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Moreno Arenas, menos es más

  • El dramaturgo granadino pasa por ser uno de los autores más estudiados del panorama español Creador de las 'pulgas dramáticas', es autor de más cien obras y está ultimando un proyecto en torno a Lorca

La obra teatral del granadino José Moreno Arenas (Albolote, 1954) tiene un pie en los escenarios y otro en universidades de medio mundo. Pasa por ser uno de los autores más estudiados y recientemente ha aparecido una tesis doctoral -una investigación más- sobre sus piezas dramáticas, en este caso a cargo de la profesora mexicana Susana Báez Ayala (Universidad de Ciudad Juárez), que lleva por título Desenmascarando al poder en el teatro breve y mínimo de José Moreno Arenas (Alhulia). El escritor es autor de más cien obras y ha sido protagonista de multitud de encuentros sobre la escena contemporánea, el último de ellos el II Seminario Internacional de Estudios Teatrales, donde investigadores del metateatro y distintos profesores abordaron y pusieron en común la obra del autor alboloteño con la de José Sanchís Sinisterra, el autor de ¡Ay, Carmela! Además, su obra acaba de ser estudiada en un reciente máster de la Universidad Autónoma de Madrid.

Moreno Arenas se alimenta del teatro, pero vive de su puesto de secretario-interventor en el Ayuntamiento de Noalejo. Por diferentes motivos familiares estudió Derecho, aunque su idea era estudiar Filosofía y Letras; pero no se arrepiente porque ha podido aplicar al teatro elementos inimaginables del estudio de las leyes. En 1998 escribió La tentación, una obra sobre los desmadres y la corrupción urbanística, mucho antes de que estallara la Operación Malaya. Esta obra llegó a ser censurada en algunos ayuntamientos cuando ya estaba incluso programada porque sus alcaldes estaban en un proceso jurídico "similar" al del protagonista de la obra, recuerda el autor.

Antonio Sánchez Trigueros, presidente de honor de la Academia de las Buenas Letras, dice que su teatro posee "el humor corrosivo del Aristófanes más sarcástico"; sus escenas son "mundos del surrealismo que recuerdan a Samuel Beckett"; sus diálogos "destilan una sutileza crítica digna de Mihura o Jardiel Poncela"; y, en fin, "su agudeza de observación de la sociedad contemporánea la encontramos en la dramaturgia de Darío Fo". El dramaturgo alboloteño asiste con media sonrisa a la lluvia de piropos, los digiere y a continuación vibra cuando habla de Lisístrata, de Aristófanes, donde las mujeres hacen huelga de sexo para que sus esposos no vayan a la guerra. "Se metía con los dioses, con los políticos, tenía buenos amigos y los mejores enemigos del mundo", señala como su primer modelo. También habla del Siglo de Oro, la primera mitad del siglo XX, el surrealismo de Beckett, el absurdo de Ionesco o autores más desconocidos como el chileno Jorge Díaz. Y después la Otra generación del 27, Jardiel Poncela, Miguel Mihura, La Codorniz y el nuevo teatro español, con nombres imprescindibles como Fernando Arrabal, de quien ha tomado una actitud provocadora, sabiendo que al final se espera el aplauso del público. "Hay que buscar la diversión, pero también la reflexión: divertir educando o educar divirtiendo", señala.

Y no lo dice desde la teoría; a Moreno Arenas le gusta mimetizarse con el público, ver sus reacciones. En Portugal, con el estreno de El currículum, se quedó antes de la representación en la puerta esperando a que acudiera una mujer enlutada que respondiera al perfil de Bernarda Alba. Apareció y se sentó detrás para ver sus reacciones. La obra gira sobre un delincuente habitual que acude a comisaría a que le den su currículum criminal para participar en un concurso. Es un joyero que, harto de que lo atracaran, traspasó su tienda y lo primero que hizo fue atracar su joyería. Pero este delito había prescrito, así que sale a la calle para cometer una fechoría que lo convierta en el criminal más popular de la ciudad. Tras diversas peripecias llenas de ironía, traza un plan. Mete a su madre en comisaría y la lleva detrás de un biombo. "Señor comisario, estoy violando a mi madre, y que quede claro de que es en contra de su voluntad". Y la señora de luto riguroso se partió de risa con la escena, inspirada en la sentencia de un juez que no apreciaba que la mujer se estuviera resistiendo lo suficiente.

Pero Moreno Arenas no se siente inquieto por si la realidad acaba superando el mayor de sus delirios. "Ahora mismo sólo tengo que hacer una fotografía de la realidad, antes había que dar más vueltas", señala para volver a uno de sus maestros, Miguel Mihura, que era adicto al Régimen, pero también un crítico pertinaz que decía que cuando más se adivina la inteligencia de una persona es cuando hay censura. Hoy, que en teoría no hay ninguna condena previa, se pueden decir las cosas tal y como se perciben y cada uno la juzga como quiere. Mihura escribió "Reina un frescor general, procedente de Galicia". "Claro, él decía que simplemente estaba hablando del tiempo", recuerda.

