Rodríguez Moya rescata la mejor poesía nicaragüense
El periodista granadino publica en Visor una antología con los mejores autores del siglo XX del país latinoamericano, uno de los más sensibles al mundo poético
De la riquísima poesía nicaragüense a España sólo han llegado los ecos de Rubén Darío, padre del modernismo, y de voces aisladas como Ernesto Cardenal o Claribel Alegría. Pero basta con escarbar un poco en su historia para saber que Nicaragua es, tal vez, uno de los países más poéticos del mundo. Eso es lo que ha comprendido el poeta y periodista granadino Daniel Rodríguez Moya, que ha decidido realizar su Antología de la poesía del siglo XX en Nicaragua, publicada en la colección La Estafeta del Viento de la editorial Visor. El resultado es un volumen de más de 500 páginas con lo mejor del país latinoamericano.
Veintiocho poetas ha seleccionado Daniel Rodríguez Moya, entre quienes destacan Salomón de la Selva, Ernesto Mejía Sánchez, Gioconda Belli, Carlos Fonseca o Jazmina Caballero, por citar sólo unos cuantos. Nicaragua es un país de versos fulminantes. A la vista está por el hecho de que a los certámenes poéticos acuden miles de nicaragüenses ávidos de poesía y de vida.
"Yo llevo estudiando la poesía nicaragüense desde hace cinco años", dice Daniel Rodríguez Moya, uno de los co-directores del Festival Internacional de Poesía de Granada. "Justo desde la primera vez que visité el país, en 2005. Hasta entonces, sólo conocía a Rubén Darío y poco más: Gioconda Belli o Ernesto Cardenal. Pero cuando llegué allí, me di cuenta de la enorme riqueza poética que existe. Hay un problema: Rubén Darío es un faro tan enorme en la poesía que lo ilumina todo. Eso hace que muchos otros poetas queden a la sombra".
"Yo comencé a estudiar a esos poetas", añade, "y a preparar mi tesis doctoral sobre ellos. Luego, hace un año, Visor, que tiene una colección dedicada a difundir la poesía de todos los países latinoamericanos, me hizo el encargo de esta antología".
Daniel Rodríguez Moya ha descubierto que el rasgo más común en todos los poetas nicaragüenses, comenzando por el propio Rubén Darío, "es la búsqueda de la identidad". "Desde que Nicaragua se independizó de España", dice, "todas las generaciones han buscado una identidad propia. Y a veces lo han hecho enfrentándola a las injerencias extranjeras".
Eso sucedió cuando, en el siglo XIX, el mercenario norteamericano William Walker invadió el país acompañado de un grupo de filibusteros y llegó a hacerse con la presidencia. Finalmente, tuvo que huir. Aquello creó un sentimiento de rechazo hacia los Estados Unidos que se vio mucho más reforzado aún en los años setenta y ochenta del siglo XX, con la llegada del movimiento sandinista.
"La poesía nicaragüense siempre ha estado muy vinculada con la política", explica Rodríguez Moya. "Lo que sucedió con el sandinismo fue que se implicó demasiado, hasta el punto de ser panfletaria o demagógica".
No obstante, el movimiento sandinista trajo nuevos aires a la poesía. "Los poetas son tan respetados en Nicaragua que, con la llegada del sandinismo, Ernesto Cardenal fue nombrado ministro de Cultura. Y lo primero que hizo fue crear talleres para enseñar a escribir poesía por todo el país". "Esos talleres eran algo dogmáticos", apunta el periodista, "pero enseñaron a la gente que la poesía tiene unas reglas. Le enseñaron a apreciar la poesía".
De los poetas que más le han interesado, Rodríguez Moya destaca a Salomón de la Selva, que fue el primero en romper con la tradición modernista iniciada por Rubén Darío, y Carlos Martínez Rivas, que hoy sigue siendo considerado como un "maldito".
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