Documentalismo gráfico

Martínez Rioboo y su intensa mirada a la Granada del siglo XX

  • La Fundación Rodríguez-Acosta cataloga y digitaliza el legado de ingeniero granadino

Tendido del tranvía de Sierra Nevada por el interior de la Cueva del Diablo. Imagen de Rioboo de 1923.

Tendido del tranvía de Sierra Nevada por el interior de la Cueva del Diablo. Imagen de Rioboo de 1923. / R.G.

El plan de conservación y difusión de los fondos patrimoniales de la Fundación Rodríguez-Acosta acaba de culminar una de sus etapas “más ambiciosas”, según indicó la propia Fundación: la catalogación y digitalización del legado de José Martínez Rioboo (1888-1947), ingeniero granadino muy aficionado a la fotografía que realizó una “prolija labor de documentalismo gráfico durante el siglo XX en Granada”. Su obra fue cedida en el año 2004 a la Fundación Rodríguez-Acosta por sus hijos, José Joaquín, Lourdes, María Jesús y José Ramón Martínez Sola.

En total han sido catalogadas 3.041 piezas, de las que más de 2.500 son fotografías en soporte de vidrio (positivos y negativos), alrededor de 400 ejemplares en papel y un número menor de dibujos y documentos, unos 25, entre los que destacan cartas y manuscritos autógrafos de Salvador Rueda y Constantino Ruiz Carnero.

José Martínez Rioboo participó de forma muy activa en el resurgir de Granada en las primeras décadas del siglo XX, indica la Fundación en una nota de prensa. “Fue testigo de la modernización de la provincia y de su apertura al turismo”. Retrató con su cámara la evolución de infraestructuras emblemáticas como el tranvía a Sierra Nevada, impulsado por el visionario emprendedor Julio Quesada-Cañaveral, Duque de San Pedro de Galatino; la construcción del ferrocarril o el puente de Dúrcal. Este proyecto de catalogación recupera y saca a la luz imágenes que permiten construir hoy la memoria colectiva de Granada, con espacios ya desaparecidos de la ciudad como la Feria de ganado que se ubicó en el Paseo del Salón, el hipódromo de Armilla o el Teatro Cervantes.

Rioboo se interesó por la fotografía en su faceta documental y tuvo también un especial interés en dejar constancia detallada de las manifestaciones artísticas granadinas. “Fue notario de acontecimientos como el Corpus, la Semana Santa y los numerosos eventos que promocionó el Centro Artístico y Literario, del que fue un miembro activo”, indica la misma fuente. Su cámara dejó para la posteridad imágenes de uno de los sucesos que más conmoción causó a comienzos del siglo veinte: el incendio del Camarín de la patrona, la Virgen de las Angustias, en 1916.

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