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Pérez Zúñiga se adentra en la novela negra en 'El juego del mono'

  • El escritor convierte La Línea de la Concepción en un escenario mítico en el que imperan el contrabando y la frontera, pero también la posibilidad de los sueños

Ernesto Pérez Zúñiga ha regresado a un viejo paraíso personal, el territorio fronterizo de La Línea de la Concepción para bucear en su tercera novela, la que lo consolida como escritor, El juego del mono, una obra en la que juega con el género negro y en la que hace un verdadero despliegue de sus diferentes voces como escritor. El autor presentó el libro ayer en la Huerta de San Vicente de la mano del catedrático de Literatura Andrés Soria Olmedo.

"A esta novela llevo dándole vueltas desde que fui profesor de Literatura en la Línea de la Concepción", dice. "Allí fue donde decidí cambiar de vida, abandonar la enseñanza e irme a Madrid para concentrarme por entero en la literatura. Hasta entonces sólo escribía poesía y en Madrid me puse a escribir narrativa. Esta novela es como el cierre de un círculo, de una catarsis, y cuenta una historia bastante singular".

La historia es la de Montenegro, un profesor de literatura que tiene todos los rasgos de un anti-héroe, que se traslada a vivir a la Línea de la Concepción. Alquila un apartamento que tiene un sótano secreto y en el que el profesor descubre que hubo una vez un escritor secuestrado por una mujer enmascarada que siempre estaba acompañada por un mono. Montenegro comenzará a indagar sobre esa extraña historia hasta descubrir sus misterios.

"Es una celebración de la literatura y también una referencia a una Línea de la Concepción mítica, fronteriza, en la que existe el contrabando pero también los sueños", explica. El título del libro se debe a dos elementos presentes en la novela. "El monto es un personaje fundamental en la obra y funciona como contra-espejo del protagonista, Montenegro, que es un anti-héroe. El mono es el espejo de su soledad, de su lado instintivo: muestra en qué nos convertimos cuando sale nuestro lado instintivo". "La novela, por otra parte, es un juego en el que el lector va descubriendo cosas junto al propio protagonista. Hay también algo de moral: la vida como juego frente a las responsabilidades que tenemos que asumir".

Pérez Zúñiga eligió como paisaje de su novela la Línea de la Concepción por su carácter fronterizo con Gibraltar. "Es imprescindible en el libro. Yo quería bucear en el Estreno, que es un lugar muy onettiano. El propio personaje de la obra tiene algo del Larsen que construyó Juan Carlos Onetti. No sólo hay una frontera física, sino una frontera entre la libertad y la responsabilidad, entre la ficción y la realidad, entre lo humano y lo animal, entre el sueño y la vigilia".

Uno de los grandes enigmas de la novela es el personaje femenino que mantuvo secuestrado al escritor. "Ese personaje es el quid de la cuestión", comenta Ernesto Pérez Zúñiga. "De cualquier manera, la novela ironiza mucho con el género de la novela negra, al igual que el Quijote ironizaba sobre las novelas de caballería. Montenegro está buscando a una asesina enmascarada. Sólo al final se dará cuenta de que el verdadero asesino está dentro de uno".

El autor, que pasó casi toda su infancia en Granada, donde estudió, admite que El juego del mono requirió bastante tiempo de trabajo. "La novela son como cajas chinas, que siempre hay una dentro de otra", señala. "Primero tuve que crear los relatos que están dentro de la novela, luego el manuscrito interior que hay en el libro y finalmente el resto. Es un homenaje a la literatura en sí. El propio Montenegro tiene que escribir un libro para poder salvarse, mientras que el manuscrito interior está realizado por el escritor".

Eso hizo que tuviera que emplear estilos de escribir muy distintos dentro del propio libro. "He tenido que jugar con voces distintas y también con psicologías distintas", comenta Pérez Zúñiga.

El hecho de que la presentación de la novela se hiciese ayer en la Huerta de San Vicente proviene de la pasión que siente el escritor por la figura del poeta granadino. "El lugar me lo ofreció Laura García Lorca y me pareció genial. Para mí es un lugar muy especial, no sólo por ser la Huerta de San Vicente, sino por el propio García Lorca, que fue quien hizo que me hiciese primero poeta y luego escritor", explica. "Yo, además, siempre pasaba los veranos en Alfacar y para mí Federico García Lorca era una referencia inmensa".

La presentación la realizó Andrés Soria Olmedo, que fue profesor de Ernesto Pérez Zúñiga en la Facultad de Filosofía y Letras. "Él fue quien me abrió los ojos a la hora de leer", dice el escritor. "Me enseñó muchas cosas. Tal vez por eso ya he conseguido llegar a mi tercera novela que, en cierto modo, ya me asienta en mi trayectoria como escritor. El hecho, además, de presentarla en la Huerta de San Vicente es otra forma de cerrar ese círculo literario".

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