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OCG, 25 años de funambulismo musical

  • El pasado día 15 de junio la OCG cumplió su vigésimo quinto aniversario, una historia de altibajos EL 18 de septiembre celebra sus bodas de plata en la Plaza de Toros

EL Auditorio ya tiene voz propia", dijo el arquitecto José María García de Paredes cuando escuchó por vez primera a la Orquesta Ciudad de Granada. El pasado día 15 de junio se cumplieron veinticinco años de aquella histórica presentación de la formación orquestal granadina. El estreno se produjo el 39 Festival Internacional de Música y Danza de Granada, bajo la dirección de su primer titular, el ruso Misha Rachlevsky, y con el nombre de Orquesta de Cámara. El concierto, que tuvo lugar en el Auditorio Manuel de Falla, incluyó entre otras obras, el estreno de la Obertura para cuerda, de José García Román, y contó con la participación estelar del guitarrista Narciso Yepes, en la interpretación del Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo. Se ponía el broche final a toda una serie de peripecias y gestiones emprendidas por el equipo de gobierno municipal que presidía el socialista Antonio Jara y que se empeñó en dar al Auditorio Manuel de Falla y a Granada una orquesta estable.

Al principio fue una formación de cámara, porque lo que se pretendía era ver cómo funcionaba una orquesta para posteriormente ampliarla a una clásica. Fue un empeño personal de Antonio Jara, quien quiso que Granada tuviera una gran orquesta dado el pasado histórico musical de la ciudad, una demostración más de su peso cultural en Andalucía. José Miguel Castillo Higueras, entonces concejal delegado de Cultura, recuerda que "hubo muchas dificultades, sobre todo financieras, y había gente que no apoyaba el proyecto, pero lo más sorprendente fue la respuesta del público, que acogió con gran cariño y éxito a la nueva formación". La creación de la OCG, según Castillo Higueras, "contó con el apoyo de todo el grupo municipal y con el pleno del Ayuntamiento y no hubo reticencias por parte de la oposición, que también respaldó el proyecto".

El director ruso Misha Rachlevsky firmaba, como titular de la New American Chamber Orchestra, en febrero de 1989 un convenio con el consistorio granadino de dos años de duración por el que se comprometía a la creación de la OCG, siempre como formación de cámara. Rachlevsky se encargó personalmente de la selección de los músicos. "Nada más ver cómo uno de los violines cogía el instrumento, hacía la selección del músico o no", relata el melómano y entonces concejal de Medio Ambiente, Luis Castellón. Pasados más de dos años se da el paso en 1990 a la consolidación y creación de una formación clásica. Rachlevsky fue relevado por un joven vasco que por aquellos años dirigía la JONDE (Joven Orquesta Nacional de España), llamado Juan de Udaeta, quien será el primer director titular y artístico, cargo en el que permaneció hasta 1994, compaginándolo en su etapa final con la dirección del Festival Internacional de Música y Danza.

Un jovencísimo Enrique Gámez, ex director del Festival de Música y Danza, vivió como gerente los años más difíciles de la OCG y también los de mayor crecimiento artística. Gámez fue gerente de la formación orquestal en el primer periodo de Josep Pons, desde 1994 a 1997. Gámez fue testigo directo del paso de la etapa de Juan de Udaeta a la entrada de Pons. "Fue un periodo en el que se produjo la trágica muerte en accidente de tráfico de varios miembros de la orquesta, un suceso que nos afectó mucho a todos". "Recuerdo -dice Gámez- que Menuhin daba un concierto y cambió el programa para recordar a los compañeros fallecidos".

Gámez rememora que "fue una gran satisfacción trabajar con Josep Pons y los procesos de cambio que emprendió en la OCG". Aquella época de Gámez y los inicios de Pons coincidió con una situación económica complicada, herencia del periodo de Juan de Udaeta. En aquellos años se produjeron los conciertos protesta y la huelga de los músicos, que consistió en aparecer en el Auditorio Manuel de Falla en vaqueros y sin el tradicional 'pingüino'. Entonces aparecieron los famosos lazos amarillos en apoyo de la OCG, que se convirtieron en un tremendo apoyo a la OCG, con la manifestación del público y de la gente de Granada a favor de su orquesta.

En aquellos años hubo intentos de hacer efectiva lo que se llamó la 'Operación diamante', la transformación de la OCG en una lujosa formación de cámara y su retirada del Auditorio Manuel de Falla, sede de la formación musical. Aquella operación quedó anulada por los lazos amarillos, pero se plantearon cuestiones como la 'utilidad cultural' de la OCG y su repercusión en Granada.

