La Moneta, la belleza desgarrada

Juan Pinilla / Granada

29 de mayo 2013 - 11:13

Si echamos un vistazo a la carrera artística de Fuensanta Fresneda Galera, 'La Moneta' (Granada, 1984) resulta fácil adivinar que nació para el baile. Pero esta frase tan repetida hasta la saciedad de "nacer para", a veces con demasiados tintes demagógicos, en ella adquiere todo su esplendor. Esta prematura bailaora, cuyas intenciones artísticas se adelantaron a su edad: baila desde la infancia, se forma con destacados profesores, muy joven se enrola en los tablaos y cuevas granadinas donde aprende de sus compañeros, con 19 años se presenta al Festival de Las Minas de La Unión donde llegó y 'besó el santo', al hacerse con el Desplante Minero, recorre distintas compañías, forma la suya propia, se hace empresaria, arriesga, continúa recogiendo trofeos que la reconocen como la bailaora más interesante nacida en los 80. Esta prematura bailaora, pues, no es más que una de las figuras del baile más importantes que ha dado Granada en su historia.

La Moneta no es ya aquella bailaora desatada, de pellizco, de miradas absortas en otra dimensión, de tronío, La Moneta es ahora, además de todo eso, una bailaora que sabe lo que hace y por qué lo hace. Bailar, vivir, Extremo Jondo, Lo que trae el aire y Entre la luna y los hombres han sido los trabajos con los que ha cosechado sus primeros éxitos, obras con las que echó a andar en ese machadiano camino de lo artístico y que, cual escritora, continúa reescribiendo, componiendo, creciendo y haciendo crecer una obra seria, pulcra, en la que da pasos meditados hacia delante, despacito, pero con firmeza y decisión.

Quizá por eso viene a mostrarnos lo que la bailaora granadina ha cosechado hasta la actualidad en cuanto a conocimiento y experiencias. Resulta fácil coleccionar discos de cantaores y de guitarristas, pero con el baile se da una circunstancia muy especial: coleccionar en nuestra mente a bailaores es como coleccionar hermosos sueños: si estos son memorables, su baile vuelve a la memoria de los buenos aficionados de forma recurrente. Acercarse a disfrutar de La Moneta es acercarse a lo sublime, a la belleza desgarradora de quien baila desde dentro.

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