Música celestial para Guerrero

El músico Llorenç Barber hizo sonar anoche las 16 campanas de la Catedral en conmemoración del décimo aniversario del centro y en recuerdo de la hija del pintor.tro y en recuerdo de la hija del pintor.

P. Tello / Granada

14 de junio 2010 - 07:19

Las 16 campanas de la Catedral de Granada sonaron anoche tañidas por uno de los grandes especialistas en este arte de todo el mundo, Llorenç Barber, en conmemoración del décimo aniversario de la apertura del Centro José Guerrero y como recuerdo de Lisa Guerrero, hija del pintor, fallecida hace unos meses.

Bajo el título De ayes, bronces y ayres, Barber y la treintena de instrumentistas del Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia ofrecieron un total de 45 minutos de actuación basada en sutilezas, ecos, melancolías y memorias. "Hay tantas obras en esta actuación como actitudes se tomen o el recorrido que haga cada uno. El aire también compondrá y la brisa también compondrá", avanzaba hace unos días en la presentación del concierto el compositor, que contó también para su actuación con unas campanas de su colección privada de instrumentos.

Los asistentes siguieron al pie de la letra algunos de los consejos que hay que tener en cuenta para disfrutar al máximo de este tipo de conciertos con campanas. "Crear a tu alrededor un espacio de atención y calma"; "buscar lugares abiertos"; "moverse y guiarse por el oído para encontrar el lugar adecuado en el que ubicarse"; "construir un itinerario sonoro propio en busca de ecos, retumbos y repiques surgidos del combate entre la partitura y la orografía compleja de la ciudad"; "recrearse en el goce de lo distinto" y, sobre todo, "abrir de par en par las puertas de la sensibilidad y la memoria" son algunas de las claves para sacar todo el jugo a un concierto de tan peculiares características.

Barber fue gran amigo de José Guerrero y siguió la evolución del centro desde sus primeros compases. Además, el propio pintor mantuvo una relación muy peculiar con el campanario de la Catedral, ya que su compañero de taller Santiago Martín López -hijo de los campaneros de la torre- intercedió para que prestaran un estudio que había allí instalado y en el que había trabajado Alonso Cano a cambio tan sólo de que se ocupara de los toques de las campanas durante el tiempo que permaneciera en la torre. Dicho y hecho, hasta que anoche la magia de aquellos días volvió a resurgir.

stats