Entrevista Mariche Huertas | Directora del Festival de Jazz de Granada

"Me gustaría mucho hacer un festival más amplio y heterogéneo"

  • La responsable del festival asegura que la cultura es más necesaria que nunca en estos tiempos, en los que la dificultad presupuestaria ha obligado a reducir el programa central

“Me gustaría mucho hacer un festival más amplio y heterogéneo”

“Me gustaría mucho hacer un festival más amplio y heterogéneo” / Jesús Jiménez / Photographerssports

Mariche Huertas asume su tercer año como directora del festival, tras el trabajo de José María Ojeda y Jesús Villalba en la creación y consolidación de este evento en el mapa jazzístico, un circuito exigente que quiere combinar la tradición y la novedad para atender a un público cada vez más diverso. Además, la 41 edición del festival granadino llega en tiempos de pandemia, cuando permanecemos atentos a las continuas novedades de una situación excepcional. Esta licenciada en Derecho, especializada en relaciones institucionales y gestión cultural, que es su verdadera pasión, ha decidido seguir adelante con un programa reducido, pero no por ello menos atractivo. Desde su oficina en el Corral del Carbón, y en un continuo esfuerzo durante todo el año por lo que será finalmente un programa central de 4 días, anima a la afición a asistir y seguir apoyando un certamen por el que han pasado muchos de los grandes maestros a lo largo de cuatro décadas.

-¿Está la cosa para festivales en estos tiempos de pandemia?

-Sí, precisamente. Es importante decir que, prácticamente, no existe ningún riesgo de contagio al asistir a un evento cultural. Hay un informe oficial del Ministerio de Sanidad que sitúa el índice de riesgo de contagio en un centro cultural o un teatro en un porcentaje inferior al 1%. Es verdad que es valiente el hecho de que haya festival por muchas razones. Hay miedo a que no haya público, a que los artistas no puedan desplazarse y, en definitiva, a que no lo puedas llevar a cabo. Sin embargo, existen los recursos necesarios y las normativas para asegurar esa asistencia con todas las precauciones. Precisamente ahora son más necesarias que nunca la música y la cultura, que demandamos desde nuestra faceta más humana y sensible.

-Si una persona compra un abono o una entrada y hubiera cancelación, ¿se le devuelve el dinero? Y si se llevan a cabo los conciertos, ¿qué medidas de seguridad hay?

-Si hubiera cancelación, no hay ningún problema en devolver el importe de las entradas. Cada comunidad autónoma tiene una legislación específica. En el caso de Andalucía hay 14 días desde que se cancela el concierto para proceder a la devolución del dinero. Absolutamente ningún problema en este sentido. En lo que respecta a la seguridad, cuando se trata de aforos de más de 200 personas tiene que haber un informe preceptivo favorable de la autoridad sanitaria competente. Si no, no se podría programar ni realizar. En ese informe se detallan todas las medidas de seguridad en lo que respecta a la organización. Por su parte, la institución que cede el teatro, que es el Ayuntamiento de Granada, cumple también todas las medidas. Como es lógico, el aforo estará reducido para garantizar la distancia social, entre otras fórmulas de protección. En la página web del festival (jazzengranada.es) informamos del protocolo sanitario, para mayor tranquilidad de las personas que obtengan su abono o entrada, con medidas tales como el uso de mascarilla, geles hidroalcohólicos, desinfección de salas, posibilidad de acceso escalonado, trazabilidad y ventilación adecuada.

-Al hilo del vínculo con el Ayuntamiento de Granada, que sí participa en el festival, cabe preguntarse qué le pasa a las instituciones públicas y privadas, que apoyan económicamente cada vez menos. ¿Es una tendencia a la que hay que acostumbrarse en estos tiempos difíciles?

-Me gustaría tener una respuesta a esa pregunta, aunque prefiero expresarlo en positivo: seguro que el año que viene se suman más instituciones y empresas. Es verdad que, como responsable del festival, mi labor diaria es estar durante meses llamando a la puerta de muchas instituciones, no sería elegante dar nombres. Es evidente que no ha habido una respuesta positiva, pero creo que es mejor tender puentes, construir futuro y animar a que colaboren con un festival con una trayectoria de 41 ediciones que, sin duda, debería tener más apoyo presupuestario. Indudablemente, necesitamos mayor implicación de las administraciones públicas y del ámbito empresarial. He heredado la gestión de una joya cultural de 41 años y, por lo que representa, seguro que conseguiremos más apoyo en el futuro.

