Crítica de música

Noche de rock andaluz

zaidín rock

Medina Azahara + D'Callaos + Araappaloosa + Ovis Perversa + Ginah Brand. Fecha: jueves 10 de septiembre. Aforo: 5.000 personas

35 años, que se dice pronto, y el Zaidín se convirtió una noche más en la capital de rock en la que el tiempo se detiene en un punto indeterminado en el que todo sigue igual. El rock parece un género impermeable a la evolución, el público se antoja intercambiable entre ediciones distantes y las instituciones… Bueno, las instituciones siguen secuestradas por unos políticos que actúan de espaldas a sus gobernados y utilizan sus poltronas para apuntalar sus propios intereses.

Solo así se explica que ahora, cuando la Diputación ha cambiado de color político, vuelva a apoyar el festival y que el Ayuntamiento continúe ignorando el evento al que mayor cantidad de público asiste de todo el calendario, con la excepción del intocable Festival de Música y Danza. Solo considerando que este último se extiende en el tiempo durante más de cinco semanas y que el Zaidín rock raramente baja de los 40.000 asistentes en solo tres días, alguien debería replantearse contra quién gobierna. Que sigan sufragando una televisión tendenciosa aunque cambien a su responsable, para la que por supuesto no existe este festival.

Así pues un año más comenzó perezosa la noche con la actuación de Ginah Brand, un grupo que se mira en el indie rock de los noventa y en la tradición pop rock de la ciudad y que puso la única nota popera de la noche. A partir de ellos sería el rock más contundente y sus diversos encuentros con el flamenco los que acapararían el protagonismo. Tras ellos legó el turno del hard rock sin más etiquetas, música apropiada para el Zaidín y la reivindicación. Ovis Perversa es una banda nueva formada por viejos conocidos. Miembros de los desaparecidos Canker forman el núcleo central aunque también alguno procedente de otros históricos como María del Mal o Tortura. Incluso Exxon Valdez. Un repertorio a base de heavy de los ochenta cantado en español al que no le hubiera venido nada mal alguna vuelta más en el ensayo y que sirvió para que reclamaran un mejor trato pecuniario por parte de la organización.

El rock contundente, aunque en esta ocasión más orientado hacia el blues y el hard de los setenta fue el que puso sobre el escenario del Zaidín Araapaloosa, uno de los muchos proyectos en los que anda involucrado el versátil e incansable Antonio Travé, que dejó constancia de lo importante que es un buen bagaje. Con el ambiente ya caldeado y las barras funcionando casi a pleno rendimiento siguieron D'Callaos, una banda surgida en Tarrasa pero de acento inconfundiblemente andaluz y aromas flamencos esparcidos por todas sus composiciones, entre el rock urbano, calimotxero, y el flamenquito, con guiño a Triana incluido, que no sería el último de la noche. Para ellas reclaman del público salero, compás y buen rollo, postulándose así como una propuesta perfecta para posiciones más vistosas de futuras ediciones. Al tiempo.

Así llegó el plato fuerte de Medina Azahara, un quinteto con tanta historia como el propio festival, que más allá del rock andaluz ha sabido sobrevivir instalándose dentro de los cánones del rock duro de toda la vida, aunque sin olvidar esas influencias andaluzas que fueron su seña de identidad en su primeros álbumes, cuando los contratos se hacían con grandes multinacionales y los números contenían muchos ceros.

De entonces solo el cantante, Manuel Martínez, continúa en la banda y sostiene su actuación sobre unas bases en las que entran casi todos los clichés rockistas del hard, y a partir de ahí va aumentando la dosis de nostalgia, dejando para la recta final los temas más conocidos de sus inicios, e incluso alguna de las versiones que han hecho suyas con el tiempo, como Todo Tiene su Fin de Los Módulos.

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