Sensata, cercana y abarcable
En ediciones anteriores de ART MADRID ya habíamos manifestado las buenas perspectivas y los buenos argumentos de una feria que, sin las exuberancias mediáticas del evento que se celebra paralelamente en el Campo de las Naciones, se había convertido en una realidad con mucho atractivo, muchas posibilidades, muy abarcable, con buenas presencias de autores y obras y, además, sin las tonterías, los snobismos, las vanidades y todo cuanto de espurio ofrece este complicado universo artístico. Está claro que ARCO quitaba mucho protagonismo, pero, también, el lugar donde se celebraba, el Palacio de Cristal de la Casa de Campo, tampoco poseía muchos atractivos. Creo que ha sido todo un acierto celebrar la presente edición de ART MADRID en las naves abovedadas de la estación de Chamartín, una ubicación mucho más asequible y atractiva que la Casa de Campo.
Acierto, además, que hay que añadir al que supone la doble convocatoria, esta de febrero y, otra, posterior, en el mes de noviembre. La feria que dirige Gema Lazcano ha ganado en presencia, entidad y trascendencia. De lo cual nos alegramos, por la feria misma, por el esfuerzo que supone y por nosotros mismos que nos ha supuesto un gran ahorro de energía.
El recinto ferial recibía al espectador con un gran mural en proceso de realización in situ por el conocido graffitero Miguel Ángel Belinchón 'Beli'. Aparte del programa oficial donde seguimos contactando con galerías de absoluta consideración en el contexto general del Arte -Bat, Alberto Cornejo, Fernando Latorre, Joan Gaspar, Xanon, Vail i 30, Ansorena, Marc Calzada, entre otras-, nos encontramos con el programa One Project, con una especial dedicación a la creación de artistas menores de 45 años y que, de nuevo, estuvo comisariado por el crítico Javier Rubio Numblot. Allí, en los pequeños espacios de diez metros por galería, pudimos observar la interesante obra de Evelyn Hellenschmidt, presente en el stand de Christine Rother, única galería extranjera en el programa, así como con la obra de Javier Liébana en Ra del Rey.
No se puede olvidar que ART MADRID es una feria con la clara vocación de presentar obras de artistas de muy contrastada calidad y de un reconocimiento universal. Se le ha achacado, no obstante que, en ella existe poca apuesta por el Arte más avanzado; lo mismo que ocurre en ARCO, pero que, con respecto a lo que se cuece en la feria del Parque Juan Carlos I, allí todo se adereza con otras esquivas argumentaciones que no son más que interesados postulados de los que sólo miran desde una perspectiva snobista y elitista. Si nos pusiéramos a contrastar nombres veríamos que casi todos están en los mismos sitios; que la apuesta por un Arte verdaderamente rompedor, serio y comprometido, mínimamente aparecen en ambos acontecimientos feriales y que la agónica realidad económica afecta a los dos estamentos por igual y deja en suspenso, allí como aquí, las experimentaciones poco seguras. ART MADRID es, por tanto, una feria pequeña, agradable y sin tanta cohetería; quizás lo menos agradable haya sido la presencia espuria de una tal Blanca Cuesta (Galería Víctor i Fills) con una gran repercusión mediática por el simple hecho de estar casada con el hijo de un tal Carmen Cervera, a la sazón viuda del barón Thyssen.
Los nombres que han copado el panorama nacional e internacional a lo largo del siglo XX, Picasso, Tapies, Saura, Clavé, Palazuelo, Miró, Chillida, Mompó, Millares, Guerrero, Barceló, Esteban Vicente, Benjamín Palencia…, así como Alexander Calder, Niki de Saint Phalle, Karel Appel, Pierre Alechinsky, George Braque Louise Bourgeois, Damien Hirst, Mimmo Paladino, Victor Vasarely, Alex Katz o Anthony Caro, junto a los artistas constitutivos de la realidad más inmediata conforman un catálogo de sumo interés.
Para terminar este acercamiento a la Feria madrileña de la Estación de Chamartín, debemos dejar constancia de la mínima presencia andaluza. Sin galerías de Andalucía, sólo nos hemos encontrado con los nombres de Rafael Zabaleta y José Guerrero, magnífica la pieza de este (Galería Lorenart), un Manuel Salinas (Galería del Cisne) y unos Brinkmann espléndidos en la Joan Gaspar. Además de unos extraordinarios paisajes de las playas gaditanas, con ese especial sentido de la pulcritud compositiva y de la cadencia pictórica de Carmen Bustamante (Galería Xenon) y el particular paisaje urbano de poderosa fuerza plástica de Ricardo Galán Urréjola en la Galería Ansorena.
ART MADRID, una vez más, se nos ha ofrecido como una feria con mucha sensatez, sin extravagancias, abarcable y, en la nueva ubicación, tremendamente cercana. De todo ello, nos hemos alegrado.
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