La educación es el medio más eficaz para conseguir futuros aficionados

-Entrando en el programa central del festival, la apertura correrá a cargo del armonicista Antonio Serrano. Un instrumento casi desconocido para el jazz, pero es uno de los grandes nombres propios del jazz en España.

-Antonio Serrano tiene una versatilidad inigualable. Es realmente camaleónico. Es capaz de tocar con una orquesta sinfónica, con Paco de Lucía o con Rafael Amargo o hacer incursiones en el mundo del Pop o el Funky, con cantantes como Chaka Khan. Esa capacidad, posiblemente, es consecuencia de la formación recibida gracias a su padre, jiennese por cierto, que lo formó desde pequeño en el aprendizaje de muchos instrumentos, aunque tuvimos la suerte de que eligiera la especialización en la armónica. Su habilidad es increíble. Llamó la atención del gran maestro Toots Thielemans, al que homenajea en este nuevo disco que presenta, con el que pudo compartir escenario. Creo que Antonio Serrano, siendo español, puede considerarse sin duda como uno de los mejores armonicistas del mundo.

-En el segundo concierto, 100 años del nacimiento de Charlie Parker. Además, se ha elegido a uno de los músicos que más se parece a él si cerramos los ojos y lo escuchamos.

-A mí siempre me gusta descubrir cómo es la conexión entre los músicos de jazz. Se suele decir “compartió escenario con…”. Sin embargo, no fueron tantos los que tocaron con Charlie Parker, ya que tuvo una carrera corta por un fallecimiento tan prematuro con esa biografía tan especial. Ernesto Aurignac comparte sonido con Bird, lo que ya es mucho. Si consideramos que había que buscar qué persona era la mejor para celebrar este centenario, no hay duda de que es este saxofonista, que es un gran experto en Charlie Parker, no solo en términos musicales, sino también biográficos. Es una suerte contar con Ernesto Aurignac en el centenario. Además, tenemos una conferencia-concierto prevista en La Madraza, de la Universidad de Granada, que se ha implicado en el festival a través de esta colaboración. Si no se puede hacer presencialmente, llegará en streaming a muchas personas interesadas. No es una conferencia típica, sino una explicación muy didáctica para comprender la figura de Parker explicada por un músico que lo interpretará esa misma noche en el segundo concierto.

-Y los siguientes dos conciertos, Marco Mezquida y Jean Toussaint, cierran el programa principal. Se trata de un joven valor, por un lado, y uno de los míticos “Jazz Messengers”. ¿Algún consejo para las personas indecisas a la hora de comprar su entrada?

-Intentamos hacer un programa variado. Si te gusta el intimismo, la elegancia y el lirismo en el piano de jazz, debes ir al concierto de Marco Mezquida. Es posiblemente uno de los pianistas más elegantes de Europa y puede que hasta del mundo. Ha dejado ya de ser una joven promesa. Lo trajimos a un ciclo hace algunos años en el Corral del Carbón, cuando no era tan conocido, y ahí me dije a mí misma que ese músico tenía que volver. Vino a Almuñécar este verano y tendremos la suerte de contar con él en esta edición del festival de Granada. Y Jean Toussaint es un verdadero privilegio en un momento así, de pandemia, con tantas dificultades. Los aficionados seguro que lo saben. Se trata, efectivamente, de uno de los mesengers de Art Blakey. Escucharlo en directo es un acontecimiento y es historia. Hemos aprovechado que vive en Barcelona para hacer posible que actúe en el festival, y cumplimos con la tradición de traer a una leyenda. Aunque nuestro cartel suele contar con más figuras internacionales habitualmente, hemos podido asegurar un cierre con alguien que forma parte de la historia viva del jazz.

-Como actividad paralela, organizada por el festival, está el concierto de Alessia Desogus en el Centro Penitenciario de Albolote. Parece que es un tipo de iniciativa que expresa muy bien las inquietudes sociales del festival.

