El Ruido Rosa, un cadáver exquisito
El local, que cierra tras 30 años de historia, culpa a las administraciones y a la presión de las sanciones
El Ruido Rosa cierra y deja un cadáver exquisito. Este término hace referencia a un juego creado en la década de los 20 por artististas surrealistas, mediante el cual, de una imagen o idea se crean muchas más. En este caso ha sido un hecho: la clausura de este pub que lleva 30 años reinando en la noche independiente granadina.
Tras el anuncio por redes sociales de que cerraban definitivamente su persiana, en cuestión de horas ayer se cargaron las tintas. El comunicado publicado por El Ruido Rosa ha resultado incendiario, y no sólo causó un terremoto en las redes, también en los medios.
Este cadáver exquisito aún late, y sus dueños se han asegurado de ello manifestando en la nota de despedida que se "ven obligados a decir adiós", aludiendo "el empeño de las administraciones en aplicar leyes que impiden el desarrollo de actividades musicales en locales como el nuestro".
Con ello se refieren a la normativa autonómica que se aplicará a partir del mes que viene en materia acústica, que castigará los decibelios de más sin necesidad de denuncia por parte de vecinos o afectados por el ruido.
En el comunicado, además, este trocito de historia de nuestra ciudad le habla de tú al Ayuntamiento de Granada con sentencias como esta:"El apoyo a la escena musical de nuestra ciudad no debe consistir sólo en gestos y proyectos de cara al turismo".
También concretan que tenían "una larga lista de actuaciones" programadas, pero que "la estricta normativa y la presión de las sanciones" han terminado de "asfixiar a este templo de la música".
Debido a este adiós tan inesperado -el Ruido cerró el pasado fin de semana y sus feligreses empezaron ya a sospechar-, y teniendo en cuenta el mensaje, Facebook estalló ayer. La gran familia en la que se han convertido los asiduos no salían de su asombro y se sumaron inmediatamente al discurso contra las instituciones, además de dejar negro sobre blanco sus experiencias, aprendizajes y sensaciones de un lugar que ha unido generaciones, creado grupos y sobre todo, ha elevado el sentido de la musica granadina.
Como contrapartida, desde el equipo de Gobierno del Ayuntamiento, se mostraron ayer muy sorprendidos con la noticia, de la que dicen no tenían "conocimento alguno" y que de haberse puesto en contacto con ellos se hubiera intentado llegar a una solución. Desde el Consistorio manifestaron que "quieren el Ruido abierto" y lamentan que este "santuario" haya decidido cerrar sus puertas.
En cuanto a las mencionadas sanciones, aclararon que en los 10 meses que lleva este equipo de gobierno al frente, se han llevado a cabo muchos conciertos, y ninguna sala o bar ha sido sancionada, y que su intención es "sacar a la música de la cárcel".
Ante el revuelo en torno al cierre del lugar que vivía tras unas escaleras, el Gobierno de la ciudad ha programado para el próximo viernes una reunión entre el alcalde, Paco Cuenca, un técnico de sonido, y representantes del sector de hostelería y ocio de Granada para aclarar el tenso tema de los inhibidores acústicos que contempla la citada normativa que entrará en vigor el próximo mes de abril.
Sin duda, ayer se demostró la importancia cultural de este garito. Tanto que su cierre se convirtió en pocas horas en un tema sensible para más de una generación.
"El cierre del Ruido Rosa implica el fin de una época. He trabajado allí durante 9 años y le he puesto todo mi esfuerzo y corazón a todo lo que hacía, siempre pensando en el criterio del alma del bar, Victor Lapido. Para mí, es como si el Ruido Rosa hubiera muerto solo en la calle, sin que nadie pudiera ayudarlo ni despedirse de él", dice Natalia Muñoz camarera del lugar y vocalista de Dolorosa.
Y es que esta 'defunción' deja muchas heridas abiertas, no solo para sus trabajadores -amigos a fin de cuentas-, sino también para los músicos que encontraron allí la oportunidad de rasgar las cuerdas en sus primeros bolos,
Dani Levy, componente de Elemento Deserto o Los Gusanos, entre otros, explica que el Ruido es un lugar que le ha dado "grandes oportunidades musicales", donde ha conocido "músicos y amigos" que admira y respeta. "La escena real, la underground, es la que realmente pierde con el cierre de este bar, que era punto de encuentro para muchísimos melómanos", sentencia este joven músico.
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