Mayte Martín y Juan Pinilla levantan al público de Íllora
El Parapanda Folk llegó ayer a su fin con Carmen París
Los dos son 'Lámparas mineras' de la Unión, pero un mundo separa a las dos voces que ocuparon la noche flamenca del Parapandafolk, una de las citas siempre clave y multitudinarias de la muestra de Íllora, y que el año pasado sirvió para que el concierto benéfico de Enrique Morente a favor de Amnistía Internacional fuera, tristemente, su despedida del público granadino.
La catalana y el de Huétor son dos artistas completamente distintos, ella intimista y con un desgarro interior y formas heterodoxas, y el granadino un volcán explícito, y contagiador. Ambos utilizaron las granainas para recordar a su predecesor en ese escenario, pero a partir de ahí bifurcaron sus caminos: Mayte en un viaje introspectivo tan flamenco como evolucionador, y Juan cada día más lanzado, comunicativo, y al final, arrebatador.
Mayte Martín llevaba mucho tiempo sin actuar en Granada y su reencuentro fue agradecido por ambas partes, por el público que aplaudió con ganas su vidalita y sus maneras casi de narradora flamenca, con un guitarrista de una pulcritud inmaculada. Y aunque le pidieron boleros, ella estuvo a la altura del cartel de la noche y prefirió despedirse por guajiras y tanguillos utilizando algunas melodías de la canción popular para sellar, en su cante El compromiso
Juan empieza ser en el escenario un cantaor temible y contagioso, que igual utiliza a Verlaine que a Lorca o Chavela, que revive letras prehistóricas o la que ha escrito en el mismo camerino. Compareció con Encarni y Fita Heredia y el tocaor Luis Mariano; palmas, jaleos ,segundas y primeras voces ocasionales y un solvente acompañamiento para su regreso al escenario donde, según recordó, recibió el primer premio de su carrera, el que le animó a seguir. Aunque su extroversión actual y su quejío, que conservan aquel frescor y juventud, distan mucho de aquel apunte del enorme cantaor que hoy es una realidad incuestionable y que es despedido siempre con el público en pie. Como en Íllora.
El Parapanda Fold finalizó ayer con los conciertos de Marcos Bárcena y Miguel Cadavieco, que repasaron el cancionero tradicional de su Cantabria natal, y Carmen París, cuyas raíces de folclore aragonés se mezclaron con estilos tan aparentemente alejados como el jazz, el flamenco, la música hindú o la música andalusí, que arroparon de manera inmejorable a su poesía comprometida y personal. El Festival Parapandafolk ha organizado estos días una serie de actividades paralelas a los conciertos, como los Trasnoches en la Fábrica.
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