Pony Bravo pone en el Teatro Alhambra 'Un gramo de fe'
La banda sevillana presenta su nuevo disco en el ciclo de pop-rock del espacio del Realejo, un trabajo con el que se han convertido en un modelo de autogestión
El lanzamiento de Si bajo de espalda no me da miedo significó la puesta de largo de esta banda sevillana, que se ganó a la crítica y al público con una fórmula en la que se encuentran el rock andaluz, el reggae jamaicano, la lírica afilada de Tom Waits, el kraut rock de Can y otras muchas hierbas. Esta noche actúan en el Teatro Alhambra para presentar su segundo trabajo, Un gramo de fe. "Hemos trabajado más sobre improvisaciones, todos hemos aportado cosas; ha participado la gente de Za! y Fran Torres ha puesto su voz para una canción. La producción la ha hecho de nuevo Raúl Pérez y a diferencia del anterior las letras de este son todas en castellano", explica el guitarrista Pablo Peña. Desde que empezaron a tener proyección, Pony Bravo se identificó, además de con otras cosas, con el rock andaluz. ¿Están a gusto con la etiqueta? "No es algo a lo que demos demasiada importancia, aunque las etiquetas nos parecen un poco peligrosas porque crean prejuicios, sobre todo para la gente que no te ha escuchado", responde Peña.
En las informaciones y promos que se pueden encontrar en internet sobre Pony Bravo hay listados de influencias en los que aparecen, entre otros, Joy Division, Nina Simone, Manolo Caracol, Mahmoud Ahmed, Bob Dylan y Triana. ¿Esto es cachondeo o es postmodernidad? "Si te dedicas a hacer música y te pones a investigar con la cabeza abierta es inevitable que empiecen a influirte cosas muy diferentes, porque hay cosas increíbles en muchos géneros", dice Pablo Peña divertido. "Al mismo tiempo no podemos obviar nuestro entorno mas cercano y localista que vemos todos los días: sería absurdo pretender ser un grupo de Manchester o Nueva York, por eso también nos influyen músicos como Silvio y Triana, o artistas como Israel Galván, Miguel Brieva y Fernando Mansilla, no ya sólo en lo musical sino en la forma de hablar de las cosas o trabajar conceptos", continúa.
En cuanto al ya 'manoseado' término fusión, el guitarrista afirma que "se ha ensuciado con los años, no se sabe bien a qué se refiere". "En nuestro caso entendemos la fusión como algo natural en la historia de la música: géneros como el reggae, el flamenco y el hip-hop podrían llamarse también fusión. Es cuestión de etiquetas de nuevo", continúa el componente de una banda que se ha convertido en modelo de autogestión con la productora El Rancho Pony Bravo. ¿Cualquier músico que pretenda asomar hoy un poco la nariz tiene que ser también empresario? "Históricamente los músicos siempre han dado la imagen de bohemios atormentados, personas sensibles o directamente yonquis a las que hay que cuidar y tener entre algodones y hacérselo todo para que sólo se preocupen de producir, mientras el empresario listillo de turno es el que se lo lleva calentito. Esta situación es asquerosa y tiene que terminarse ya de una vez", concluye Peña.
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