Roberto Álvarez, actor

Roberto Álvarez: "Cuando inicias los ensayos surge el personaje"

Roberto Álvarez, actor.

Roberto Álvarez, actor. / M. V. (Granada)

Roberto Álvarez (Gijón, 1956) es un corredor de fondo de la interpretación: desde que empezara en 1979 en la Compañía de Teatro de Danza de Madrid no se ha bajado de los escenarios y en paralelo ha trabajado en algunas de las series más populares de la televisión española, como Hospital Central o Ana y los siete, La casa de los líos o Cuéntame, y algunas de las películas que son hitos en la historia del cine nacional, como Entre las piernas, Juana La Loca o Hable con ella. Este fin de semana llega al Teatro Isabel la Católica con una obra que es un clásico de la dramaturgia inglesa que se ha convertido en universal: Equus. 

Escrita en 1973 por Peter Shaffer, un texto que fue llevado al cine en 1977 con el mismísimo Richard Burton dando vida al psiquiatra Martin Dysart, un referente que puede seguir en la mente de muchos de los espectadores. "Es la cuarta obra de teatro que había sido llevada al cine. Yo  he visto todas, pero rara vez ayuda, la verdad. Cuando inicias los ensayos, surge el personaje. Y lo hace de una forma natural, porque estás incorporando toda tu sensibilidad y todas tus herramientas a un texto que, de repente, se convierte en otra cosa", cuenta el intérprete . 

En esta ocasión, el psiquiatra al que presta su experiencia de casi medio siglo de interpretación, recibe el encargo más difícil de su carrera profesional: deberá tratar a un joven que ha cometido un acto atroz. El chico, Alan Strang, ha sido detenido por haberles sacado los ojos con un punzón a la media docena de caballos a los que cuidaba en un establo. A partir de aquí comienza una investigación tipo thriller en la que el doctor deberá averiguar qué llevó a un joven de buena familia, que jamás había dado un problema, a cometer semejante acto.

Con todos los ingredientes del psicodrama, el psiquiatra va indagando en la vida del muchacho, con una madre religiosa y un padre estricto y trabajador. La sublimación del deseo sexual, la falta de relación con otros jóvenes de su edad y su fascinación por los caballos van descubriéndose en las sesiones de hipnosis y la entrevistas con allegados del paciente. Pero el propio doctor tendrá que luchar también con sus demonios, entre los que se encuentran un matrimonio sin sentido y las dudas sobre la utilidad de su profesión frente a los dictados de una sociedad castrante que impide cumplir los sueños de la gente.

Bajo la dirección de Carolina África el montaje, a pesar de la brutalidad de la historia, tiene para Álvarez momentos tremendos pero "muy visuales y llenos de ternura" en los que el espectador puede empatizar con el drama del chico pero también con el del psiquiatra que descubre que ha perdido su vida por una serie de patrones sociales que se ha visto obligado a cumplir. Y sobre todo, un epílogo con "uno de los textos más bellos" que un actor puede decir sobre un escenario. 

 

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