El alboloteño tuvo el "privilegio" de ser un buen amigo de otro granadino ilustre, José Martín Recuerda, compartiendo tertulias en la residencia de Salobreña del autor de Las arrecogías. "Era un hombre que en teoría del teatro nos daba vueltas a todos", señala para recordar una reunión en la que dos invitados se pusieron a disertar sobre intrincados conceptos teatrales. "Pepe, vámonos al balcón que a estos no hay quien los aguante", le dijo Martín Recuerda, un enemigo acérrimo de la pedantería.

Con tantos estudios sobre su obra ¿ha descubierto cosas que ni se le habían pasado por la cabeza? "Se han dicho una cosa y la contraria", señala divertido. En su caso, gran parte de su prestigio viene de sus pulgas dramáticas. Hace años hubo una controversia "fantástica" que le hizo crecer como autor. Un "buen amigo", Jerónimo López Mozo, dijo en una ponencia que sus pulgas dramáticas no eran teatro. López Mozo entendía que en tan corto espacio era imposible que se pudieran dar todos los elementos de una obra de teatro y sostenía que en sus pulgas todo se reducía al conflicto. John P. Gabriele, el mejor hispanista de teatro en EEUU, se puso del lado de Moreno Arenas y defendió que sí eran teatro. En mitad de esta civilizada trifulca sobre conceptos teatrales, el autor granadino sonreía bajo su mostacho, consciente de que si dos grandes teóricos se enzarzaban en una justa teatral por su obra era algo que lo ponía en el mejor escenario posible. "Pero la habilidad del autor está en condensar todos los elementos teatrales, aunque sea en diez líneas", zanja el autor que ha derribado teorías con su teatro mínimo.

Un ejemplo es La gata. Aparece una minina de pelo negro, que se roza contra una torre aparentemente inexpugnable. Al desplomarse esta, se revela el cadáver de un hombre. Provocadora e ingenua, la gata abandona el escenario y, a punto de salir, su sombra se proyecta sobre el fondo, semejando la negra silueta de una mujer. Moreno Arenas necesita apenas unas líneas para construir una de sus obras de teatro indigesto. Y lo escribió en una servilleta mientras esperaba a su amiga Marie-Claire Romero. Por la tarde se lo enseño a José Rienda, entonces editor de Dauro, y le dijo que si le escribía veinte como esas editaba un libro. Así nacieron las pulgas dramáticas.

Como El ménage à trois, la pieza que escribió por encargo de Alfonso Zurro para conmemorar el Día Mundial del Teatro en Sevilla. Trataba sobre la ley de paridad, con un señor que se lo monta con dos señoritas en un hotel. Toca la policía y le dice que está atentando contra la paridad. Así que le propone al policía que se una para ser escrupulosos con la ley... "Aquí están todos los elementos de mi teatro, provocación y reflexión, en este caso es mejor no aplicar una ley injusta porque si la aplicas cometes una injusticia mayor". Pero no se sabe al final si el policía se une a la orgía. "Eso ya es intrascendente, que cada uno le ponga el final que quiera", concluye.

Su último gran proyecto gira en torno a la figura de Federico García Lorca, un encuentro inopinado porque su obra gira en torno a personajes salidos de su febril imaginación. Pero ahora se enfrenta a un hombre real, con sus grandezas y sus miserias. "Quiero reivindicar que su verdadero propósito eran las comedias imposibles, no las tragedias de corte costumbrista como La Casa de Bernarda Alba o Yerma", señala. De hecho, Moreno Arenas recuerda que existe una carta que Lorca envió a Melchor Fernández Almagro, donde afirma que su verdadero propósito eran las comedias imposibles, pero que seguiría escribiendo dramas rurales porque le daban prestigio. "Hay que reivindicar al hombre, no al mito. Lorca tenía sus miserias y sus virtudes, reivindicar esto le haría y nos haríamos un gran favor", continúa un hombre que se confiesa "asustado" por las expectativas de la obra que se llamará Federico, en carne viva, un diálogo entre él y Margarita Xirgu con 'extras' como la propia Bernarda Alba o Buster Keaton. La obra casi le está costando la salud, dejando en carne viva a su creador. Lo explica azorado, rompiendo el tono amable que mantiene durante toda la entrevista.

Vuelve a su entusiasmo habitual -utiliza con frecuencia la palabra "cojonudo"- para hablar de la tesina de Heidi Guzmán Graf (Universidad de Neuchâtel, Suiza) que pone su obra en relación con la de Sanchis Sinisterra; la traducción al árabe de su Teatro selecto que ha realizado el profesor e investigador egipcio Khaled Salem; o la próxima publicación en California de una edición bilingüe de su A Rude Trilogy (begging your pardon) / Trilogía grosera (con perdón). Además, el Ayuntamiento de Albolote, con la ayuda de la Fundación Francisco Carvajal se ha "echado p'alante" con el Certamen de Teatro Dramaturgo José Moreno Arenas, que viene convocando desde 2009, o el Seminario Internacional de Estudios Teatrales, cuya convocatoria la hace conjuntamente con la Universidad de Granada. Un reflejo de que las pulgas dramáticas de Moreno Arenas han picado la curiosidad a aficionados y estudiosos.

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