-Esa actividad, efectivamente, la organiza el propio festival y la Obra Social La Caixa. Desde que dirijo el festival, siempre he querido darle una dimensión solidaria. He tenido la suerte de encontrar respuesta y apoyo en esta institución financiera para hacerlo posible. Pensamos que, a través de la cultura, se pueden lanzar mensajes muy potentes a la sociedad, llegando a personas más débiles o que están en una situación más marginal. En ediciones anteriores se habían hecho conciertos para niños discapacitados y menores en situaciones de exclusión. El colectivo de la cárcel está muy olvidado por parte de la sociedad y hay mucha vulnerabilidad y situaciones de exclusión en esas vidas. Personalmente, es uno de los conciertos que más me ilusionan. Alessia Desogus era la artista adecuada. Sabíamos que debía tener un poco de humor, ser alegre y didáctica, con la calidad y maestría necesaria para combinar todo eso. Además, acompañada por un gran jazzista como Arturo Cid, representando a los músicos granadinos este año en la programación. Tengo que decir que ya hay otros centros penitenciarios que se han interesado. Hay mucha ilusión.

Soy una privilegiada por la posibilidad de conocer ese lado humano de los grandes músicos que han pasado por los festivales de Granada

-Haciendo balance ya de toda la experiencia en la organización de festivales, después de 16 años, ¿qué artista recuerda por su carisma o su calidad humana?

-Durante este tiempo he podido hacer amistad con algunos artistas y tengo mis preferidos. Uno de ellos sería Chucho Valdés. Con él recuerdo que nos unió mucho buscar asistencia médica a un hijo pequeño que estaba enfermo, surgiendo una gran amistad. Ron Carter es también un gran amigo, que me contó experiencias muy personales de su vida y su trayectoria. También James Moody, del que me impactaron las experiencias que había tenido de discriminación racial en Estados Unidos. Habría mucho que contar. A Terence Blanchard pude hacerle una serie de entrevistas que fueron publicadas en revistas especializadas. Con algunos testimonios confirmas la estrecha relación entre música y sociedad, siendo posible la denuncia y el activismo desde la cultura. Otro buen amigo es Charles Lloyd, del que me gusta escuchar cómo fueron aquellos años 60. Soy una privilegiada por la posibilidad de conocer ese lado humano de los grandes músicos que han pasado por el festival de Granada. Siempre se ha acogido con mucho cariño a estos músicos, haciendo posibles largas e interesantes conversaciones.

-Y conectando con la afición del festival, ¿cómo es el público del festival de Granada? ¿Nos merecemos la fama de buena afición?

-Realmente es un público maravilloso, con una cultura musical de alto nivel. Tengo la sensación de ser una familia, que recibe a los jóvenes cuando están descubriendo el jazz, pero también veo la figura paterna del público más mayor, que ha conocido a los mejores y aporta críticas muy bien fundamentadas, que hay que escuchar atentamente y recibir con humildad, sabiendo que se hacen con mucho cariño. El problema, muchas veces, es el dinero. Gran parte de las sugerencias se podrían atender con mejores presupuestos, qué duda cabe. Es un éxito mantener esa diversidad de edades y perfiles. Es verdad también que tenemos un porcentaje de público muy apegado a lo clásico, al que siempre les recomiendo que hay que renovar constantemente los gustos. Con todo el respeto al pasado de nuestra música, me gustaría contar con más días de festival para abrirnos a nuevas tendencias y ampliar ese universo de aficionados al jazz. Me gustaría mucho hacer un festival más amplio y heterogéneo.

-¿Cree que podemos salvar las industrias culturales en este reto de la recuperación económica?

-Hace falta que la clase política se alfabetice culturalmente. Habría que empezar por ahí. Después de la clase política, la ciudadanía. A veces se desconoce la cultura y, en concreto, el jazz. Pienso que la solución está en la base, en lo educativo, potenciando el consumo cultural de la familia. Deberían ir a los conciertos las familias enteras. Se habla mucho de la cultura y, a veces, parece que está separada de la educación, cuando es el medio más eficaz para conseguir futuros aficionados.

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