Crítica de la OCG

Recuerdos de una belleza pasada

  • Lucas Macías vuelve a ponerse al frente de la OCG en un concierto con la excepcional aparición en el escenario de la Soprano Chen Reiss

Recuerdos de una belleza pasada

Recuerdos de una belleza pasada

La Orquesta Ciudad de Granada dedicó una velada al lied, un género emanado de la tradición germana y desarrollado especialmente durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Precisamente a su epílogo, ese universo plural comúnmente llamado posromanticismo, pertenecen las dos obras escuchadas, ambas de sendos compositores de la órbita vienesa: Gustav Mahler y Alban Berg. De este modo, Lucas Macías trajo a Granada la esencia de la mejor música centroeuropea de comienzos del pasado siglo, con la excepcional aparición en el escenario de la soprano Chen Reiss.

Desde su llegada al puesto de director titular, Lucas Macías ha sorprendido tanto por la frescura de su dirección como por el interés y diversidad de sus programas, que van desde el barroco más sublime hasta el repertorio contemporáneo más sugerente. En esta ocasión su ávido instinto musical ha centrado el interés en la canción alemana de principios del siglo XX, un género que experimentaba un bello canto del cisne ante los nuevos lenguajes de vanguardia; ambas obras escuchadas son dos claros exponentes que constituyen no solo una clara referencia a dicho repertorio, sino también un disfrute para los sentidos. Como expresa maravillosamente en sus notas el profesor de la Universidad de Granada José Manuel Ruiz Martínez, entre Mahler y Berg existe una afinidad vienesa, plasmada sutilmente en este programa; por un lado, ambos bebieron del lied como vía de expresión artística de la lírica centroeuropea estrictamente contemporánea a ellos y a las generaciones precedentes de compositores, y por otro la admiración de Berg por Mahler hizo que aquel adquiriera elementos del lenguaje de éste, los cuales subyacen en la literatura de ambos de manera intrínseca.

El programa

El programa se abrió con las Siete canciones tempranas de Alban Berg, el más joven de los compositores de la Segunda Escuela de Viena. Pese a que su carrera y su producción se desarrollaron eminentemente en el campo de la atonalidad, este repertorio temprano es, en cierto modo, una coherente narración de su formación y sus inicios a través de una tonalidad expandida que incorpora el cromatismo sin abandonar todavía el sistema tonal. La versión original de esta obra fue escrita para voz y piano, pero años más tarde el propio compositor orquestó las canciones y le dio una nueva vida, incorporándose rápidamente al repertorio lírico del siglo XX.

Complejas de interpretar tanto por su lenguaje expandido como por su dificultad técnica, la interpretación de Chen Reiss fue sublime de la primera a la última pieza. Con un timbre poderos y suave al mismo tiempo, su voz estuvo presente con viveza y un matiz de plasticidad muy apropiados para el repertorio. Su experiencia como cantante en diversas óperas europeas se hizo patente en una perfecta dicción del alemán y en una magnífica articulación expresiva del texto. Perfectamente acompañada por una OCG calibrada acertadamente y de enorme calidad tímbrica, la voz de Chen Reiss brilló en el escenario y realzó aún más si cabe la belleza de estas canciones. Particularmente bella fueron El ruiseñor o la Oda amorosa, en las que demostró un gran sentido melódico puesto al servicio de la lírica del poeta.

Le siguió en el programa la Sinfonía núm. 4 en Sol mayor de Gustav Mahler, una de las más populares y escuchadas, y sin duda un precioso arabesco en torno al lied 'La vida celestial', perteneciente al ciclo El muchacho del cuerno maravilloso. La sinfonía es, en sus cuatros movimientos, un trasunto de las ideas de un cielo ideal visto desde la perspectiva no del teólogo ni del poderoso, sino del ciudadano humilde. Así, los movimientos sinfónicos iniciales no hacen sino preludiar maravillosamente la aparición de la soprano en el cuarto movimiento, todo un lied orquestal precedido de tres bellos interludios.

Lucas Macías, en su preclara visión de la orquesta y su profundo conocimiento de la partitura, expuso una interpretación clara y rica en momentos tímbricos, sacando el máximo partido a la OCG y de sus solistas en cada sección, pese a trabajar con un arreglo de Klaus Simon que reduce considerablemente la plantilla original de la sinfonía. La ductilidad de nuestra orquesta y la maestría de su batuta, todo ello unido a la belleza en la voz de Chen Reiss, contribuyeron a que la velada se cerrase con una versión espléndida de la obra y una prolongada ovación del público.

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