Jorge Edwards. Escritor

"Neruda comparaba a Cuba con la España de la República"

  • El escritor chileno, Premio Cervantes en 1999, reedita 'Persona non grata', donde narra su experiencia como embajador en el país de Fidel Castro El autor ha estado de visita en Granada.

-¿Cómo lleva seguir siendo una 'Persona non grata' 42 años después de la publicación del libro? ¿Es un síntoma de la longevidad de Fidel Castro?

-Yo no traté de hacer un ensayo o un libro ideológico, traté de hacer algo literario, que consiste en contar una experiencia, pero con el lenguaje de un narrador, no con el de un sociólogo. El libro tiene una frescura que se mantiene, hay mucha gente joven que no había nacido cuando lo publiqué, lo lee y a partir de ahí se interesa por el resto de mi literatura. Es curioso, porque durante muchos años yo fui autor de un solo libro, aunque ya había escrito siete cuando salió Persona non grata.

-¿Y ahora que había conseguido que 'Persona non grata' no solapara el resto de su obra vuelve a reeditarla?

-Es una edición diferente. Es curioso, de repente me encuentro con gente optimista con lo que está pasando en Cuba, otros que no lo son tanto, pero los cubanos no son optimistas porque se ha producido una reapertura de las relaciones, pero la represión interna parece que ha crecido en vez de disminuir.

-¿Por qué cree que, todavía, la izquierda española admite casi a regañadientes esta represión? ¿La apertura se ha quedado en el chandal Adidas de Fidel Castro?

-Pasa lo mismo en Francia, allí me han vetado las editoriales por Persona non grata. Hace poco, un gran crítico francés me dijo que me pusiera en contacto con una determinada editorial para publicar. Yo le contesté que allí había una señora, casada con un montonero uruguayo, que me iba a vetar. Pero él me dijo que eso eran cosas del pasado, así que me animé a escribir una carta educada, muy amable, porque yo era además por entonces era embajador de Chile. Pero no me contestó.

-Mirando las cosas con perspectiva, ¿fue un error político por parte de Salvador Allende enviarle a usted como embajador a La Habana?

-Por supuesto. Los ministerios de relaciones exteriores son una cosa muy tramposa. El mismo Allende, al que conocía, me dijo que consideraba que yo no era la persona oportuna para ir a Cuba, quizás por ser escritor, por burgués o señorito. Comprendí que el encargo era una intriga del Ministerio, porque nadie quería ir, así que me eligieron a mí como en un acto de sacrificio. Después, una vez allí, Fidel me dijo que en la primera etapa de la Revolución habían enviado a escritores como diplomáticos, pero que esa etapa había pasado y que Chile se había equivocado por mandarme a mí.

-Acaba de elucubrar con el hecho de haber nacido en una familia burguesa pudiera ser mal visto en su momento, como si fuera algo que lo convirtiera en sospechoso. Es curioso que, todavía hoy, hay un minoritario sector que sigue tildando a Lorca como un escritor burgués...

-El otro día presenté una antología de Huidobro, un gran poeta, irregular para mi gusto, que cuando es bueno es buenísimo. Era el hijo del dueño de una viña chilena. Al final de la presentación una señora se levantó y me dijo que iba comenzar a leer a Huidobro, porque antes sólo había leído a Neruda. ¿Por qué? Me confesó que por razones políticas. Esos prejuicios perviven en la literatura de un modo extraordinario.

-En su momento creó un cisma en la izquierda con su visión de Cuba. Ahora es capaz de apoyar a la derecha en Chile, algo impensable en España en un escritor que, como usted, se declara abiertamente como hombre de izquierda.

