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De cuando Miguel Hernández fue andaluz

  • Los herederos del autor de 'Nanas de la cebolla' confían en la Junta para impulsar en Quesada (Jaén) la casa del poeta tras el desentendimiento de su Orihuela natal

"Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra, No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. [...] ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz!". Glosaba Pablo Neruda al poeta de Nanas de la cebolla de manera premonitoria, con la certeza de saber que en este país, donde pocas veces gana terreno la tercera España que escribiera Chaves Nogales, la condición política de un autor ensombrece la altura de su obra.

No es la cuna de Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante, 1942) la que trata de restituir el legado del poeta de entre las sombras, sino Andalucía -a través de distintas instituciones- la tierra a la que "vuelve y donde escribió lo más hermosos poemas que tiene", en palabras de Lucía Izquierdo, nuera del poeta alicantino.

Desde su llegada en febrero de 1937 a tierras de Jaén, como comisario de cultura del periódico Altavoz del Frente Sur donde ejercerá de corresponsal de la Guerra Civil, el poeta pública en distintos diarios algunos de los versos que dan la medida del compromiso y la talla humana de quien murió de tifus y hambre en una cárcel alicantina en 1942, con sólo 31 años. Jornaleros, El niño yuntero, Las manos, Compañera de nuestros días, Las luchas y la vida del campesino andaluz, Andaluzas, Al soldado internacional caído en España, La rendición de la Cabeza son algunas de las creaciones universales que han evocado, desde las artes, cantantes, bailarines y escritores. Pero es, sobre todo, Aceituneros de Jaén, los versos que han propiciado, ahora, a los 70 años de su muerte, la recuperación del legado de Miguel Hernández por parte de las instutuciones andaluzas y el definitivo -¡ojalá!- impulso del proyecto de la Casa Museo Miguel Hernández y Josefina Manresa, en Quesada (Jaén), ciudad natal de su mujer, con quien tuvo dos hijos, Manuel Ramón, que moriría a los cuatro años, y Manuel Miguel.

El origen de esta iniciativa, recordó el pasado jueves Francisco Reyes (PSOE), presidente de la Diputación de Jaén, se remonta a los contactos que en 2012 mantuvo con los herederos para solicitarles la autorización para utilizar dicho poema como base del himno oficial de la provincia. Ya lo era, en realidad, para todos aquellos que asomados a la campiña jiennense recordaban los versos del poeta "Andaluces de Jaén/ aceituneros altivos/ decidme en el alma/ ¿quién, quién levantó los olivos?/ No los levantó la nada/, ni el dinero/, ni el señor/, sino la tierra callada/, el trabajo y el sudor".

La familia mostró su "total disponibilidad" a la petición pero también hizo saber la difícil relación que se estableció entre los herederos del poeta -y, al fin, valedores de un legado compuesta de legajos, primeras ediciones, cartas, manuscritos, fotografías y demás documentos hasta sumar 5.000 además de enseres de su vida cotidiana- con el gobierno de Orihuela votado tras las elecciones de 2011. "La llegada del PP a la alcaldía rompió de forma unilateral un convenio que había firmado la familia con las autoridades locales por las que el legado del poeta debía custodiarse e impulsarse" desde su cuna alicantina.

La Diputación de Jaén pensó entonces que ese proyecto, aunque diseñado en principio para Elche, podía adaptarse a Jáen para "fomentar el turismo cultural en la provincia"; una propuesta que los herederos del escritor vieron con buenos ojos. Y tan bien recibida fue la invitación jiennense que el pasado 14 de agosto llegó el legado de Miguel Hernández a Jaén, tierra desde la que la familia quiere impulsar la obra de este poeta, dramaturgo y periodista de quien Dámaso Alonso dijo que fuera el genial epígono de la Generación del 27.

"Para nosotros, su familia, no creemos que Miguel haya tenido el reconocimiento que debe, pero para eso estamos aquí, para ver si de una vez trabajamos en su figura desde los institutos y universidades y si lo colocamos en el sitio que le corresponde. El proyecto -continuó Izquierdo a la salida de su encuentro con José Antonio Griñán en San Telmo- es muy hermoso y muy ambicioso culturalmente", y en su apartado investigador participan la Universidad de Jaén y el Instituto de Estudios Giennenses.

Si las previsiones se mantienen ajenas al devenir de los recortes, el 30 de octubre de 2014, para hacerlo coincidir con la fecha de su nacimiento, está prevista la inauguración de la Casa Museo en Quesada. "Hay muchas expectativas e ilusiones. Hemos hecho ya todo el inventario de lo que hemos traído a Jaén y ahora vamos a empezar con la microfilmaciones y la catalogación de los documentos. Nos queda mucho por hacer y queremos implicar a la Junta en esto".

Después de este primer encuentro con el presidente del Ejecutivo andaluz, los impulsores del proyecto tienen previsto mantener reuniones con el consejero de Cultura, Luciano Alonso, para "concretar" y "canalizar" la ayuda de la Administración andaluza.

Las miras están puestas ahora en 2016, año en el que se conmemora el 75 aniversario de la muerte de este pastor, una fecha en la que la familia aspira que los colegios tengan como lectura obligatoria versos como Sonreír con la alegre tristeza del olivo. Ése es su verdadero legado. Ajeno al color político y a las modas.

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