica a exhibir algunas de las más aberrantes máquinas de tortura del Santo Oficio: el Palacio de los Olvidados. Entre sus muros, ahora hace casi cuatro siglos, vivió y dio vida a sus pinceles Mariana de la Cueva.

Allí fue donde fijó su residencia a partir de 1639 junto a su marido, el caballero Pedro de Ostos y Zayas, con vistas al Darro, a la Alhambra y junto al silencio conventual de Santa Inés. Gómez Román explica que, seguramente, fuera entre sus estancias donde Mariana, como otras mujeres de su nivel social, hicieron de la pintura una forma de florecer culturalmente. En medio de un ambiente marcado por la sofisticación de la alta sociedad de su tiempo, "Mariana se revela como pintora conocedora de los grandes maestros, con una gran habilidad técnica y recibiendo ya no sólo encargos privados sino también dejando muestra de su pintura para espacios con una gran visibilidad social, como demuestran sus trabajos por parte de la Hermandad del Refugio".

Firma de la pintora Mariana de la Cueva en una de sus obras conservadas en el Hospital del Refugio, en Granada Firma de la pintora Mariana de la Cueva en una de sus obras conservadas en el Hospital del Refugio, en Granada

Firma de la pintora Mariana de la Cueva en una de sus obras conservadas en el Hospital del Refugio, en Granada / G.H. (Granada)

A punto de cumplirse el cuarto centenario de su nacimiento, para esta profesora universitaria, "el gran mérito de Mariana no está en redescubrir ahora sus cualidades que, por supuesto, las tiene, sino en la valoración, consideración y admiración que recibió entre sus coetáneos. Basta solo mirar que sus obras se exhibieron en sitios de gran representatividad, compitiendo con los pinceles de Juan de Sevilla, y que la valía de su trabajo la reafirmaron tratadistas como Palomino, quien la calificó de excelente". Prueba de ello son algunas de sus pinturas, como la que cuelga entre las paredes del Museo Nacional del Prado o las que todavía hoy se conservan en el edificio de la Hermandad de la Caridad y Refugio, en el Callejón del Pretorio.

 

Monasterio de Santiago, de Guadix, donde habitó la pintora Mariana de la Cueva durante su adolescencia Monasterio de Santiago, de Guadix, donde habitó la pintora Mariana de la Cueva durante su adolescencia

Monasterio de Santiago, de Guadix, donde habitó la pintora Mariana de la Cueva durante su adolescencia / G.H. (Guadix)

Guadix: infancia de película y semillero artístico de Mariana

En el corazón de Guadix y junto al Convento de la Concepción, Mariana de la Cueva venía al mundo un frío mes de febrero de 1623. Hija de Pedro de la Cueva y Juana de Barradas, gozó de las mieles de su propia estrella, contando con los privilegios que su situación economía ofrecían: un anónimo palacete atendido por cuatro sirvientes, con piezas de plata y obras de arte tal y como reflejan los inventarios. Sin embargo, la accidentada muerte de su padre cambió su sino. Con trece años, revela la investigación de Gómez Román, fue enclaustrada en el Convento de Santiago junto a su madre y hermana. Poco después la madre sería apartada de sus hijas al descubrirse su participación directa en el asesinato de su marido “mediante hechizos”.

"Estos hechos marcaron la adolescencia de Mariana pero gracias a su formación en casa – asegura Gómez Román – así como los preceptos que recibiera en la clausura forjarían su personalidad: una dama culta, sofisticada, de gran espiritualidad, con amor por el arte y una gran sensibilidad estética». Es probable que entre hábitos, diera sus primeros pasos como artista aunque por ahora nada se conoce de esto: "sí sabemos que, por su obra, tiene proximidad estilística con pintores importantes de la época, aunque está claro que tomó como referentes a los más grandes, pues se atrevió a emular a El Greco o a José de Ribera".

Lám. 4 (1) Lám. 4 (1)

Lám. 4 (1) / "Lamentación sobre Cristo muerto" (detalle). Hermandad de la Caridad y Refugio, h. 1676 (Granada)

Mientras sus pinturas continúan reforzando su valor, Gómez Román reseña sus logros en el artículo publicado en el Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez, esperando que poco a poco la figura de esta pintora se consolide dentro de la Historia del Arte español. Y es que si Bolonia tuvo a Lavinia Fontana y Roma a Artemisa Gentilleschi, Guadix y Granada contaron con el genio de Mariana de la Cueva.

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