-La Concertación gobernó durante 20 años, y no lo hizo mal. Pero estaba decayendo en energía y seriedad, con casos de corrupción que estaban aflorando. Y Piñera, que es un hombre que procede de la democracia cristiana, representaba una alternancia necesaria en cierto momento. Y yo lo escribí así, sin más. Dije que me parecía que iba a votar por él porque la alternancia es necesaria y que en este sistema se puede pasar de la derecha a la izquierda mediante las elecciones, sin necesidad de que haya un golpe de estado. Él me llamó, quería darme un cargo, pero yo no quería entrar en ese gobierno. Pero cuando me habló de París fui débil, porque tengo una relación literaria y sentimental con esta ciudad. Alain Touraine, un viejo sociólogo que ha escrito mucho sobre el allendismo, me dijo que había demostrado que para que la derecha llegue al poder no es necesario un golpe de estado, y para que la izquierda gobierne no hay que hacer una revolución.

-Sitúa a Pinochet en un extremo y a Allende en otro. Con todo lo que ha expuesto, ¿supone esto una crítica implícita al que fuera presidente de Chile hasta su muerte?

-Allende se equivocó. No sabía de economía, pero se sentía muy presionado porque él representaba el centro izquierda. Pero había una izquierda a la izquierda, tomó medidas como aumentar los sueldos y los salarios de los chilenos en un 40%. Esto no se podía financiar, así que tenía un 80% de inflación, tras lo cual fijó los precios. Pero si eres panadero y el pan te cuesta 50 pesos y lo tienes que vender a 30, lo vendes en el mercado negro. Yo estaba con Pablo Neruda, que era mejor economista que el ministro. Llegó un representante de Allende y se reunió con Neruda, que le expresó su preocupación por lo que estaba pasando. El ministro le dijo: "Pablo, la inflación va a destruir el poder de la burguesía". Y Neruda le contestó: "No, la inflación nos va destruir a nosotros".

-Es curioso, más de 40 años después, hay partidos políticos en España que hablan también de aumentar considerablemente el salario mínimo...

-El tema del allendismo y de Cuba es muy actual. Yo tenía dificultades, en una época dejaron de publicarme cosas. Me llamó Juan Cruz para que colaborara en El País, le mandé tres artículos y no me publicaron ninguno. Ahora estoy escribiendo en el ABC cada tres semanas.

-Todavía hoy tiene que matizar que nunca fue secretario de Neruda...

-Yo le mandé mi primer libro, no lo conocía, pero su dirección estaba en el listín telefónico. Al poco tiempo, un amigo común me dijo que Pablo Neruda quería conocerme. Fue muy cariñoso, aunque yo admiraba al escritor surrealista me encontré con el Neruda estalinista. Pero en el 56, Nikita Khrushchev hace su famoso discurso en el que denuncia los crímenes de Stalin. Jorge Amado quedó quebrado con este asunto, Neruda calló, comenzó a rebuscar cosas de su pasado, y acabó publicando Estravagario. Neruda era un coleccionista compulsivo, todo lo contrario que yo, que cuando la gente entraba a mi casa en Chile me decía que practicaba el minimal art.

-¿Era un minimalista sin saberlo?

-La cercanía con Neruda me hizo minimalista. Tengo libros y unas pocas pinturas de amigos. Eso sí, cuando me regalan un cuadro feo lo escondo. He tenido problemas con eso. Había una diferencia entre el Neruda público y el privado, era muy escéptico con la URSS, y con Cuba nunca fue optimista, comparaba mucho a la Cuba de Fidel con la España de la República anterior a la Guerra Civil. Decía que estaban haciendo cosas que iban a conducirles al desastre.

-Acaba de tocar otro lugar sagrado para la izquierda española....

-Neruda solidarizó con España y se hizo comunista tras la guerra, pero era un anarquistoide. Cuando le conté lo que había visto en La Habana me dijo: "Escríbelo, pero no lo publiques todavía". Si Neruda viviera me seguiría diciendo "no lo publique todavía".

-Usted tiene la nacionalidad española desde 2010. ¿Se atreve a decir públicamente a quién votará como hizo en su momento con Piñera?

-Si voto diré a quién. Pensé que Ciudadanos iba a ser una fuerza importante y que el PP iba a buscar el acuerdo con ellos. El PSOE está muy fragmentado, poco claro, y Podemos es muy oportunista. Lo que sí encuentro inquietante es lo de Cataluña.

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