Memoria de la descomposición
Reducida a trío y cuatro años después de aquel doble artefacto de largo título, la experiencia liderada por Michel Cloup vuelve a dar señales de vida y, también, del lamentable estado de cosas que su visión crítica llega a otear. El soporte sonoro vuelve a ser ese robusto combinado de (hard) rock anguloso y hip hop abstracto sobre el que se construyen explosivas andanadas de devastadores efectos. Tanto o más se perfilan sus textos, inteligentes bombas de relojería armadas con cataratas de imágenes punzantes, sagaces instantáneas de la descomposición.
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