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Pasión, tristeza y alegría conviven en la obra más intimista de Iván Vargas

  • El espectáculo del bailaor granadino titulado 'Yo mismo' pone punto final esta noche al segundo Festival Flamenco Cuevas del Sacromonte

Plasmar en un espectáculo la esencia más primaria de uno mismo es una de las pretensiones que lleva consigo cualquier artista. Mostrarse al público mediante estados anímicos es la forma elegida por el joven bailaor Iván Vargas para desnudarse esta noche sobre las tablas. No podía ser de otra forma si es el Sacromonte, la tierra que le vio nacer, el sitio elegido para expresar su arte.

Tristeza, pasión y alegría se dan la mano en un espectáculo con toques teatrales en el que Vargas emprenderá un viaje a través de los distintos palos flamencos embriagados por sentimientos personales. Estará dividido en dos partes: las seguirillas y talantos serán los encargados de dar forma a los momentos de furia, tristeza y pasión que acechan al ser humano, para concluir con una explosión de bulerías y alegrías que irradien la exaltación a la fiesta gitana. "Pienso que siempre, para llegar a un punto culminante, primero se tiene que pasar por estados (y palos) más profundos como son la tristeza y la pasión. Una vez vivido, la persona es capaz de encontrar la estabilidad emocional, por eso he decidido que la alegría concluiría el espectáculo", explica Vargas.

Su baile, que cerrará el ciclo de conciertos del II Festival Cuevas del Sacromonte, está basado en el Festival de Otoño que presentó hace dos años como uno de sus proyectos en solitario más importantes y que desarrolla este año en una gira que ya le ha llevado y llevará por distintos puntos del mundo como Japón, Francia y Ucrania. Aunque es un espectáculo de "flamenco más arraigado", Iván Vargas pretende seguir su misma esencia en Yo mismo. "Nunca se debe perder la forma de ver y entender el flamenco pero hemos intentado meterle unas pinceladas de algo teatral para que la gente vea que el artista no se queda solo en un mismo concepto, intentamos abrir nuevos caminos".

El público será así testigo de un "enfrentamiento" entre la tristeza, vestida de negra bata de cola por Estela Rubio, y el propio Vargas, acompañado por un elenco de artistas que, tal y como explica, lo conocen muy de cerca, tanto como para ayudarle a desenvolverse en este montaje más "íntimo" al que dará vida a partir de las 22:30 horas en los jardines de las Cuevas del Sacromonte.

Procedente de una importante dinastía de bailaores de los que confiesa haber adquirido su primer aprendizaje e inspiración, el bailaor reconoce que el estado anímico más profundo al que se enfrenta en este momento es el de superación: "Soy positivo, estoy centrado en mi trabajo, soy joven y como tal tengo ansia y hambre de superación, conseguir más logros en mi carrera".

Como no podía ser de otra forma, le acompaña un elenco de artistas que ha estado con él "toda la vida": Rafi Heredia y Juan A. Tirado al cante, Pepe Maya a la guitarra junto a sus cuatro bailaoras Alba Heredia, Estela Rubio, Rocío Vargas y Sandra Córdoba. Apoyándolo tras el escenario estará su tío, Juan Andrés Maya, que le ha ayudado a coreografiar todo el espectáculo.

La alegría con la que la obra se despide abrirá un futuro que para Vargas trae numerosos proyectos nacionales e internacionales en los próximos años. Así seguirá desarrollándose en una profesión que inició con solo tres años. El bailaor reconoce que cuesta darse a conocer y que en la actualidad los jóvenes flamencos están abocados a salir al extranjero pero para el granadino es fundamental el abrazo que recibe del público. Ese cariño le da fuerzas para seguir adelante, trabajando duro, y para seguir llenándose de flamenco. Sin él, dice, está "vacío".

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