"Séneca llamó a Córdoba 'lejana' muchos siglos antes que Lorca"

El profesor de la Universidad de Sevilla rastrea en un libro la vida del filósofo

El profesor sevillano Francisco Socas.
El profesor sevillano Francisco Socas.
M. L. / Granada

24 de noviembre 2008 - 05:00

Tanto si lo ha abordado por obligación -durante sus años de estudiante y después en su faceta pedagógica- como por devoción, Séneca nunca le ha decepcionado. Por eso el profesor de Lenguas Clásicas en la Universidad de Sevilla Francisco Socas le ha dedicado una extensa monografía titulada Séneca. Cortesano y hombre de letras (Fundación José Manuel Lara), ganadora del Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos.

-¿Qué ha pretendido hacer con esta obra, un trabajo eminentemente científico o reflexivo?

-He intentado que el lector de hoy se haga una idea de conjunto que incluya a la vez la vida y la obra de Séneca. He querido deshacer algunos prejuicios sobre el personaje: la solemnidad, la seriedad o tristeza del suicida, su pretendido andalucismo, españolismo o celtiberismo (¿es que no basta con ser hombre?). También salgo al paso de la idea de Séneca como alguien aprovechado y superado por el Cristianismo, porque su obra de filósofo es algo previo, autónomo y más amplio que cualquier forma de verdad revelada que se acepte por tradición y adoctrinamiento.

-¿A qué alude el título, Séneca. Cortesano y hombre de letras?

-A las dos partes del libro, una que describe lo que el hombre hizo y otra que examina los escritos que nos dejó. La novedad principal de mi ensayo es una visión de conjunto que pretende ser exhaustiva y actual, pues no hay un libro así en lengua castellana desde la vieja y meritoria Vida genial y trágica de Séneca publicada por Luis Astrana Marín el año 1947: realmente parece como si no fuera mucho el amor de los hispanos por su Séneca.

-El pensador nació en Córdoba en el año 4 a. C., pero en su primera infancia se marchó a Italia. ¿Por qué cree que nunca volvió a su ciudad? ¿La tuvo presente?

-Sabemos por testimonio del propio Séneca que viajó de Córdoba a Roma en brazos de una tía suya siendo muy pequeño. Allí le aguardaban sus padres y allí habría de permanecer durante toda su vida, salvo dos estancias prolongadas en el exterior, una en Egipto y otra en Córcega como desterrado. Algunos familiares suyos volvían de vez en cuando a Córdoba (estos viajes permitieron que su sobrino el poeta Lucano naciera en ella), pero él no regresó jamás. En su obra no nombra la ciudad nunca. Me corrijo: la nombra una vez, pero en un poema que muchos estudiosos consideran que es una impostura. El epigrama apócrifo evoca a Córdoba desde el destierro y -muchos siglos antes que Federico García Lorca- llama a Córdoba lejana.

-Y tras su ascenso en Roma, ¿qué repercusión y reconocimiento llegó a tener en su ciudad natal?

-Es seguro que sus paisanos debieron tomar en consideración la prosperidad y el poder adquiridos por aquella familia, pero no nos han llegado testimonios de sus sentimientos. Muy profunda y continuada fue la devoción de los cordobeses por su ilustre compatriota, que habría de durar siglos.

-Se consideró un hombre de ciencia y un pensador y orador político. ¿Cómo es posible mantener cierta independencia en una sociedad tan éticamente manipulada?

-Séneca no es el único escritor romano que reúne en sí la condición de político y hombre de letras (lo fueron también Cicerón y César). Su vida es una gran novela, ya que sus grandes dotes y una mezcla de ambición y suerte lo colocaron en el centro del poder mayor que entonces conocían las tierras en torno al Mediterráneo: la corte de Nerón. Nerón no parece casi un hombre sino la cifra de la crueldad y el poder caprichoso. Esta entrada de Séneca en la corte de Nerón, su cercanía a iniciativas imperiales que incluyen leyes benéficas pero también crímenes de estado, lo hace para mí enormemente atractivo. ¿Fue un hipócrita ambicioso o un hombre bienintencionado que fracasa en su intento de manejar un despotismo irremediable? La escena de su muerte -junto con la de Sócrates y la de Jesús- reaparece sin parar en la tradición de Occidente e irradia un fulgor dudoso y atractivo.

-¿Cuál es su obra favorita?

-Las Cartas a Lucilio. Con más de sesenta años, un poco hastiado de la vida cortesana pero todavía sujeto a compromisos con ella, Séneca escribe a su discípulo un centenar de misivas llenas de observaciones y agudezas, cargadas de humor y humanidad. Estas cartas -un precedente del ensayo y el artículo periodístico- han tenido y tendrán siempre lectores entusiastas.

-¿Qué mensaje político cree que podría trascender y servir de lección a la sociedad actual de los emitidos en su día por el pensador cordobés?

-Todas las reflexiones políticas de Séneca suceden dentro de un régimen de poder unipersonal como fue la monarquía militar de los Césares. Séneca acepta este régimen y colabora con él para mejorarlo, pero su intento acaba en un completo fracaso. Al final, su discípulo Nerón, convertido en el emperador al que él asesoraba y ayudaba en la tarea del gobierno, se emancipa e incurre en una política ordenancista y caprichosa, aplastando al viejo maestro como sospechoso con otros de intentar un golpe de estado. Aunque sus escritos están llenos de consideraciones políticas y jurídicas muy útiles, ésta es a la postre la verdadera lección de la vida de Séneca: si el poder no se trocea sino que se deja entero en manos de alguien o de unos pocos puede ser enormemente nocivo y peligroso.

-¿Se corresponde el apelativo de senequista que ahora se utiliza con la verdadera personalidad y espíritu del filósofo?

-¿Cómo no podía ser senequista el propio Séneca? Lo que ocurre es que en el concepto de senequismo hemos metido muchas notas que no se corresponden con la vida y la obra de nuestro hombre. Séneca amaba el buen vivir, cuidaba sus fincas y agenciaba sus negocios con dedicación, de modo que se fue haciendo rico hasta un grado enfadoso para sí mismo (acabó cediendo parte de su patrimonio a Nerón, que era la manera de cederla al estado). Si se leen con atención sus escritos, siempre defendió una filosofía nada rigorista, integrada en la vida del común de los hombres, exigente pero libre de extravagancias ascéticas. Defendió las pequeñas alegrías de la vida: la charla con amigos, el buen vino, los ejercicios y el cuidado del cuerpo.

-¿Cuál es su sentencia favorita de Séneca y por qué?

-Yo no soy hombre de jaculatorias y de idea única. La vida es extensa e intrincada. Algunas sentencias de Séneca me parecen brillantes y provechosas según el momento. Al final del libro, como un pequeño regalo, he incluido lo que llamo un abecedario de sabiduría, que recoge y clasifica muchas máximas del filósofo.

-¿Si pudiera preguntarle algo, qué sería?

-Habría una pregunta morbosa: ¿Qué actitudes y palabras usó Nerón aquella noche aciaga en que se reunió con el comandante de la guardia pretoriana y contigo y os consultó sobre el mejor modo de anular y acabar con su madre Agripina tras fracasar la víspera un primer intento de asesinato? Sin embargo, también habría otra pregunta que me interesaría mucho: ¿Sabes por qué desterró Augusto a Ovidio y cuál fue aquella falta misteriosa que cometió el poeta?

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