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Políticamente incorrecto

Lugar: Auditorio Manuel de Falla. Fecha: sábado 5 de marzo de 2011. Aforo: lleno.

En el remodelado Auditorio Manuel de Falla, de nuevo dispuesto para acoger en su seno la música en directo, se presentaba el personaje Loquillo, en la que era, tras la de M-Clan, la segunda entrega (ya que el concierto previsto de Celtas Cortos fue suspendido) del ciclo Falla, música en 360 grados, que culminará en mayo con la presencia de la cantante Malú. Basten los mencionados nombres para dar una idea de la concepción que tienen los responsables culturales de nuestro ayuntamiento, encargado del programa del auditorio, de en qué consiste abrirse y abrir un sacrosanto espacio a las músicas de extracción popular. La simple denominación de 360 º, además de no decir lo que pretende, pues son los grados que según uno de sus discursos pretendía aplicar Pinochet a su política -para dejarla en el mismo sitio-, desprende un tufillo a intelectualismo seudopopulista no exento de condescendencia.

La consecuencia primera es el sufrimiento al que se someten los oídos del público. Pues aunque el auditorio puede presumir de disponer de una de las mejores acústicas de la ciudad y más allá, no está concebido para absorber la amplificación desmesurada de este tipo de conciertos, normalmente sonorizados por técnicos que no contemplan sus posibilidades. Nada de esto parecía incomodar a un público bullicioso y entregado que al grito de "¡Loco, loco!" recibió los primeros acordes de En las calles de Madrid. A partir de ahí se fueron sucediendo los clásicos del espigado rockero, pues el concierto se enmarca dentro de la gira que celebra sus 30 años sobre los escenarios, una gira que lo ha tenido rodando gran parte del pasado año 2010.

Una banda robusta, solvente y de incontestable pegada, cuyo peso recaía sobre sus excelsos guitarristas, Igor Paskual y el histórico Jaime Stinus, que no se dejaron en el tintero ningún cliché rockista, pensada para reventar grandes estadios, añadió prestancia a temas inmortales como Línea clara, El rompeolas o Las chicas del Roxy. También tuvo tiempo de rendir pleitesía a sus héroes de ayer y de hoy, a los Johnnys, Cash y Hollyday, a Pepe Risi, al allí presente Lapido (al que dedicó Memoria de jóvenes airados) y hasta a su excompinche Sabino Méndez. Entre unas y otras, José María Sanz repasó todo su catálogo de poses, gestos y guiños de seductor de barrio, elegante y chulesco, además de provocador. Así, fue especialmente ovacionado un primer pitillo al que dio candela antes de acometer La edad de oro. Y es que Loquillo puede parecer algo payaso pero le hace feliz mostrarse políticamente incorrecto.

Con el público en pie se hizo esperar antes de repasar en los bises sus temas más conocidos, Cuando fuimos los mejores, Feo, fuerte y formal, El ritmo del garage y, cómo no, decidido a la incorrección política, La mataré. Como era previsible se dejó para la despedida Rock & Roll Star y Cadillac solitario. Para entonces, casi dos horas más tarde, el auditorio era toda una fiesta.

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