Enrique Gámez abandonó la OCG y dio paso a Oriol Ponsa. La pareja Pons-Ponsa revitalizó a la Orquesta, acabó de afinarla, como decía el director catalán. La etapa de Josep Pons, con la gerencia de Oriol Ponsa, coincidió con la proyección nacional e internacional de la OCG y con uno de sus momentos de mayor calidad artística. En 1998 fue la etapa belga, visitando ciudades como Chambéry, Le Havre, Nantes, Saint Etienne y Bruselas. En España fue muy comentada la gira que en 1999 realizaron con obras de Kart Weil, con Ana Belén y Miguel Ríos, bajo la dirección de Josep Pons, visitando Valencia, Oviedo, San Sebastián, Gijón, La Coruña, Santander, Barcelona, Las Palmas, Sevilla y Murcia. En 2001 se inicia la primera gira por Alemania y Austria, bajo la dirección de Pons, visitando ciudades como Wilhelmshaven, Berlín, Bielefeld, Osnabrück, Friedrischaffen, Innsbruck, Regensburg, Göttigen y Hannover. En 2004, la OCG regresó a tierras germanas, también bajo la dirección del catalán, y recorren Berlín, Kassel, Göttigen, Kiel, Wilhelmshaven, Osnabrück, Wüppertal, Dusseldorf, Bielefeld, Colonia, Regensburg, Ausburgo y Nuremberg.

En 2004, Josep Pons recibe la llamada del Ministerio de Cultura para hacerse cargo de la indomable Orquesta Nacional de España. Su vocación de persona volcada a un proyecto y a una sola responsabilidad le impide sostener dos batutas, en una mano la de la OCG y en la otra, la de la ONE y, además, contribuye a mantener una tercera orquesta en Barcelona. En la mente de Pons no casaba la bigamia. Y la necesidad de volcarse con una ONE en crisis e inestable, tal como se encontraba la OCG cuando se hizo cargo de ella, le sustrae tiempo, esfuerzo y dedicación. Pons deja la dirección, pero su vinculación con la formación granadina permanece a través de colaboraciones y su participación en algunos conciertos.

El destacado violinista francés, de origen ruso, Jean-Jacques Kantorow coge la batuta de la OCG en 2005, un periodo que durará hasta 2008. Bajo la dirección del músico galo, la OCG visitó Inglaterra, actuando en Birmingham, Manchester y Basingstoke. Otras actuaciones internacionales de la OCG han tenido lugar en Ordino, Andorra, Avignon, Milán, Coimbra, Gstaad, Postdam, y la actuación en el Musikverein de Viena.

Josep Pons estableció una relación especial con los músicos de la OCG, a quienes implicó en las cuestiones artísticas de la orquesta, escuchaba sus sugerencias y mantenían largas conversaciones. El carácter de Kantorow era muy distinto y, a pesar de ser uno de los grandes músicos solistas europeos, no consiguió la química necesaria con los miembros de la OCG. A eso se unió un gerente, Carlos Magán, que no logró el diálogo con los profesionales de la formación orquestal. Los músicos se encontraban desmotivados, funcionariados y perplejos ante los nuevos sones en la dirección de la OCG. A Kantorow le cumplió el contrato y el Consorcio decidió no renovarle. Hace su aparición al frente de la formación orquestal Salvador Mas, un nombre conocido por los músicos de la OCG porque, como principal director invitado, la había conducido en numerosas ocasiones.

Era la mano derecha de Pons y continuador de la línea emprendida por su colega catalán. Mas mantuvo alto el listón de la calidad de la OCG, la herencia recibida de su colega Josep Pons. Le echó cariño hasta 2012, cuando aparecen nuevamente los problemas económicos, con unos músicos profundamente inquietos por su futuro laboral tras el anuncio de la Junta de Andalucía de cambiar el modelo de financiación. Fue una sonada despedida, con un finiquito que firmó antes de presentar la temporada de la orquesta, y con una rueda de prensa en la que Mas ofreció un discurso en el que pilló de improviso a la Junta y al Ayuntamiento, en el que se quejó de que las dotaciones económicas que llegan a Granada "son muy inferiores a otras instituciones". "Esto es un agravio para nosotros", dijo. Por entonces su continuidad estaba ya en entredicho y, de hecho, ni siquiera participó en el diseño de la programación, que corrió de parte de los músicos y del propio gerente.

Tras un casting y largo periodo de selección, el Consorcio se decide por el director Andrea Marcon, un artista consciente, ante la situación de los músicos de la OCG, que la música es también un estado de ánimo. Hace dos años se puso al frente de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG) cuando el ambiente iba en depresión creciente y desaliento, y en este tiempo ha conseguido, junto a la gerente Alicia Pire, sacar de esa canción triste a la orquesta. Por un lado se ha encaminado la situación económica y, por otro, el director italiano ha insuflado vitalidad en unos músicos que andaban alicaídos.

Tras las etapas de Jean-Jacques Kantorow y Salvador Mas, que tenían personalidades más reservadas, llegó un torrente italiano con una forma de ser más cercana a la de Josep Pons, el director con el que la OCG llegó a su máxima expresión. Con el maestro nacido en Treviso, que se implicó directamente en los problemas de la orquesta desde un primer momento, la OCG salió de la UVI, pasó a planta y, ahora, ya comienza a hacer vida normal, al menos eso parece y así resiste los recortazos a la cultura. La veinteañera OCG se pondrá de largo con la recuperación de su gran fiesta de comienzo de temporada, una iniciativa de Pons, el hombre que afinó aquel proyecto de cámara que Udaeta convirtió en clásica.

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