crítica de música

Reencuentro con la buena música

La Orquesta Ciudad de Granada regresa una temporada más tras las vacaciones estivales, y lo hace más viva que nunca, ofreciendo una programación llena de sugerentes conciertos y encuentros con grandes artistas. Pero también regresan los lazos rojos, símbolo de que los problemas económicos de nuestra orquesta todavía no se han resuelto; tristemente, la persistencia de las dificultades presupuestarias de la institución no sólo afecta a la programación y a las nóminas de artistas, sino que incluso podría condicionar su pervivencia a medio plazo. Por este motivo, el público de la OCG la recibió con una prolongada y calurosa ovación a su entrada en el escenario, símbolo inequívoco del apoyo que la ciudadanía muestra por nuestra orquesta.

El inicio de la nueva programación de la OCG supone un año más el reencuentro con la buena música, ya que nuestra orquesta no ofrece sólo garantía de calidad, sino que es un referente fundamental de la cultura en Granada. Para la inauguración de la temporada se contó con Anna Fusek, un nombre propio de peso dentro del panorama europeo en la interpretación de la música antigua. Directora e intérprete solvente en violín, flauta y piano, Anna Fusek dirigió un programa eminentemente barroco desde la posición de solista, como era habitual en la época. También dirigió desde el piano solista el Concierto para piano de Mozart, tal y como el compositor solía hacer. Rigor histórico y calidad interpretativa fueron las características fundamentales de este concierto, que hizo las delicias de los asistentes.

Ya se ha dicho muchas veces que la OCG es una orquesta versátil y de gran variedad de recursos tímbricos. Sin embargo, no es gratuito repetirlo una vez más, pues se transmutó en orquesta barroca en la primera parte y orquesta clásica en la segunda; no en vano, ésta es quizás la cualidad más valorada por los directores invitados a su podio.

La velada se abrió con la Suite para flauta, arco y bajo continuo de Telemann. Anna Fusek asumió el rol de la flauta de pico para acompañar a los solistas de la OCG, acompañados por el clave invitado, en una interpretación dinámica y muy viva de esta pieza del compositor alemán. La alternancia de ritmos y metros en las distintas danzas sirvió de oportunidad a la directora para estructurar una versión de la suite contrastante y rítmicamente muy marcada que agudizó el sentido dramático de la partitura.

Le siguió el Concerto grosso "La Follia" de Geminiani, una obra encantadora en su concepción y de bellas armonías. El juego de diálogos y contrastes entre los solistas y el tutti fue perfectamente concebido por la directora, que en esta ocasión asumió el papel de violín solista. La versatilidad de Anna Fusek se demostró también en la siguiente pieza, el Concierto núm. 3 en re mayor para flauta, arco y bajo continuo "Il gardellino" de Vivaldi, en el que se sacó literalmente del cinturón una pequeña flauta dulce para interpretarlo. En su papel de directora describió a la perfección el discurso melódico y el juego de preguntas y respuestas entre solistas y orquesta, así como una acertada dinámica de terrazas y un perfecto equilibrio entre los efectivos tímbricos. Como solista demostró no sólo ser una virtuosa de la flauta, sino también un profundo conocimiento del estilo barroco en sutiles detalles tales como la ornamentación o las cadencias.

La segunda parte estuvo consagrada por completo a una de las grandes figuras del clasicismo musical: Wolfgang Amadeus Mozart y su Concierto para piano y orquesta núm. 20 en Re menor. La OCG, ya sentada en atriles y con una disposición clásica, sirvió de complemento ideal para la parte solista de Anna Fusek al piano. La directora y pianista realizó una interpretación acertada y elegante junto a la OCG, traduciendo todos los matices de la partitura en una versión ejemplar, en la que el empaste de los timbres y el equilibrio en las dinámicas fueron claros referentes dentro de una velada repleta de buena música.

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