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La OCG, en el camino de la excelencia

  • Una mesa redonda sobre el futuro de la orquesta resalta que la formación tiene que recuperar su vocación viajera y ser sinónimo de calidad

El Ateneo de Granada organizó una mesa redonda bajo el título La música clásica en el siglo XXI. Perspectivas para una institución cultural de Granada: la OCG. En ella intervinieron los siguientes ponentes: Antonio Jesús Martínez, pianista y profesor del Conservatorio Superior de Música de Granada; José Vallejo, promotor cultural, fundador y socio de honor de la Asociación Amigos de la OCG; y Gunter Volg, músico de la OCG y expresidente del comité de empresa de dicha orquesta, que intervino como experto en gestión cultural.

Sobre la mesa se planteaba el futuro de nuestra orquesta, no en el sentido de si peligra o no su pervivencia, ya que ésta está garantizada, tal y como expresaron los representantes de las instituciones presentes en el acto que forman parte del Consorcio Granada para la Música. Lo que en realidad se debatió fue el modelo de orquesta que se espera, o bien se desea, para nuestra ciudad.Coordinadas por Cristino Pérez, socio del Ateneo, las tres intervenciones se ajustaron a quince minutos de duración. Inició el turno de palabra Antonio Jesús Martínez, que en una intervención bien estructurada pero algo idílica expuso como principal prioridad en el futuro de la OCG el establecimiento de relaciones entre educación y práctica musical por medio de convenios de la orquesta con la Universidad de Granada y los conservatorios.

En este sentido, abogó por la creación de una Joven Orquesta Ciudad de Granada, que sirviera como cantera para posibles colaboraciones y futuras incorporaciones a la OCG, o un Joven Coro de la OCG. Verdaderamente, se trata de proyectos que a medio plazo podrían resultar muy interesantes, si bien antes habría que analizar la situación actual de la orquesta y sus necesidades. Con respecto a la incorporación de los jóvenes a la práctica interpretativa, la Joven Academia de la OCG lleva años funcionando, siendo un programa pionero en el que profesores de la orquesta comparten la preparación de un programa con alumnado de los conservatorios y escuelas de música; ampliar este programa sería ideal, pero habría que garantizar unos estándares de calidad para que fuera realmente efectivo.

Con respecto al Joven Coro de la OCG, el ponente no contempló que habría primero que consolidar el actual Coro de la OCG, que se encuentra en un difícil momento tanto a nivel artísticos como institucional, antes de abrir una nueva vía de trabajo vocal, que implicaría necesariamente contar con personal y medios que no se tienen.

Muy acertada y coherente fue la intervención de José Vallejo, quien conoce muy de cerca la historia de nuestra orquesta desde el papel de observador privilegiado que le ha concedido ser miembro fundador de la Asociación Amigos de la OCG, una institución que lleva apoyando esta iniciativa cultural prácticamente desde sus inicios. Su dilatada experiencia en la promoción y gestión cultural se hicieron igualmente evidentes en un discurso cargado de realismo, en el que expuso un proyecto de futuro para la OCG muy en consonancia con lo que, a juicio del que escribe, necesita nuestra orquesta.

En síntesis, la visión de José Vallejo a medio plazo sería conseguir definir la "marca OCG", una imagen de la institución defendible dentro y fuera de nuestra ciudad como sinónimo de calidad, en la que la orquesta fuera considerada como excelente. Esta búsqueda de la excelencia implicaría, necesariamente, construir un proyecto artístico que implicase a los músicos, al equipo de gestión y a la dirección artística. Si hay un valor que ha posibilitado que la OCG sobreviva a las crisis de su historia ha sido la inquietud y compromiso de sus músicos, profesionales de alta calidad que luchan por la institución a la que pertenecen.

Pero esto no es suficiente, pues es necesario que un buen equipo esté liderado de forma eficiente. Propone recuperar una orquesta viajera, que exporte una buena impresión y que recupere proyectos discográficos coherente y artísticamente interesantes. Apuesta por renovar la imagen de la orquesta desde las bases que ya existen, como su página web, poco actualizada y escasa en contenidos.

También es necesario apostar por la colaboración institucional, algo que ya se está haciendo (proyección a través del Centro José Guerrero y su ciclo de música contemporánea, encuentros con directores e intérpretes, etc.), pero que hay que ampliar la círculo universitario. En definitiva, la OCG ha de abrirse cuanto pueda al público, al existente y al potencial, con políticas de expansión y no sólo de acercamiento. Sólo así se conseguirá una fidelización y ampliación de la audiencia y se contribuirá a la formación social.

Por último, Gunter Volg aportó los descriptores de calidad que, a su juicio, podrían seguirse en la institución a la que pertenece. Volvió a plantear la necesidad de buscar la excelencia, y en un discurso que bebe de los estándares de calidad aplicables a cualquier empresa, pública o privada, analizó las carencias de la institución.

En este sentido, la elección de Andrea Marcon como director titular puede garantizar una línea de trabajo con la que ganar fuerza en Granada y volver a la construcción de programaciones interesantes e innovadoras. Pero hace falta que lo que se ve como una potencialmente buena dirección artística esté apoyada por una gestión que construya un proyecto de futuro abarcable, en el que las mejoras no se harán evidentes de forma inmediata, pero en el que se pueda evaluar con eficacia los logros obtenidos y las dificultades salvables. También la inversión pública debe contemplar una visión a largo plazo, y trabajar conjuntamente por lograr los objetivos que se marquen.

Gunter concluyó su discurso defendiendo que una orquesta no existe para los maestros, los gestores o los músicos, sino que es un servicio a la cultura y la sociedad. Su gestión no se puede dejar al azar, y la falta de presupuestos requiere una mejor labor en este campo que sitúe la OCG al nivel de Europa, en donde el nombre de nuestra orquesta todavía es sinónimo de calidad; Granada y los granadinos lo merecen.

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